La temporada 2016 de la Comedia Nacional estará dedicada a algunos de los autores uruguayos más destacados, entre otros, Florencio Sánchez, Carlos Manuel Varela, Alberto Paredes, Milton Schinca, Franklin Rodríguez y los más recientes Santiago Sanguinetti y Jimena Márquez, lista en la que también debería figurar el recientemente desaparecido Víctor Manuel Leites. Por cierto que está allí el nombre de Dino Armas, cuya obra Lucas o el contrato se estrenará el 11 de junio bajo la dirección de Lucía Sommer, en la sala de la Asociación Cristiana de Jóvenes, el bien ubicado espacio de la calle Colonia que así abre sus puertas al elenco oficial.
Hacía tiempo –Queridos cuervos, dirigida por Carlos Aguilera, se dio a conocer 20 años atrás– que la Comedia no ponía en cartel un título de Dino Armas. Dramaturgo de amplia repercusión dentro y fuera de fronteras, en los últimos meses ha recibido de aquí y allá varias distinciones con motivo de sus 50 años de trayectoria, desde la plaqueta y el Florencio conferidos hace unos meses por la Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay y la distinción que le hiciera la Asociación de Teatros del Interior, hasta el Candelabro de Oro que le entregara la B’Nai B’Rith de Uruguay y la publicación del texto Pagar el pato en Madrid por parte de la Asociación de Directores de Escena, de España, en asociación con nuestra Agadu. A dicha ciudad concurrió Dino hace escasas semanas para asistir a la lectura dramatizada del título mencionado, acontecimiento que luego se repitió en Valencia, donde Amnistía Internacional, interesada en esos personajes que vivieron tiempos difíciles que a menudo propone el autor, lleva la obra a distintos liceos cuyos alumnos participan después en un foro a propósito de temas de tal calibre. El Centro de Arte Moderno de Madrid, a su vez, le había pedido al autor uruguayo que le donase un objeto de uso personal para exhibirlo en la galería que la institución mantiene y en la que se incluye la contribución de escritores de distinta procedencia, entre los cuales se destacan nuestros Benedetti y Onetti. Dino aportó para eso el mate y la bombilla que, por supuesto, había usado durante larguísimo tiempo.
Ni bien, de regreso, Dino pisó suelo uruguayo, partió hacia Buenos Aires, donde en el Auditorio Losada, de la calle Corrientes, además de recibir la plaqueta que le dieron por su obra los directores argentinos, se estrenaba Carmen, la adaptación de la historia de Merimée que escribiera hace un tiempo. Como si todo lo que antecede fuera poco, el próximo julio el autor volará a Italia –donde ya se estrenaron ¿Y si te canto canciones de amor? y Ave Mater, y se ensaya una versión de El clú de la Ivonne– para la presentación del libro que la uruguaya Mónica Hutton escribiera allí sobre la escritura de Dino. Una escritura donde se destacan su inclinación por el melodrama, los personajes femeninos reconocibles, el tango y el humor, ya sea cotidiano, negro o absurdo, así como su predilección por la respetuosa adaptación de textos ajenos, como es el caso de ciertas narraciones de Henry Miller o Saint Exupéry.
Dino, ni bien se le pregunta acerca de su trabajo, no tarda en señalar que el melodrama es un género como cualquier otro, que absorbió a través de infinidad de películas argentinas y mexicanas que veía en los cines de su Cerro natal, y que además viviera en torno a su abuela curandera, que le aplicaba ladrillos calientes para aliviarlo de males respiratorios, amén de los acontecimientos –incluido un accidente de auto a los 10 años– que sucedían en su familia, sin olvidar la operación al corazón que sufrió tiempo más tarde y que le inspirara nada menos que el texto de Rifar el corazón, título, por otra parte, tan tanguero como su creador. “No hay que tener vergüenza por dedicarse al melodrama –explica–. Directores de la talla de Douglas Sirk, Almodóvar y el mismo Hitchcock lo han transitado sin pelos en la lengua.” Al melodrama, claro está, pertenece también la inminente Lucas o el contrato, continuadora de Ave Mater y de Los raros, en las cuales se reflejan relaciones entre padres e hijos “raros”, es decir, aquellos que por uno u otro motivo no encajan en la sociedad.
Las absorbentes siluetas femeninas –“es que el propio mundo te propone, desde la imagen misma de la madre, una marcada influencia de la mujer”, comenta el autor– sobresalen en toda su obra. Esas protagonistas traen consigo un elevado número de directoras –desde Mabel Rondán y Elena Zuasti hasta Gloria Levy, Claudia Pérez, Lucila Irazábal, Lila García y Lucía Sommer– para las puestas en escena de sus textos. Textos que se estrenaron en Argentina (Rifar el corazón, Presente, señorita, cinco o seis versiones de Pagar el pato), España (¿Y si te canto canciones de amor?, Dos en la carretera, Rifar…), y, como no podía ser de otra manera, en todo el Interior de Uruguay. En el programa de literatura de Enseñanza Secundaria también figuran algunos de sus trabajos.
Armas prepara ahora un texto sobre Julia Arévalo –al autor también le interesan la historia y la política–, la primera senadora comunista en América Latina, una mujer de temple cuya vida seguramente dará pie a una obra distinta y, al mismo tiempo, reconocible. Varios libros de reciente edición arrojan, además, testimonio del trabajo de un hombre tan prolífico como estrenado: desde la ya citada investigación de Hutton hasta Temas y personajes principales en las obras “Rifar el corazón” y “Los raros”, de Dino Armas, de la coloniense Lourdes Martínez Puig, pasando por Un acercamiento al teatro uruguayo. Migración y dictadura en la obra de Dino Armas, de la también uruguaya Gabriela Christian Toletti, que cuenta con el apoyo del Tidewater Community College, de Virginia, Estados Unidos, y la colaboración de un puñado de expertos de diferente procedencia que analizan en esas páginas la contribución que Dino Armas ha efectuado a lo largo de más de medio siglo de correspondido amor por el teatro.