Vulnerable en extremo - Semanario Brecha
La historia del caso de Milagros Chamorro

Vulnerable en extremo

Es una historia de bullying, violación, silencios cómplices y fallas del sistema. Milagros se suicidó luego de agotar todos los recursos para responsabilizar penalmente a quienes la violaron en grupo cuando tenía 15 años. Recientemente la causa fue reabierta. Sus familiares y amigos buscan que el caso no quede impune.

Marcha convocada por varias organizaciones sociales para pedir justicia por Milagros Chamorro, en noviembre de 2024 Focouy, Dante Fernández

El nombre de Milagros Chamorro se conoció públicamente a raíz de un episodio trágico. En octubre de 2024, la joven de 29 años se suicidó ahorcándose con un pañuelo en el policlínico CASMU. Se reveló entonces una vida atravesada por el abuso, los pedidos de ayuda y las inoperancias de un sistema que no pudo evitar el desenlace final.

Milagros había crecido en Maldonado. Convivía con sus hermanos mayores y su mamá. Era de complexión delgada y en una pericia psicológica narró que había sido víctima de señalamientos y que había recibido apodos despectivos por parte de sus compañeros, en su infancia y en la adolescencia, por parecer más chica de lo que marcaba su edad.

Creció, estudió e hizo amigos. Uno de ellos fue Andrés. Se habían conocido dos años atrás, porque estudiaban inglés juntos en la misma academia en la que su madre dictaba clases. El viernes 17 de setiembre de 2010, Andrés la invitó «a tomar algo» con otros compañeros. Era una persona conocida y Milagros aceptó. Cuando llegó a la casa, había cinco varones y una chica, todos menores de edad excepto uno. En la denuncia que Milagros radicó el 20 de setiembre de 2022, cuenta que empezaron a beber, pero que en ningún momento ella se sirvió. Eran los varones quienes le servían cerveza y le alcanzaban el vaso.

En cierto momento, empezó a sentirse mal. Vómitos y mareos. Fue al baño y sintió que uno de los varones la siguió, pero no pudo identificar quién era. En ese momento, su relato se torna borroso y no logró reconstruir exactamente qué pasó durante el resto de la noche. Su siguiente recuerdo nítido fue al otro día, cuando se despertó en su casa, sin saber cómo había llegado. No era la primera vez que Milagros tomaba alcohol, pero nunca había sentido algo así. En la denuncia, no se descarta que los presentes hayan colocado sustancias en su vaso, ya que perdió «totalmente la conciencia y [la] voluntad», a tal punto que ni siquiera podía manejar «su propio cuerpo».

Le dolía todo. Sintió mareos fuertes y un malestar muscular generalizado. Notó un sangrado en la vagina y dolor al momento de orinar. Los pocos recuerdos que tenía de la noche anterior llegaban como flashes: un jacuzzi, su cuerpo desnudo que «entre chistes, burlas y risas era manipulado por varios varones, como si se tratara de un muñeco». «Sentía que me penetraban, pero anestesiada, sentía la penetración, pero no llegaba a sentir dolor, como cuando vas al dentista», narró luego en la pericia psicológica. Según consta, Milagros aún no había tenido relaciones sexuales hasta ese momento.

Esa misma mañana fue, en cambio, muy diferente para aquellos cinco varones. Varios testigos, a los que actualmente se les está tomando declaración, narran que al día siguiente todos fueron a jugar al fútbol a la cancha Iporá Fútbol 5. Una vez allí, entre risas, le contaron a otro joven y a su novia lo que habían hecho con Milagros: «Nos la cogimos», dijeron, y mostraron videos y fotos que habían sacado mientras cometían la violación.

—Pero no entiendo. ¿Estaba inconsciente? –preguntó el joven a quien le mostraron el video.

—Sí –respondió el abusador.

Allí comenzó el calvario. Milagros no le contó nada de lo sucedido a su familia, pero sí a una de sus amigas. Los videos y las fotos fueron subidos a un grupo de Facebook Messenger, en el que gran parte de sus compañeros pudieron verlos. Milagros cuenta que nunca los vio. «La Cinco», le decían por la calle cuando se cruzaban con ella, pero Milagros seguía sin decodificar exactamente qué era lo que había sucedido. Por más que muchas personas escucharon a los abusadores relatar lo sucedido y jactarse de ello, nadie se acercó a ella para ofrecerle ayuda. En la denuncia se adjuntan conversaciones de chat en las que los varones cuentan lo ocurrido: «Uno de los mejores finde semanas de la historia» [sic], dijo uno de ellos.

Milagros emigró a Montevideo años después para cursar la Licenciatura en Trabajo Social. Pero los recuerdos la seguían atormentando.

***

En enero de 2024 una joven fue violada por varios varones en un apartamento del Cordón luego de retirarse de un baile con uno de ellos. Y la historia llegó a las noticias.

También llegó a oídos de la muchacha que había escuchado, de primera mano, el relato de la violación de Milagros, en Maldonado, aquel día en la cancha Iporá Fútbol 5. La joven, que no era amiga de Milagros, la contactó a través de las redes sociales. Le contó todo lo que había escuchado decir a sus abusadores y le confesó que había visto los videos y las fotos.

Con ayuda terapéutica y de testimonios como este, Milagros pudo reconstruir mejor lo que había sucedido la noche de su violación y decidió hacer la denuncia con el respaldo del Consultorio Jurídico de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República.

Pero habían pasado 12 años de los hechos y la ley dice que el delito prescribió. Sin embargo, la denuncia alegaba que el tiempo para la caducidad debe comenzar a contar desde que la víctima se encuentra en condiciones de realizar la denuncia penal, ya que «se verifica una hipótesis de imposibilidad» del artículo 91 del Código del Proceso Penal.

Una vez realizada la denuncia, el 14 de diciembre de 2022, Milagros fue sometida a la pericia psicológica ya aludida. Allí se detalla que luego de la violación «comenzó a infligirse lesiones y desplegó síntomas depresivos, con ideas negativas persistentes, sentimientos de tristeza, angustia, conductas de aislamiento». Asimismo, se relata que se veían indicios de «ansiedad y angustia muy marcada», «llanto fácil», «verborragia» y «conductas basales alteradas (apetito y sueño)». En conclusión, atravesaba secuelas emocionales por todo lo vivido. Además, según la pericia, Milagros se percibía a sí misma como «dañada», «temerosa» y «con escasa confianza en el futuro». Así y todo, hacía esfuerzos por mejorar su situación; por ejemplo, se había postulado para cursar una maestría en el exterior.

La pericia concluyó que la joven «aporta un relato contextualizado, con escasos detalles específicos y vacíos, pero no por ello menos verosímil, acompañado de afectividad acorde», y que era una persona con una personalidad que presentaba «indicios de fragilidad emocional, sentimientos de indefensión, de inseguridad, baja autoestima y síntomas depresivos, todo lo cual la vuelve vulnerable en extremo».

El 8 de setiembre de 2023 su denuncia fue archivada por la Fiscalía Departamental de Segundo Turno. La fiscalía entendió que «la realización de una pericia física está descartada de plano atento al tiempo transcurrido; por otro lado, la pericia psicológica realizada a la víctima no aporta elementos concluyentes a la causa, lo que tampoco permite determinar o atribuir algún tipo de responsabilidad a los presuntos agresores». Por tanto, al no observarse «elementos objetivos suficientes» ni preverse que estos «puedan obtenerse en juicio oral», se dieron por cerradas las actuaciones.

El 15 de noviembre de 2023, la defensa de Milagros pidió un reexamen del caso. Era probablemente la última oportunidad de juzgar a los agresores. Casi un año después, el 16 de octubre de 2024, Milagros recibió un mensaje de texto de la Fiscalía en el que se le comunicaba que su causa había sido archivada nuevamente.

Nueve días después se quitó la vida.

***

Milagros asistía regularmente a sus consultas médicas, incluido el tratamiento psicológico y psiquiátrico.

Su primer intento de autoeliminación fue en 2023, cuando ingirió una gran cantidad de pastillas. Una de sus amigas tuvo que romper la puerta de su apartamento a golpes para poder entrar. Se salvó. La segunda vez fue en 2024, en el baño del policlínico CASMU. Ese día había ido a la emergencia por una «descompensación» y porque presentaba «ideaciones suicidas». Fue al baño, intentó colgarse con una bufanda, pero el personal de emergencia la encontró a tiempo.

La tercera fue la última.

El 23 de octubre llegó a la emergencia a las ocho de la noche. Su diagnóstico inicial fue «ansiedad» y la categorizaron como «Triage C4 leve», es decir, una paciente que puede esperar y no está grave. Aguardó a que la viera un psiquiatra, pero a las once de la noche le comunicaron que ese día no había médico de guardia.

Se retiró de la emergencia, pero a los 20 minutos tuvo que regresar. Esta vez la ingresan como un «Triage C3 moderado» y dejaron constancia de sus ideaciones de muerte y planificación suicida, de sus antecedentes de intentos de autoeliminación y de patologías psiquiátricas en tratamiento. Aun así, los médicos la hicieron aguardar al psiquiatra en la sala de espera, donde hizo un «episodio de excitación con conductas agresivas». Le administraron calmantes e ingresó a un box privado. No le quitaron ninguna de sus pertenencias con las cuales podría infligirse daño. A las cinco de la mañana se reportó nuevamente su «fuga» sin que el psiquiatra la hubiera valorado.

Regresó a las nueve de la mañana y fue nuevamente valorada como triaje C3. Avisó que se había tomado un blíster de alprazolam. Además, aclaró que desde hacía un mes estaba pensando en ahorcarse. Se la vio nerviosa y le indicaron 10 miligramos de diazepam sublingual. A la una de la tarde reclamó por atención psiquiátrica y avisó, nuevamente, que «se [iba] a ir de la emergencia y se [iba] a matar». En su historia clínica hay un registro tardío que indica que a las 14.43 se negó a recibir medicación. Con un ingreso también tardío, en la historia clínica se detalla que a las 15.32 la psiquiatra de turno la encontró con un paro cardiorrespiratorio por ahorcamiento con bufanda.

La situación por la que tuvo que atravesar Milagros se puede ver desde otra perspectiva si se consultan los informes de los interventores de la mutualista CASMU, que detallan el movimiento interno de las guardias por aquellas fechas.

En el documento, se señala que entonces se habían detectado en el policlínico «demoras en la atención de los pacientes en el servicio de urgencias, sobre todo en el caso de aquellos que esperan por una consulta de médico especialista». También se subraya que se observaban «dificultades en la cobertura de guardias», lo que afectaba negativamente la «asistencia a los afiliados». También constató que «la situación corresponde al ausentismo laboral no previsto y [a] licencias, que no han podido ser cubiertas». En lo que refiere a la asistencia psiquiátrica, el servicio contaba entonces con un médico especialista de retén 24 horas para atender los casos de urgencia; «una debilidad que tiene el servicio», según los interventores, era que «únicamente el 10 por ciento de los recursos humanos médicos tienen cargo titular, esta situación deriva en escaso compromiso del personal al momento de elegir una guardia y de asistir a la misma» (véase «La caja de pandora», Brecha, 12-XII-24).

Dahianna Romero, una de las abogadas que lleva adelante el caso, explicó a Brecha que no saben exactamente cuánto tiempo Milagros estuvo fallecida en el box. Además, narró que CASMU no quiso hacer la denuncia policial pertinente, que se debe hacer cuando hay una muerte violenta. La denuncia la hizo la psiquiatra llamando al 911.

Luego llamaron a sus familiares. El primero en llegar fue el padre, porque estaba en Montevideo. Lo hicieron pasar, le comunicaron el fallecimiento de su hija, dejaron que viera el cuerpo y lo hicieron esperar cinco horas en la sala de espera general con los demás pacientes, hasta que llegaron la madre y los hermanos.

***

Actualmente hay dos denuncias en curso. Por un lado, está la denuncia de abuso sexual que había radicado Milagros por primera vez en 2022. Esa fue tomada nuevamente por Romero y Santiago Mirande, que pidieron un examen. El caso fue desarchivado por tercera vez. Se está indagando a testigos que vieron los videos de Milagros y que escucharon a los abusadores contar la historia. La abogada de uno de los acusados concurre a revisar la carpeta fiscal periódicamente.

Por otro lado, está la denuncia que presentó la psiquiatra al 911, que en su momento fue archivada porque se entendió que la muerte era claramente una autoeliminación y no un homicidio. La causa fue desarchivada, pues se entiende ahora que el suicidio ocurrió por omisión de asistencia.

Por otra parte, en breve se iniciará una denuncia civil contra CASMU, los padres de los abusadores y el abusador que era mayor de edad al momento de los hechos. 

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