Zika, mosquitos transgénicos y la teoría del shock - Semanario Brecha

Zika, mosquitos transgénicos y la teoría del shock

Las estrategias basadas en combatir el Aedes aegypti no abordan las causas subyacentes que dan lugar a virus como el Zika. El mosquito transgénico OX513A, utilizado para reducir la población del vector, no está listo para su comercialización pues no se ha comprobado que reduzca la enfermedad. Mientras, el capitalismo aprovecha la situación para favorecer a los grupos de poder.

Foto: Rafael Neddermeyer, fotospublicas.com

En Uganda, los bosques de Zika son un lugar calmado, rico en flora y fauna, y que dio nombre a la enfermedad que está causando revuelo en América Latina: la fiebre del Zika.

Naomi Klein, en su libro La teoría del shock, analiza cómo el capitalismo aprovecha situaciones extremas para crear escenarios propicios para incidir en decisiones que favorecen a los grupos de poder, y que de otra forma sería imposible implementar. Eso está sucediendo con la emergencia de enfermedades como el Zika y el dengue, trasmitidas por vectores. En 2015 sucedió con el ébola y antes con la gripe “porcina”. En todos estos casos, se gestaron grandes fortunas sin que en realidad se abordaran las causas de estas epidemias, ni se les diera solución.

El virus del Zika fue aislado por primera vez en 1947 en Uganda (en monos), cuando un grupo de científicos investigaba la fiebre amarilla. A pesar de los estragos que está produciendo en nuestra región, sólo ha habido dos casos en Uganda en 70 años, tal vez porque la gente allá desarrolló defensas inmunológicas al virus. Las primeras infecciones en humanos se detectaron en 1952 en Uganda y Tanzania. A partir de 2007 se presentaron casos en Oceanía. Ahora se presenta como una epidemia en América Latina.

El 3 de marzo de 2016 la Organización Mundial de la Salud produjo un documento con una cartografía de la cartera de investigación y desarrollo para atacar el Zika, y convocó al Grupo Asesor en Enfermedades Trasmitidas por Vectores (Vcag) para que evaluara las nuevas herramientas propuestas, que incluyen métodos de diagnóstico, medicinas profilácticas, vacunas y control del vector. Tras la mayoría de ellas hay empresas farmacéuticas. El objetivo final es que la Oms dé prioridad a los productos médicos. Y muchas de estas propuestas se basan en el control del vector.

Un enfoque de combate a la enfermedad centrado en el control del mosquito, a costa de todo, implica el uso de químicos peligrosos, como el larvicida piriproxifen, que fue introducido en Brasil en 2014; un inhibidor del desarrollo que produce alteraciones endócrinas y es teratogénico. Otro químico usado es el malathión, un insecticida organofosforado considerado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc) como potencialmente cancerígeno para los seres humanos. Es decir que se está envenenando a la población pobre para controlar al mosquito, y sin que tengamos seguridad de que baje la incidencia de la enfermedad.

Siguiendo este mismo abordaje, uno de los temas que evaluará el Vcag es el uso del mosquito transgénico OX513A para reducir la población del vector.

Este mosquito transgénico fue desarrollado por Oxitec, una empresa formada con investigadores de la Universidad de Oxford y que fue adquirida en 2015 por Intrexon, una empresa especializada en biología sintética.

Oxitec ha manipulado genéticamente cepas del mosquito para que el macho deje descendencia no viable cuando se cruza con una hembra silvestre. Es una especie de “mosquito terminator”. Teóricamente sólo se libera al macho (que no trasmite el virus porque no pica). La separación entre hembras y machos en el laboratorio es manual, basándose sólo en el tamaño, por lo que la posibilidad de que hembras transgénicas se infiltren y sean liberadas, es alta.

Por otro lado, si el mosquito transgénico logra eliminar o disminuir las poblaciones silvestres de Aedes aegypti, dejará el nicho desocupado para que otro mosquito, el Aedes albopictus –también vector del Zika y el dengue–, lo ocupe, pues disminuirá la competencia por los sitios de reproducción y alimento.

Otro problema es que el mosquito OX513A no sólo sobrevive en presencia de tetraciclina, puede reproducirse y perdurar por varias generaciones. Recordemos que la tetraciclina es un antibiótico muy usado en la industria avícola, acuícola, en medicina humana y veterinaria, por lo que ahí hay un riesgo adicional.

La empresa ya llevó a cabo experimentos con estos mosquitos en Panamá, en las Islas Caimán, en Malasia y en el estado de Bahía, en Brasil. Sus resultados son muy discutibles. En un informe sobre las liberaciones del mosquito OX513A hecho en Panamá se evidenció que ésta no es una zona donde el dengue sea un problema epidemiológico: el último brote se había dado cinco años antes, y en 2014 se habían registrado sólo cinco casos, por lo que resulta difícil asegurar que el mosquito transgénico haya sido un éxito en la lucha contra el dengue.

En todo caso, la evaluación hecha por el grupo de control de vectores de la Oms, en su reunión de marzo de 2016, concluyó que el mosquito transgénico no está listo para su comercialización, pues no se ha comprobado que esta técnica reduzca verdaderamente la enfermedad.1

Según el experto Julius Lutwama, virólogo jefe del Instituto de Investigación de Virus de Uganda, otro problema que tienen las estrategias basadas en el control de los vectores es que existen 3.500 especies conocidas de mosquitos, y la mayoría de ellas no molesta en absoluto a los humanos: viven de las plantas y del néctar de las frutas. Sólo 6 por ciento de las hembras chupa sangre de humanos, y de éstas sólo la mitad es portadora de parásitos que pueden causar enfermedades.

Además, las estrategias basadas en combatir al vector no abordan las causas subyacentes que dan lugar a estas epidemias.

La Asociación Brasileña de Salud Colectiva (Abrasco), al referirse al problema de la microcefalia (epidemia en ese país), evalúa que la mayoría de madres de niños con microcefalia viven en las zonas más pobres, donde los sistemas de saneamiento son deficientes, hay una creciente degradación ambiental, una inmensa presencia de residuos sólidos de los hogares y deficiencias en el drenaje de agua de lluvia. El acceso al agua potable es intermitente, y por eso las familias tienen que almacenarla, lo que no sólo daña su calidad, sino que es un nicho ideal para la reproducción del vector.

Enfermedades como el Zika, el dengue, la malaria se incrementarán a medida que se agudiza el fenómeno de El Niño, que es otro de los factores que ha influido en la proliferación de estas epidemias. Mientras se mantenga el sistema que prioriza la generación del capital a costa de la salud y la naturaleza, será difícil.

*    Profesora de biodiversidad en la Universidad Politécnica Salesiana de Ecuador.

  1. Véase www.who.int/neglected_diseases/news/mosquito_vector_control_respo…

(Tomado de Sinpermiso. Brecha reproduce fragmentos. Fuente: www.grain.org/article/entries/5443-zika-mosquitos-transgenicos-y-la-teoria-del-shock)

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