Mientras camina por los pasillos de la Fiscalía Penal de Delitos Sexuales de Montevideo, Darviña Viera lamenta los laberínticos recorridos que se tienen que hacer para encontrar oficinas. Algunos funcionarios la saludan al pasar, incluso la auxiliar de limpieza, quien la ayuda a encontrar el lugar más hospitalario del primer piso. «Ese está sucio», le advierte con un trapo en la mano. «El mejor es aquel», dice y señala a su derecha. El centenar de oficinas libres serán ocupadas cuando ingresen dos fiscalías de violencia doméstica. «El edificio es enorme: pueden entrar muchas más», asegura Viera. Entre quejas de sobremesa, la fiscal de Montevideo de Delitos Sexuales, Violencia Doméstica y Violencia Basada en Género de 5.o Turno, quien, junto con las fiscales Fulvia Favretto, Giuliana Realin...
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