“Por la fuerza y atado con alambres”, le contestó Seregni al mayor Núñez, que lo llevaba detenido y lo quería obligar a ponerse una capucha. El oficial golpista le había dicho que si no obedecía se la haría poner por la fuerza. Seregni le advirtió que, de hacerlo, Núñez “pasaría a la historia como el primer oficial que encapuchó a un general de la República”.
La firmeza del detenido. La contradicción interna de sus inquisidores, que le odian y le temen a la vez. La violencia desnuda de una realidad política surgida de un golpe contra la legalidad. El intento de los fiscales y jueces militares del momento de vestirse con una imposible apariencia de formalidad jurídica. La tarea de equilibristas de un equipo soñado de abogados defensores que capitaneaba Carlos Martínez Moreno. Se equivoca qu...
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