El triunfo de Donald Trump ha abierto una segunda fase de islamofobia en Washington. La primera, muy visible en su momento, estuvo encarnada por seguidores de la corriente neoconservadora que pudieron aplicar sus teorías en Irak tras los atentados del 11 de setiembre de 2001. Sin embargo, entonces se trató de una época blanda si se la compara con la que ahora comienza.
La tesis del “choque de civilizaciones” del profesor Samuel Huntington, que fue consejero de George Bush, ha madurado desde entonces, y en estos días ha alcanzado su máximo esplendor. Ya no se trata de llevar la democracia liberal a Irak al precio que sea, sino de aplastar al islam con toda la fuerza de que se disponga, que no es poca, empezando por dentro de Estados Unidos.
Llevar la democracia a Oriente Próximo, tal como lo concibieron los neoconservadores, no ha funcionado. Fracasó primero en Irak con Bush y después en los países en que hubo revueltas contra los tiranos y donde al final Barack Obama nos ha dejado en una situación sensiblemente peor a la que había en el comienzo.
La islamofobia blanda ha tocado a su fin y la nueva administración se ha sacado la careta desde el principio. Aquí no hay trampa ni cartón: los nombramientos que está realizando el presidente Donald Trump son significativos y muestran con claridad que de lo que se trata es de aplastar al islam en su conjunto, y no únicamente al radicalismo yihadista.
Los delirios de algunos hombres de Trump, como Frank Gaffney, fundador del Centro para la Política de la Seguridad, no conocen límites. Gaffney es un reconocido teórico de la conspiración que ha llevado sus ideas hasta el extremo de considerar que durante el mandato de Obama los Hermanos Musulmanes se han infiltrado en el gobierno de Estados Unidos.
Según Gaffney, que ya ha sido asesor de Trump, los musulmanes, no sólo los radicales sino cualquier musulmán, son “termitas” que trabajan para poner fin a la civilización “judeo-cristiana” en Occidente. Se observa que el vocabulario de Gaffney y de algunos de sus colegas recuerda al de la época nazi.
Gaffney es uno de los ideólogos que dan a conocer su pensamiento a través de Breitbart, una plataforma dirigida por Stephen Bannon que difunde sin descanso material islamófobo, antisemita, racista contra los negros e hispanos, y antigay, material que apela supuestamente a los sentimientos básicos del hombre blanco y anglosajón y no a la razón.
Stephen Bannon, que ya se ha convertido oficialmente en el estratega jefe del nuevo inquilino de la Casa Blanca, es quizás el personaje más interesante del grupo. En una conferencia que no hace mucho pronunció en el Vaticano, advirtió que el cristianismo “se está muriendo en Europa”, mientras que el islam no para de crecer, lo que está conduciendo hacia una guerra global en la que Occidente lucha por su supervivencia. En su opinión, esa guerra ya ha comenzado.
La plataforma Breitbart agrupa a numerosos personajes islamófobos, como Walid Phares, un extremista cristiano de Líbano, Sebastian Gorka, profesor en la Universidad de Defensa Nacional, su esposa Katherine, que participa en varios “centros de estudios estratégicos” islamófobos, el mencionado Frank Gaffney, y otros ideólogos que consideran que el islam constituye una amenaza para Occidente similar a la del comunismo en el siglo XX.
A pesar de que los musulmanes solamente representan un 1 por ciento de la población de Estados Unidos, la campaña de Bannon y sus seguidores considera que constituyen la mayor amenaza para la única potencia mundial. Algunos de estos últimos ya han dado a Europa por perdida ante el empuje del islam. A todos ellos Trump les ha abierto una puerta excepcional para que proyecten sus ideas tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, y sin duda es lo que van a hacer durante los próximos cuatro años.
El antisemitismo característico de algunos personajes que se mueven en la plataforma Breitbart, y que muchos judíos han denunciado, es obvio. No obstante, existe una conexión directa entre Breitbart y algunos ideólogos judíos conservadores que coinciden en someter su pensamiento a la islamofobia.
Por ejemplo, Bannon ha escogido a Julia Hahn, una conservadora judía, para que trabaje a sus órdenes y asesore directamente al presidente Trump. Julia Hahn, de sólo 25 años, mantiene estrechos vínculos con la alt-right, es decir la “derecha alternativa”, que se caracteriza por el nacionalismo blanco, islamofobia, antisemitismo y su desdén por la corrección política.
Otro personaje a quien conviene seguirle la pista es Michael Flynn, que se mueve en el mismo círculo de Breitbart. Flynn presenta al islam como un sistema político al que la religión está subordinada, y que constituye el mayor riesgo para Occidente. Hace unos meses lanzó un mensaje que decía: “El miedo a los musulmanes es racional”.
El círculo Breitbart ha establecido una alianza con los sectores más conservadores de Estados Unidos y con el presidente Trump, de manera que tendrá a su disposición el aparato de la administración de gobierno, con el que podrá difundir su islamofobia a todo el mundo y legislar en esa dirección.
(Tomado de Público.es, por convenio.)