Hay escritores que forjan su impronta de espaldas a los goces y miserias del mundillo editorial, leudando la obra sin aspiraciones de trascendencia ni afán de gloria y fortuna. Su escritura sigue un cauce propio, despreocupada de las modas, los temas y los vericuetos sociales de su época, como si el presente que les tocó vivir fuera apenas una contingencia más, al igual que el futuro que se acerca y el eco que hallarán sus textos en esa cosa difusa llamada posteridad. Cada vez hay menos escritores de esos, pero los hay. John Alec Baker (1926-1987) es uno de esos casos, y la reciente publicación en español de su libro “más famoso” representa un auténtico acontecimiento.
Durante días, semanas, meses, años enteros, Baker, un sujeto rechoncho y de gafas, a veces a pie y otras en bicicleta, se ...
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