El esperanto puede resultar para muchos una lengua muerta, incluso un idioma que –dado su carácter artificial– jamás podría lograr una vida plena. Lo cierto es que sigue siendo motivo de estudio y aprendizaje, además de realizarse congresos a escala mundial donde Uruguay no se mantiene ausente.
Su nombre tiene algo de poesía y no es casualidad. Nacido en 1887 de la mente de un oftalmólogo polaco que hizo su primera publicación bajo el seudónimo Doktoro Esperanto (Doctor Esperanza), este idioma auxiliar no tardó en llegar a nuestro país.
En 1924 se fundó la Sociedad Uruguaya de Esperanto. Según apunta Daniel Bebelacqua, integrante de la misma, la lengua “nace de un chiquilín, en una zona complicada de frontera que hoy es parte de Polonia, pero que en su momento estaba bajo un régimen ...
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