Por la rareza –y la reiteración– de un diminutivo desacostumbrado, que evoca cuentos infantiles o criaturas de ciencia ficción. Por el uso verbal imperativo, arcaico, el guiño feminista, la reprimenda a una humanidad extraviada. Por tantas probabilidades, el título de este libro –Hombrecillos hombrecillos comportarse– de sopetón desconcierta. Después, a medida que el lector transita las historias y se codea con los personajes, si bien el sentimiento de reconvención crece y se espesa, un ambiguo sistema de símbolos autoriza lecturas plurales que recurren a lo metafórico para “decir” lo que importa a la escritora.
Antes de Hombrecillos hombrecillos comportarse, la uruguaya Dina Díaz había publicado tres libros de poesía: De los modos del morir (1986), Desde este lugar otro (1991), Sospe...
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