Miles de indígenas, ambientalistas y activistas defensores de los derechos civiles están frenando la construcción de un oleoducto en Dakota del Norte con el apoyo de más de 180 naciones tribales, estudiantes, artistas, ecologistas y políticos de todo el país y el extranjero, en uno de los actos de resistencia indígena más importantes en por lo menos medio siglo.
Más de mil indígenas acampan –varios en sus tradicionales tipis– en el río Cannonball, en las afueras de la reserva sioux de Standing Rock, para frenar la construcción de un oleoducto de unos 1.800 quilómetros diseñado para transportar petróleo extraído por fracking de la región Bakken, en Dakota del Norte, a refinerías en el sur de Illinois: un proyecto de 3.700 millones de dólares.
Los indígenas señalan que el oleoducto Dakota Access cruzará territorios indígenas protegidos por tratados, cementerios sagrados y, a poca distancia, el gran río Missouri, fuente de agua potable y uso agrario para millones de estadounidenses.
El viernes pasado, poco después de que un juez federal se negó a emitir una orden para suspender la construcción en respuesta a una demanda judicial presentada por los indígenas, el gobierno de Barack Obama, en un acto inesperado, solicitó que la empresa suspendiera de manera temporal las operaciones de construcción del oleoducto.
El gobierno federal reconoció las quejas de los indígenas de que no fueron plenamente consultados sobre el proyecto y sus impactos sobre sus tierras. La suspensión sólo afecta la región donde están las protestas y no todo el proyecto. Las agencias federales declararon que durante esta pausa realizarán evaluaciones en consulta con los indígenas, no sólo aquí sino en otros proyectos parecidos en el país.
El anuncio fue considerado un giro clave en esta disputa con los activistas indígenas, pero aún no está claro cuál será el resultado, ya que el proyecto no se ha cancelado. Activistas afirman que continúa la construcción, a pesar de la solicitud del gobierno, y que hubo más arrestos en la zona.
De hecho, este miércoles 14 llevaron sus demandas de anulación del proyecto hasta la Casa Blanca, donde el ex candidato presidencial Bernie Sanders, entre otros, se sumó al acto de protesta.
Mientras, Energy Transfer Partners, empresa encargada de la construcción del oleoducto, ha presentado demandas contra dirigentes indígenas por las protestas; los acusa de bloquear el acceso a la zona de construcción, invasión de propiedad privada y amenazas a los trabajadores.
En días recientes, actos de desobediencia civil no violentos han sido reprimidos por fuerzas de seguridad privadas, mientras que agentes policiales estatales y locales han obstaculizado el paso a la zona en disputa y han generado más tensión en toda la región. Se han realizado decenas de arrestos en los enfrentamientos.
La semana pasada autoridades estatales emitieron una orden de arresto contra Amy Goodman, conductora del noticiero nacional independiente Democracy Now!, por ingresar en una propiedad privada cuando reportaba sobre un acto de violencia de guardias privados contra activistas. Goodman ha declarado que eso es una violación inaceptable a la libertad de la prensa. Carlos Lauria, del Comité de Protección de Periodistas, denunció que la orden de arresto es un intento evidente de intimidar a reporteros que cubren protestas, y exigió que las autoridades anulen esta orden.
Para los indígenas sioux, como para tantos otros, esto es un ejemplo más de cómo se han violado e ignorado acuerdos y tratados a lo largo de su historia, sobre todo para que intereses empresariales, con la aprobación del gobierno, tengan acceso a la explotación de recursos naturales. “Sea oro de los Black Hills, hidrofuerza del Missouri u oleoductos que amenazan nuestro legado ancestral, las tribus siempre hemos pagado el precio de la prosperidad de Estados Unidos”, escribió David Archambault II, presidente de la tribu sioux de Standing Rock en un artículo de opinión en The New York Times hace un par de semanas. Agregó que “proteger aguas y nuestros lugares sagrados siempre ha sido el centro de nuestra causa”.
Figuras culturales y políticas han expresado su apoyo a la protesta, desde Leonardo DiCaprio –“con la gran nación sioux para proteger sus aguas y tierras”, twiteó– y otros actores, hasta el ex candidato Sanders y la candidata presidencial Jill Stein, del Partido Verde, entre muchos más.
Lo que está ocurriendo en Standing Rock es percibido como un nuevo movimiento de derechos civiles que reúne derechos ambientales y humanos, y que sería el resultado de los últimos 60 años de luchas por el poder popular y en pro de un cambio en el mundo, escribe Rebecca Solnit desde el sitio de protesta en The Guardian. “Aunque aún no se sabe en qué acabará esta acción –afirma–, ha generado un nuevo movimiento. Sólo es un inicio, pero es un inicio espectacular y un recordatorio de que a veces el futuro lo construyen soñadores y guerreros que se juntan inesperadamente.”
(Tomado de La Jornada, por convenio.)