Una gran decepción - Semanario Brecha

Una gran decepción

“Blade Runner 2049” del director Dennis Villeneuve

“Blade Runner 2049” del director Dennis Villeneuve

¿Dónde están los productores cuando se los necesita? Lenta, larga, repleta de escenas innecesarias es esta híper seria, ampulosa e infladísima superproducción.1 Como sea, esta continuación de casi tres horas del clásico de 1982 se merecía un buen trabajo de montaje que le mutilara unos cuantos minutos (cuatro o cinco decenas, digamos); pero, claro, a los directores consagrados no se les puede decir nada y así es que su megalomanía suele tomar las riendas del asunto. Hace unos años recriminábamos en estas páginas los aires trascendentales que el aquí “productor” Ridley Scott pretendía darle a su Prometeus (2012), la que entonces era su última película de la saga de Alien, imprimiéndole un tono existencialista y afectado a lo que, en definitiva era un entretenimiento espacial con bichos monstruosos. Algo similar ocurre en esta película, con la salvedad –corresponde decir– de que parte de este tono grave y existencial sí estaba presente en su antecesora, por lo que en este caso parecería más justificado.

Y cierto es que la conjunción de talentos aquí reunidos, el director Dennis Villeneuve (autor de las imponentes Incendies, Prisoners y Arrivals), el insuperable Roger Deakins en la fotografía, los renombrados compositores Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch, el libretista Hampton Fancher –autor del libreto original de 1982, adaptación de la novela corta de Phillip K Dick–, genera en este caso muchas cosas, salvo lo esencial: una buena película.

La acción se ambienta 30 años después –la original se ubicaba en 2019–, volvemos a ese mundo alternativo en el cual la humanidad se ha valido, para expandirse, de mano de obra de androides esclavos. Cuando estos androides (“replicantes”), más fuertes e inteligentes que los humanos, comenzaron a exigir su derecho a ser tratados igual que éstos, sus creadores vieron esta característica como una falla de fábrica y comenzaron a eliminarlos. Para ello fueron creados los blade runners, un cuerpo especial de la policía dedicado a localizar y exterminar estas células de replicantes sediciosos. Ahora bien, la película original, además de ser notable plantando climas oníricos en un mundo opresivo, poseía una fuerte carga de ambigüedad: por un lado, los buenos y malos no resultaban ser tales, y las características de los antagonistas llevaban a dudar de si el protagonista no sería, por su cuestionable misión, el verdadero villano. Por otra parte, la incógnita sobre si él mismo no era un replicante nunca era respondida. Aquí esas dudas no están: en primer lugar los dos malos no podrían estar más definidos, y si acaso a algún espectador no le quedara claro, hay un par de escenas en las que se abocan a sendos despliegues de sadismo. En segundo lugar, desde un comienzo se sabe que el protagonista es un replicante, y pocas dudas caben sobre la naturaleza de los personajes que lo circundan. La trama propone otros enigmas, pero son resueltos rápidamente sin que prácticamente queden hilos sueltos. La historia de la novia “virtual” del protagonista no es solamente superflua, sino que además es un calco de la presentada en la película Her (2014), con una solución sexual similar.

Lo mejor, por lejos, son los climas oníricos, esta vez extremados, escenas que se parecen a sueños y que aisladamente funcionarían muy bien, pero que se suceden indefinidamente, llevando al estupor. Se ha querido comparar esta película con su precedente de 1982 y con el cine de Andreii Tarkovsky, cuando en realidad el referente inevitable es el cine del maestro japonés Mamoru Oshii (Ghost in the Shell y Avalon, principalmente), un genio en lo suyo que, a diferencia de Villeneuve, logró atmósferas alucinantes que, además, escondían grandes alegorías.

  1. Blade Runner 2049. Denis Villeneuve, 2017.

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