Vivir es mejor que soñar - Semanario Brecha
80 años de Elis Regina

Vivir es mejor que soñar

Elis, un nombre que es casi una onomatopeya. Elis, un bello sonido. Elis, cuatro letras para definir a una de las cantantes más trascendentes de la música popular latinoamericana, esa que, el 17 de marzo, cumpliría 80 años.

Archivo Elis Regina

La llamaban Pimentinha. Dicen que fue Vinicius de Moraes quien, por su carácter, le inventó el apodo. Elis Regina no solo imponía su fuerte personalidad en el escenario, cantando y diciendo, también lo hacía debajo, en la calle, en las reuniones, en los medios. Eso le provocó angustias y distancias con seres queridos, aunque algunas las pudo recomponer. Viviendo poco, vivió mucho. Imponerse siendo mujer, con 1 metro y medio de altura, es difícil en cualquier lado. En Brasil, donde todo es enorme, mucho más. «Cantar, para mim, é sacerdócio. O resto é o resto»,1 sentenció alguna vez.

Fue una niña pobre y estrábica. Nació el 17 de marzo de 1945 en Vila do IAPI, un complejo habitacional ubicado en el barrio Passo D’Areia, al norte de Porto Alegre. Se trata del condominio más antiguo de Latinoamérica, con viviendas populares que fueron financiadas por el Estado para que las usufructuaran los obreros y sus familias. El padre de Elis se llamaba Romeu y era operario en una fábrica; su madre, Ercy, era empleada doméstica. Fue hija única hasta sus 4 años, cuando nació Rogério, o Zéio, como ella lo llamaba. La niña Elis amaba cantar y su familia amaba escucharla; por empuje de su abuela Donana, aceptó presentarse por primera vez en público durante una emisión del programa O clube do guri, que se transmitía en Rádio Farroupilha. Allí, el conductor Ary Rêgo presentaba a niños, niñas y adolescentes que quisieran mostrar sus habilidades artísticas. Elis fue una vez y los nervios la bloquearon. Tenaz, volvió y maravilló a quienes la escucharon. Tenía 12 años. Estuvo tres temporadas yendo a la radio y siendo el número más esperado. Las presentaciones se realizaban en el cine Castelo, ante miles de personas, y se veían en todas las casas.

En el Instituto de Educación, Elis había aprendido francés, inglés y español, algo que aprovechaba en la elección de las canciones y la diferenciaba del resto. No le gustaba la música brasileña que sonaba por aquellos tiempos; escuchaba música clásica y jazz en Rádio da Universidade, además de ir acrecentando un amor platónico por la obra de Frank Sinatra. En 1961, a sus 16 años, lanzó su primer LP, Viva a Brotolândia, una suerte de oda a la juventud, el amor y el divertimento, promulgado por el sello Continental Records: «Aqui esta um broto, cantando música de broto, para você, broto, ouvir e dansar.
Elis Regina é um broto náo só na idade como espírito também»,2 rezaba la contratapa escrita por Carlos Imperial («o disc-joquey da juventude»), productor del disco y autor de alguna de sus canciones presentes.

Elis empezó a acercar la oreja a algunas cosas que estaban más cerca. Así fue que un tal Joâo Gilberto le atravesó el alma, la hizo repensar la música brasileña y sus propias posibilidades interpretativas. Llegan los LP Poema de amor, en 1962, y O bem do amor (donde la tapa refiere a Ellis, no a Elis), en 1963, con la bellísima versión de «Se você quiser», de Baden Powell, como uno de los mayores éxitos. El 31 de marzo de 1964, día en que se decretaba el golpe de Estado en Brasil, Elis y su padre se fueron para Río de Janeiro. Con casi 20 años, su intención era sepultar definitivamente la idea de ser abogada o docente e intentar solidificar sus sueños artísticos. Los primeros meses no fueron fáciles, alquilaban un pequeño cuarto y Romeu conseguía esporádicos trabajos, pero Elis fue contratada por TV Río e inmediatamente fue convocada a sumarse a la grilla de uno de los templos de la canción brasileña en los sesenta: O Beco das Garrafas, en Copacabana. En ese contexto, grabó su primer disco en la mítica ciudad carioca, Samba, eu canto assim, en el que presentó un manojo de canciones hijas de algunos de los compositores brasileños más trascendentes por esos años: Vinicius de Moraes, Edu Lobo y Dorival Caymmi, entre otros. A su vez, junto con el cantante Jair Rodrigues, graba un disco y conduce uno de los programas de televisión más importantes de la música popular brasileña, O fino da bossa.

Elis comenzaba, ahora sí, a ser una voz de referencia en Brasil. Años después, en su manifiesto del movimiento Qualquer Coisa, Caetano Veloso se referiría a Elis Regina como un ejemplo a seguir. El propio Caetano, que ya la había conocido y estaba maravillado, la fue a ver a San Pablo en 1976 para la presentación del disco Falso brilhante, uno de los más resonantes en la obra de la cantora. En un texto titulado «Lo que tenía que ser», publicado en la revista Música del Planeta Tierra, el músico bahiano narraba: «Elis, tomé el ómnibus para ir a San Pablo a ver tu show. Fui porque pensaba que ese show sería lo que soñaba para ti. Pero es más que eso, porque “vivir es mejor que soñar”. Y a mí me gustó mucho verte cantar la canción que dice eso. Me gustó mucho verte cantar todo. Gracias a la vida. Quedé dulce y atontado cuando el show terminó. El show business es un ogro muy bonito, y tú te lo devoras. Ese es el mensaje que envías a todos los colegas de la profesión. Dile a César que está lindo. En el momento en que
se queda solo en el piano acústico y venís y cantás para él, pensé en el significado de la unión y te oí cantar tan, tan lindo, y sentí la ausencia de Dedé, que se había quedado en Río, y me enamoré de todo, y lloré y me quedé queriendo abrazar a mi amigo que estaba a mi lado y entendí toda la situación, la experiencia de una persona cantando por encima de los límites de lo cotidiano. Vos cantaste mi música cerca de mí, sin saberlo. Me encontré contigo completamente y por eso me enriquecí. Fue lo que tenía que ser. El compositor no precisa decirte más nada». Caetano se refiere a Dedé Gadelha, su compañera en esos años, a César Camargo Mariano, pianista y esposo de Elis, y a la célebre canción «Como nossos pais», de Antonio Carlos Belchior, popularizada por la cantante.

Elis Regina y Tom Jobim no se tenían en el radar musical. Ella no incluía piezas de Tom en sus discos; él caminaba una ruta hipnótica de cruces entre el jazz y la bossa. El sello Philips Records les propuso hacer un disco a dúo que se transformaría en una de las uniones de mayor erotismo musical y que tendría como resultado una de las obras más escuchadas y vendidas: Elis y Tom, de 1974. Según Frank Sinatra, el disco era «lo más cercano a la perfección». Ese mismo año, Elis grabó el LP Elis, aunque así bautizó a varios de sus discos. Allí incluyó «Travessia», una canción de Milton Nascimento, a quien no solo adoraba, sino que había puesto en un lugar divino: «Se Deus cantasse, teria a voz de Milton Nascimento».3 En 1966, Elis había grabado «Canção do sal» y eso había resultado clave para que Milton se colocara en un círculo musical privilegiado. «Eu escrevi todas as minhas músicas imaginando Elis cantando eles»,4 dijo Nascimento. Una de esas maravillas fue «Morro velho», grabada por Elis en 1977. Llegaron Transversal do tempo, otro disco en vivo, en 1978, y Essa mulher, en el marco del recrudecimiento de la dictadura militar, que consideraba a Elis como una sostenida voz enemiga. Brilló en el mítico concierto de Montreux, siguió grabando y cantando «por uma absoluta e total necessidade de afirmação».5 La difícil infancia vivida bajo la pobreza derivó en el encuentro con la música, su forma de contestarle al mundo. 

  1. «Para mí, cantar es un sacerdocio. Lo demás es lo demás.» ↩︎
  2. «Aquí hay un pimpollo, cantando música de pimpollo, para que vos, pimpollo, escuches y bailes. Elis Regina es un pimpollo, no solo por su edad, sino también por su espíritu.» ↩︎
  3. «Si Dios cantara, tendría la voz de Milton Nascimento.» ↩︎
  4. «Escribí todas mis canciones imaginando a Elis cantándolas». ↩︎
  5. «Por una absoluta necesidad de afirmación». Entrevista de Clarice Lispector en la revista Manchete, 1969. ↩︎

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