Nos habíamos conocido de pasadita cuando realizamos las Jornadas de la cultura uruguaya en México, en agosto de 1977. En el acto artístico inaugural, el domingo 21,1 en la Sala Nezahualcóyotl en Ciudad Universitaria en el DF, ahora Ciudad de México, cantó Alfredo, junto a Daniel Viglietti, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, Amparo Ochoa y Tania Libertad.
Alfredo llegó en 1979, no recuerdo la fecha exacta, pero a los dos días de haber llegado lo conocí en un hotel del centro de Ciudad de México. El contacto lo hicieron Lilí Guemberena, amiga de Alfredo, y Modesto López, editor de Discos Fotón (casa editora del Partido Comunista Mexicano). La idea era conocer a Zitarrosa ya que yo iba a diseñar sus discos. Empezamos a conversar a las 10 de la noche y terminamos a las 10 de la mañana. Lo primero que me dijo fue que yo tenía toda la libertad para hacer la portada de su Adiós Madrid, disco despedida del exilio en España. El diseño le gustó y entablamos una amistad muy grande. En su estadía en México participó en innumerables conciertos tanto políticos como artísticos a secas.
En 1980 sacamos el disco Si te vas y Alfredo Zitarrosa. Textos políticos, 20 años de compromiso, 1960-1980. Para este último yo le ayudé a desgrabar las letras ya que las cambiaba, y el disco era un álbum con doble tapa y un librillo que contenía las versiones del acetato. Alfredo era muy meticuloso con las letras y en el tema “Diez décimas de autocrítica” cuando dice: “…las duras consignas del bocamaro/ que se riman al reparo/ de este pueblo vigilante, ni canté el verso rampante/ del poeta consagrado”, él borró la palabra “bocamaro” y le puso “ruido de púa”. Yo le pregunté: “¿Y eso, Alfredo?, y ese compañero admirable me dijo: “No, Flaco, eso fue en un momento histórico. Ahora estamos en otro, ahora es necesaria, más que nunca, la unidad”, y yo me dije “¡Pah! ¡Chupate ésa!”.
Años después, muerto Alfredo, llegó a mi casa una noche Coriún Aharonián con la primicia del disco Textos políticos editado en CD. Una gran alegría. Pero… le comento después de escucharlo que las “Décimas de autocrítica” venían con la versión anterior de la letra donde incluía aquel término. El petiso se agarraba la cabeza…
En 1980 participamos en el festival del periódico Oposición del Partido Comunista, que se hacía todos los años, al estilo de L´Humanité en Francia o al de L’Unità en Italia, diseñamos el stand e hicimos pegotines con el sol en dorado de la portada del disco de la canción política, y Zitarrosa lo presentó y autografió en nuestro puesto. Fue todo un suceso.
Alfredo tenía una excelente relación con toda la colonia uruguaya. En cuanto acto se nos ocurriera que pudiera cantar, Alfredo siempre estaba puesto. Así fuera una celebración o un acto político o un asado con truco. Eso sí, siempre añoraba Uruguay, siempre soñando con volver y muy preocupado por su producción artística en el exilio.
Estando en México viajó a muchos lados, ya fuera una gira artística o alguna actividad política internacional, como sus viajes a Cuba, Nicaragua, etcétera.
Vivía en una hermosa casa en Coyoacán con su mujer Nancy y sus dos hijas, Carla Moriana y Serena. Allí tenía su estudio de grabación donde a veces trabajábamos juntos mientras mis hijos, Florencia y Nicolás, jugaban con las hijas de Alfredo.
EN ESCENA. Zitarrosa nunca se negó a actuar en actos políticos de masas en solidaridad con las causas justas del pueblo mexicano o de cualquier otra nación, pero también actuó en muchos teatros y salas de concierto. Hasta ahora si decís en México que sos uruguayo, inmediatamente te hablan de Luis Suárez y de Zitarrosa. Fue un fenómeno social aquí, igual que en Uruguay. En escena tenía un estilo muy peculiar, siempre impecable de traje negro, camisa blanca, corbata y peinado a la gomina. Muchos mexicanos decían que les recordaba a Marco Antonio Muñiz, también siempre de traje negro, corbatín y peinadísimo, yo creo que era más afín a figuras señeras del canto popular mexicano como el Negro Ojeda, Óscar Chávez, Gabino Palomares, Amparo Ochoa, Tania Libertad, Eugenia León, Sanampay con Naldo Labrín, también arreglador de Zitarrosa, los Folcloristas, La Nopalera.
Creo que su éxito también se explica porque sí hubo y hay una sensibilidad compartida, en los temas sociales, políticos y por la manera de cantarle al amor, a la mujer, y también por la forma de abordar los temas cotidianos como en “Jacinto Cenobio” de Pancho Madrigal.
TAPAS. Cuando Alfredo llega a México en el 79, yo ya hacía tres años que trabajaba en Ediciones de Cultura Popular, la editorial del Partido Comunista Mexicano y de ahí en Discos Fotón. Trabajaba directamente con Elvira Bórquez, la directora y con Modesto López, músico y editor argentino, y gran amigo. Ahí hice las tapas de sus discos. El primero fue Adiós Madrid, que lo sorprendió y le gustó mucho. Luego fue Si te vas y el de la canción política, y el último fue Volveremos.
De las portadas que hice para Zitarrosa me gustan todas, pero en orden Si te vas porque me parece un hermoso dibujo con una atmósfera muy intimista; Adiós Madrid porque es muy mía; la de Textos políticos porque es muy de la patria vieja; y Volveremos es la menos agraciada. Sé que a Alfredo no le gustó mucho porque me lo dijo:“Flaco, te rompiste poco para la portada” y yo le contesté: “Y claro, vos también con ‘Volveremos, volveremos, volveremos’, ¿no?”. Nos reímos mucho. Pero creo que la tapa no estuvo a la altura.
La amistad y la experiencia de haber trabajado con Alfredo es de las cosas que más atesoro.
- El martes 23 y el miércoles 24 cantó en el auditorio de la Facultad de Medicina; dos días después lo hizo en el auditorio Justo Sierra y al día siguiente de nuevo en la Sala Nezahualcóyotl. Finalmente, en la clausura de las Jornadas compartió escenario con Luis Gabriel (Colombia); Miriam Ramos, Los Bravos, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés (Cuba); Sunny Paz (Estados Unidos); Los folcloristas, Amparo Ochoa, Oscar Chávez (México), Tania Libertad (Perú); Roberto Darwin, Daniel Viglietti y Camerata Punta del Este (Uruguay).