Desde 1818 la breve obra gauchesca del hasta entonces exclusivo poeta neoclásico Bartolomé Hidalgo (Montevideo, 1788-Morón, 1822) abrió un sendero enorme. Fue difundida en hojas sueltas, en folletos de mala calidad, apenas rescatada en las primeras recopilaciones de la poesía rioplatense. Hidalgo acudió al habla de la región pampeana y a las formas tradicionales, fomentando una herencia contradictoria, una productiva crisis de lenguajes.
En el
Montevideo de 1800, último borde del imperio español,
donde habitaban poco más de 10 mil vivientes, era exigua la oferta de libros y
periódicos. Un muchacho nativo del lugar, llamado Bartolomé Hidalgo Ximénez, hijo
de quienes provenían de la otra orilla del Plata, aprendió a leer y escribir.
No era, como la multiplicada leyenda localista quiere recor...
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