Zarpado en brillo - Semanario Brecha
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Antonio Gasalla (1941-2025)

Zarpado en brillo

No fue menos que Alfredo Alcón, el actor canonizado de la patria, pero nació comediante –porque comediante se nace– y si a quien ejecuta el drama lo llaman intérprete, figura, artista, al que hace humor lo llaman humorista. Y entonces allí baja el precio de algún tipo de consideración, entonces algo allí se deprecia. Como si la comedia no pudiera soltarse nunca del amarre popular, de masas, así se trate de Les Luthiers en el Colón o de Monty Python en el Piccadilly. Siempre, al final, el chiste vale menos que el llanto.

En el camarín, en el año 1975 Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Fondo Archivo Crónica

No fue menos que nadie Antonio Gasalla, ni quizá más que ninguno. Pero nació bufo, nació clown. Es especialmente desolador que haya muerto sin recordar quién fue. ¿Y qué lo coloca en el Olimpo de los grandes? ¿Por qué merece el mármol de los únicos o de los tan pocos? Un gran artista comprende su tiempo y con las herramientas de su arte, lo expresa. Pero un artista mayor, además, anticipa el tiempo que vendrá.
El palacio de la risa nació en 1993, un año antes de que la Argentina tuviera su primera conexión a internet. Por entonces nos imaginábamos un mundo autómata, robotizado, un mundo hecho de unos y ceros en el que las emociones cederían terreno a manos de la función operativa de las cosas. Resulta que la revolución digital, 30 años después, nos tiene a todos exaltados, rabiosos, entran...

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