La propuesta de Vladimir Putin incluye la formación de una coalición internacional dirigida por la Onu que integre al ejército sirio y al gobierno de Bashar al Assad para luchar contra el terrorismo, y la celebración de unas elecciones parlamentarias con la participación de la “oposición sana”. La primera consecuencia de la magistral jugada diplomática y militar de Putin ha sido hacerse con el mando de la situación en Siria y humillar a la ineficiente Coalición Anti-Estado Islámico (Caei) de unos 40 países dirigida por Estados Unidos. Los rusos en unos días, al parecer, han destruido más posiciones de los yihadistas que la Caei en 7 mil bombardeos durante dos años. El efecto inmediato de su acción ha sido poner nerviosos a los rebeldes y perplejos a sus patrocinadores regionales y mundiales.
OBJETIVOS DE RUSIA. 1. Poner en evidencia la pantomima de la Caei en su falsa lucha contra el terrorismo. Que la Casa Blanca explique qué hacían los yihadistas afganos –embrión del EI, gestado por la Cia, el MI-6 y el Isi– en el Despacho Oval en 1983.
2. Delatar la ilegalidad de las acciones de la Caei. Rusia tiene el permiso del gobierno sirio, y del parlamento ruso, por lo que su acción es conforme al derecho internacional.
3. Presentarse como un actor mundial, y presentando un plan de paz que cree viable, frente a las políticas de Estados Unidos, responsable de la expansión del terrorismo religioso por todo el mundo.
4. Mostrar poderío, haciendo que todo el planeta esté pendiente de lo que hace Rusia en Siria, recordando la crisis de los misiles en Cuba.
5. Producir brechas en la Caei: Alemania, e incluso Turquía y Arabia, apoyan el plan Putin de paz. Los convenció de que la principal amenaza para la paz es el EI y no Assad.
6. Reducir la presión sobre el régimen sirio. Pasar de la postura de “Assad debe irse”, de la Caei, a la de “de momento, mejor que se quede”.
7. Fortalecer la posición rusa en Siria, y por ende en Oriente Medio, lo que le permitiría negociar con Occidente las sanciones que se le impusieron por la anexión de Crimea.
8. Negociar el destino de Ucrania: hasta ahora había preferido una Ucrania inestable en la frontera europea que una integrada en la Otan. Desde Damasco su voz sobre Kiev tendrá otra melodía.
9. Ofrecer a Arabia Saudita el cese del presidente sirio a cambio de dejar de financiar el yihadismo en la región.
10. Presumir de ser quien apartó a Assad del poder de forma no violenta, y como recompensa tener la voz cantante en la elección de su sucesor.
11. Contener el avance de los islamistas. Los chechenos, liderados por el comandante Tarjan Batirashvili, son el mayor contingente de extranjeros en las filas del EI. En esta tarea Moscú cuenta con el apoyo de China, que sigue sufriendo continuos ataques terroristas yihadistas.
12. Demostrar la eficacia de la coalición formada por Rusia, Irán, Irak e Hizbolá, al contar con el ejército sirio y los efectivos iraníes y libaneses, que luchan sobre el suelo sirio. Que Irán haya conseguido que Turquía (patrocinador del Frente Al Nusra y del Ejército de Siria Libre) acepte un alto el fuego de seis meses en seis ciudades sirias, le avala.
13. Empujar al alza los precios del petróleo, ahora que cuatro de los productores mundiales –Rusia, Arabia, Irak e Irán– están en guerra, y así salvar la economía rusa. Sin embargo, dichos precios se fijan en los despachos políticos (de Arabia Saudita y de Estados Unidos) ignorando la ley de oferta y demanda del mercado.
14. Desactivar el plan de Estados Unidos y Turquía de crear una zona de exclusión aérea en el suelo sirio, para proteger a los yihadistas, y desde allí empezar a desintegrar el país como se hizo en Irak, Yugoslavia y Libia.
15. Cambiar las alianzas de la región. Israel se acerca a Rusia: además de negociar la formación de una unión aduanera, coordina con Moscú el vuelo ilegal de los cazas israelíes en el cielo sirio y estudia la posibilidad de que Rusia dirija la explotación del gas del campo Leviatán en el Mediterráneo, para así impedir la tentación de Irán o de Hizbolá de atacarlo algún día. A cambio, Moscú cortaría el suministro iraní de armas a la milicia libanesa y forzaría a Teherán a retirar sus efectivos, una vez pacificada Siria.
16. Ganar ventajas respecto de Irán, mostrándole que sólo Rusia puede sostener al régimen. Y eso a pesar de que los cazas rusos están utilizando el espacio aéreo de Irán (y de Irak) para acceder al cielo sirio. El mensaje es: “tener en cuenta los intereses rusos en Irán en vuestro acercamiento a Occidente”.
17. Presionar al primer ministro turco Tayyeb Erdogan (ahora que está muy debilitado por los resultados electorales, soporta el peso de cerca de 2 millones de refugiados sirios y se enfrenta a una nueva guerra civil con los kurdos) para que deje de apadrinar a las fuerzas anti Assad.
18. Conseguir el apoyo de Egipto, el principal país árabe. El general Al Sisi se apunta a liquidar a los islamistas.
19. Regresar al “club de Occidente”. Y eso va dirigido a aquel sector de izquierda que aún confunde a Rusia con la Urss y piensa que Putin es la reencarnación de Lenin, y no el líder de una elite capitalista que desde 1994 es socio de la Otan. Otra cosa es que la multilateralidad sea mejor para la paz mundial que la unilateralidad.
20. Probar los nuevos y sofisticados cazas bombarderos Sukhoy Su-34 por primera vez en un campo de batalla.
¿AFGANISTÁN 2? Los rusos cuentan con los siguientes factores para no considerar a Siria como un segundo Afganistán:
Los yihadistas afganos recibían de Estados Unidos armas avanzadas, como los misiles Stinger. En Siria, Rusia goza de superioridad militar sobre el enemigo.
Siria es plana, carece de montañas rocosas donde caer en emboscadas. Aun así, afirman que no enviarán tropas.
En Afganistán se encontraron con la hostilidad de los lugareños, en Siria parte de la población mira a Putin como un salvador.
Rusia entra desde mar y aire. Cerrarle el paso por el Mediterráneo provocaría un enfrentamiento directo entre las superpotencias.
Moscú es consciente de que Assad ha perdido el poder sobre el país de forma irreversible. Ahora sólo hay que salvar de los alauíes la región alrededor de Latakia, y allí preservar su importantísima base naval en el puerto de Tartus.
El alivio que sintió Barack Obama con la iniciativa de Putin en Siria duró poco. Los republicanos endurecen sus ataques y burlas a los demócratas, no sólo por perder el control sobre otro país de Oriente Medio, sino también porque Estados Unidos con Obama ha dejado de actuar como un jugador mundial.
Para ellos, los enemigos de “América” son Rusia e Irán, y no China, como afirma el presidente.
Obama sigue oponiéndose a enviar tropas a Siria (tampoco lo hizo en Ucrania), por los siguientes motivos: los fracasos en Irak y Afganistán –donde otro avión de la Otan acaba de ser derribado por los talibán que han vuelto a conquistar Kunduz–; la convicción de que tal acción puede animar a Teherán a armarse realmente; la incapacidad de la oposición siria de unirse y formar una alternativa real y viable; y que al contrario de lo esperado, el pueblo no apoyó a los rebeldes, siendo ellos más brutales que el ejército.
Obama también teme que un caos total amenace la seguridad de Israel o que un hipotético vacío de poder, con la caída de Al Assad, vaya a ser ocupado por los terroristas yihadistas. Además, Siria carece de la importancia estratégica necesaria para justificar una intervención terrestre y aplicar la doctrina de “responsabilidad de proteger a la población” (R2P). Por último, lo que no necesita Obama en la víspera de las elecciones de 2016 es recibir una avalancha de imágenes de sus soldados decapitados, o cientos de ataúdes. Debe elegir entre aceptar el plan ruso o chocar con Putin en Siria. Ninguna de las opciones dará votos a los demócratas.
A pesar de que Rusia, de momento, ha reorganizado el escenario, se enfrenta al hecho de que el Pentágono ha actualizado los planes de acción militar contra ella desde Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Bulgaria y Rumania.
Es poco probable que la arriesgada apuesta de Putin, que no incluye ningún plan para aliviar el sufrimiento de la población, cumpla con sus objetivos, sin contar con las consecuencias que dejaría tal intervención sobre las arcas vacías de su país y por ende sobre la población.
No habrá un final feliz para tantos comensales sentados a la mesa de la “última cena” siria.
Lo más probable es que Siria, después de pasar varios años más en su trágico proceso de “libanización”, pase a ser “balcanizada”.
* Investigadora iraní radicada en España. Autora de una docena de libros, entre ellos Robaiyat de Omar Jayyam (DVD ediciones, 2004), Kurdistán, el país inexistente (Flor del Viento, 2005), Irak, Afganistán e Irán, 40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo (Lengua de Trapo, 2007) y El islam sin velo (Bronce, 2009).