Y se apagaron las bombitas amarillas - Semanario Brecha
La suspensión del carnaval

Y se apagaron las bombitas amarillas

El jueves 17 de diciembre se tomó la decisión de suspender el carnaval, algo que no sucedía desde 1926. La resolución abre un panorama incierto que deja ver el entramado de actores sociales afectados, en Montevideo y en todo el país, por la inhabilitación del espacio de expresión artística más importante de la cultura popular uruguaya.

Nairí Aharonián

Cuando en octubre fue noticia que el Carnaval de Rio de Janeiro se suspendía por primera vez desde 1932, en las conversaciones uruguayas no sonaron demasiadas alarmas: «Eso acá es imposible, mirá si no va a haber carnaval». Claro, los números del avance del coronavirus en Brasil asustaban y la actitud de su presidente no ayudaba mucho, mientras que la cantidad de afectados directos en Uruguay era particularmente baja y hasta fue tomada casi como un conteo diario que pretendía llegar a cero. Hoy ese conteo se dio vuelta, la imagen de país-ejemplo-frente-a-la-pandemia comenzó a diluirse y, en consecuencia, los carnavales departamentales planificados para 2021 empezaron a suspenderse.

Quien hoy asoma la cabeza al complejo mundo del carnaval montevideano se encontrará con un entramado particularmente activo, porque no es cuestión de apagar la luz, cerrar la puerta y dialogar cuando se pueda pensar en el 2022. Son muchos los actores –cada vez más– e intereses que forman parte del asunto y que están en juego y, por tanto, muchas reuniones de fin de año para tratar el tema se entrelazan con las fiestas. Entre un encuentro con representantes de Daecpu (Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay) y otro con representantes de la Red de Escenarios Populares, el recién asumido gerente de Eventos de la Intendencia de Montevideo, ingeniero Pablo Barletta, conversó con Brecha. A pocos días de determinada la suspensión del carnaval, definió el momento actual como de «pleno proceso creativo», en un diálogo que se sostiene con todos los involucrados: «La intendencia tiene una responsabilidad muy sentida con la ciudadanía en general, y prioriza las cuestiones sanitarias antes que nada. En eso se alinea con el gobierno nacional, consulta permanentemente al Ministerio de Salud Pública, pide la colaboración del GACH y así toma la decisión, primero, de suspender los desfiles y, luego, el carnaval todo. Estamos preocupados y ocupados en las derivaciones que esto tiene desde el punto de vista cultural y laboral, y estamos buscando alternativas y posibilidades de encontrar soluciones a los problemas». Según Barletta, frente al complejo panorama, se decidió que la política de la intendencia, desde la gerencia de Eventos, fuera en dos grandes líneas: «Por una parte, haremos acciones que permitan tener una vela encendida con respecto al hecho cultural que implica el carnaval; por otra, vamos a buscar alternativas que contemplen, hasta donde podamos, las necesidades generadas en los sectores económicamente más afectados».

Según se ha calculado, cerca de 40 mil personas están directa o indirectamente involucradas en cuestiones laborales relacionadas con el carnaval. Uno de los sectores afectados es el de los tablados que cuentan con financiación municipal, que hoy se organiza a través de la Red de Escenarios Populares –formada por 19 espacios– y tiene una actividad comunitaria y de impacto social que sucede durante todo el año. Esas acciones barriales, en gran parte, logran desarrollarse gracias al ingreso económico que se obtiene durante carnaval. Según Luis Guerreiro –integrante de la red por el tablado del Monte de la Francesa, en Colón–, desde la intendencia han recibido señales alentadoras: «Según sus declaraciones, la intendenta Carolina Cosse apunta a tratar de que las transferencias económicas se mantengan para que nuestras organizaciones puedan continuar el trabajo que se realiza en el barrio durante todo el año. Nos han asegurado las intenciones de articular con la red. Barletta ha reafirmado la continuidad del programa, que incluye los escenarios populares, en el que la intendencia hace una inversión grande para que el carnaval llegue a todos y la comunidad hace un aporte para que funcionen los escenarios, y así se genere un superávit que va a volcarse en las mejoras de los barrios, las policlínicas, las escuelas, la capacitación en talleres, etcétera». Guerreiro entiende que este es un buen momento para repensar algunas lógicas en la estructura y dinámica del carnaval: «Las épocas de crisis son las mejores para buscar soluciones creativas. Carnaval no es el concurso oficial, es mucho más que eso. Capaz que es momento de generar otra cosa a través del diálogo en una mesa formada entre todas las partes. Nosotros, como laburantes en la comunidad, estamos dispuestos a crear espacios para seguir encontrándonos».

En la misma línea que Guerreiro, se expresa Nicolás Lasa, edil por el Partido Socialista y analista radial de carnaval, que fue uno de los acompañantes de Carolina Cosse durante la última campaña electoral y estuvo presente en reuniones vinculadas a la fiesta en cuestión. Lasa sostiene que haber puesto el carnaval en pausa puede servir para promover ciertas reflexiones y romper algunas inercias: «El carnaval es un evento disruptivo, desde sus orígenes ha roto las relaciones de poder. Me da la sensación de que el carnaval montevideano es muy conservador en su estructura y habilita pocos espacios para lo nuevo. Lo nuevo aparece en cuentagotas, hay un montón de movimientos que no logran ser incluidos y ahí hay una discusión, porque, por lo general, ganan las lógicas más tradicionales. Cuando se quieren hacer cambios y se empiezan a promover en las proximidades de la fiesta, ese es el argumento principal para desestimarlos: decir que lo mejor es pasarlos para más adelante. Creo que este parate permite reflexionar acerca de qué carnaval es el que queremos, cuál es el que necesitamos y cuál es el que deberían respaldar cada uno de los distintos actores que inciden en él y lo componen. Como carnavalero, creo que hay intereses diversos –comerciales, artísticos, de esparcimiento–. Todos confluyen y lo hacen en el marco de un concurso. En el caso de la intendencia, lo que creo que tiene que promover no es la generación de una plataforma de streaming para que algunos hagan negocios, sino tratar de que se dé una fiesta plenamente accesible, territorial, en un esfuerzo más significativo que el que se hace por el concurso. Incluso a nivel de concurso sería fundamental incorporar todas las voces que forman el carnaval y dejar de tener un diálogo bilateral y exclusivo con Daecpu».

Al espíritu de mesa ampliada, se suma el Sindicato Único de Carnavaleras y Carnavaleros del Uruguay (SUCAU), surgido en los últimos años con la intención de hacer valer una voz usualmente invisibilizada. Su vocera, Myrian Bertolini, entiende que deben suscitarse ámbitos en los que incluso el público participe de las decisiones: «Nadie le pregunta nada a la gente. ¿A usted qué le parece el carnaval que tenemos? Se pueden habilitar discusiones muy enriquecedoras que ayuden a no centrar el carnaval en el concurso y a buscar definiciones que no vengan siempre del mismo lado». Bertolini trae a cuento el 1.er Congreso de Carnaval, de 1990, que la tuvo como participante en su rol de periodista en CX 30: «Se produjo algo totalmente novedoso, que nació de la inquietud de Antonio Iglesias –por entonces, presidente de Daecpu–, con varias comisiones que funcionaron en varios lugares, con discusiones diversas, y se pudieron hacer cosas interesantes. Sería bueno retomar la generación de esos ámbitos». Además de planificar para hoy, 23 de diciembre, una reunión con representantes de las diferentes oficinas que integran el entramado de políticas culturales de la intendencia, en lo inmediato, SUCAU espera concretar reuniones con el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, ante la preocupación por la realidad laboral de quienes forman parte de los conjuntos carnavaleros perjudicados por la suspensión: «Lamentablemente aún no hemos hecho lo suficiente para que los trabajadores del carnaval puedan estar registrados ante el BPS y el Ministerio de Trabajo, por lo tanto no podemos pretender que se considere el seguro de paro, pero sí un subsidio especial, certificado por el registro de participantes del carnaval 2021, que está en la intendencia. Ojalá contemos con la buena voluntad del ministro», señaló Bertolini.

El nuevo gerente de Eventos fue consultado por esta posibilidad, repetida en testimonios, de leer el momento como una oportunidad para discutir el carnaval en profundidad. Si bien dejó clara su postura de abrir el diálogo a la mayor cantidad de actores posibles, Barletta no comulga con esa apreciación: «En relación con el carnaval, nosotros al asumir nos subimos a un tren en movimiento, andando a 100 quilómetros por hora, con cosas a definir ya mismo. Si querés que el tren no se descarrile, no sé si, cuando te subís, cambiás el motor o el maquinista. Por lo tanto, no estoy convencido de que sea el momento de hacer cambios estructurales, porque creo que no se hacen a golpe de balde, sino pensándolos muy bien».

En las reuniones que Barletta tuvo con Daecpu frente a la imposibilidad de desarrollar el Carnaval Oficial con normalidad, uno de los temas tratados fue la propuesta, de parte de la asociación, de crear productos televisivos. La idea ya había sido comentada por integrantes de la dirección de Daecpu con los medios de comunicación. Su prosecretario, Jorge Ferreira, conversó con Brecha sobre la situación actual del proyecto: «Tuvimos una reunión con Tenfield y la empresa está al firme, esperando lo que puede suceder después del 10 de enero, para generar contenidos utilizando algunas plataformas. Esto lo consultaremos con la Intendencia de Montevideo y haremos una asamblea para mantener informados a todos los directores responsables, y así ver cuáles serían los conjuntos que estarían en condiciones de participar». Consultado por la realidad del vínculo contractual con la empresa que tiene los derechos televisivos del carnaval, Ferreira afirmó: «Tenfield está a total disposición de lo que podamos hacer, para ir con las cámaras a donde sea y generar lo que se pueda generar, para así destinar el dinero a Daecpu, los directores responsables y los componentes, que en su mayoría arreglan económicamente por escenario». En torno a la posibilidad de crear algún tipo de fondo de ayuda para los trabajadores, declaró: «Daecpu está pensando cómo encontrar una ayuda económica, no sólo ahora, sino en el correr del año. Si llegamos a generar esos contenidos audiovisuales, es lógico que habrá retribución; no sabemos de qué forma ni cómo. Queremos armar una mesa redonda con los protagonistas para ver cómo podemos ayudar».

Más Carnaval es un proyecto surgido de la comisión Tercera Pata del SUCAU. Durante el carnaval de 2020, estableció vínculos con distintos centros culturales, clubes y espacios diversos de Montevideo y Canelones que derivaron en la realización de tablados gratuitos de gestión comunitaria. Se trata de un colectivo conformado por conjuntos carnavaleros que, por diversos motivos, se abrieron –o, directamente, nunca participaron– del carnaval conocido como «oficial». Durante estos meses, Más Carnaval avanzó en gestiones con el Proyecto Esquinas de la intendencia para tener algunos escenarios a disposición durante febrero y marzo. En las últimas horas, algunos días después de la suspensión del 17, la Secretaría de Descentralización Cultural de la intendencia –que está a cargo de Esquinas– informó a la comisión Tercera Pata que la posibilidad de que Más Carnaval gestionara esos tablados debía quedar sin efecto, considerando la situación sanitaria y social. Aun así, y en respuesta a la presencia de Daecpu en los medios, integrantes de Más Carnaval elaboraron un texto que será presentado por el SUCAU en la reunión con Cultura de la intendencia en el día de hoy. Horacio Pezaroglo es miembro de la murga La Gran 7, uno de los grupos que integran el colectivo: «Hicimos un carnaval alternativo y nos fue muy bien. Ofrecemos nuestra experiencia, la ponemos al servicio para que se utilice. Nuestra organización puede ampliarse porque el espíritu de Más Carnaval es abierto también para los conjuntos que concursan», profundizó.

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