El XII Congreso del Pit-Cnt terminó el miércoles de la semana pasada con una gran muestra de unidad. Tras una ardua negociación, las distintas corrientes que actúan en el seno de la central sindical acordaron llevar una lista de consenso para la elección del Secretariado Ejecutivo. De esta manera, Fernando Pereira, dirigente del sindicato de magisterio (Fum-Tep), se convirtió en el nuevo presidente de la Mesa Representativa, mientras que José Lorenzo “Joselo” López, salido de las entrañas del sindicato del Inau (Suinau) y representante de los funcionarios del Estado (Cofe), es el nuevo vicepresidente, Marcelo Abdala, del sindicato de los metalúrgicos (Untmra), es el nuevo secretario general.
“Esto salió demasiado bien, hasta no me gusta que haya sido así”, bromeó uno de los dirigentes del Pit-Cnt. El semanario Búsqueda, que recoge la anécdota en su edición de la semana pasada, aclara que el dirigente tenía sus razones para estar tan feliz. Más del 95 por ciento de los participantes había respaldado con su voto a la nueva Mesa Representativa, con 44 gremios titulares y ocho suplentes.
Fue el congreso con mayor participación en la historia del sindicalismo uruguayo por su número de delegados (1.154), pero también porque representó a 400 mil afiliados. En su apertura contó con la presencia del presidente, Tabaré Vázquez. Fue la primera vez que un mandatario formó parte de un acto de este tipo. Delegados de otros países (Brasil, Francia, España, Argentina, Colombia, Nicaragua, Italia y otros), siempre según la crónica de Búsqueda, reconocieron el carácter ejemplar y modélico del movimiento sindical uruguayo. Es que en la mayoría de esos países existen entre tres y siete centrales sindicales. La central sindical única uruguaya es tomada, dijeron, como un ejemplo en el mundo.
En el Uruguay progresista produjo disgusto e indignación el hecho de que no hubiera mujeres en la cúpula de la central sindical. Las autoridades electas ya prometieron corregir esta situación. En el Uruguay progresista, en cambio, no produjo mayor desazón, ni escándalo, ni indignación, ni crítica el hecho de que el compañero Joselo López hubiera sido entronizado en la cúpula de la central sindical.
La promoción de Joselo López a la vicepresidencia del Pit-Cnt es sólo un hito más en una larga y vergonzosa historia: la crónica de cómo los dirigentes de la central única de trabajadores han decidido ser moral y políticamente cómplices de la tortura en los centros de detención de adolescentes del Inau.
En los centros de detención de adolescentes se tortura desde hace mucho. Tres organizaciones que trabajan en la defensa de los niños y los adolescentes –la Oficina Internacional Católica de la Infancia (Bice), Vida y Educación (Vye) e Infancia y Adolescencia Ciudadana (Iaci)– presentaron hace más de diez años, en marzo de 2004, un documento reservado ante la Suprema Corte de Justicia elaborado a partir de diversos informes, entrevistas y expedientes de juzgados de menores. En ese documento se alertaba sobre la práctica sistemática de la tortura en centros de detención desde el año 1996, por lo menos, y también acerca de la impunidad de sus ejecutores. El contenido del documento fue dado a conocer en su oportunidad en el diario La República (14 de junio de 2004) por el periodista Roger Rodríguez.
Conforme la situación se fue haciendo cada más pública –y quizás también más grave–, los dirigentes del sindicato se vieron en la obligación de pronunciarse públicamente acerca de la situación de los “compañeros” en que recaían las graves denuncias. La dirección del sindicato cerró filas desde el primer momento con los torturadores. También los dirigentes del Pit-Cnt se vieron en la obligación de pronunciarse sobre esta situación. Su actitud ha sido, sistemáticamente, la de mirar para el costado, chiflar bajito, defender al sindicato –y transitivamente, por tanto, a los torturadores–, amén de promover en forma activa y al parecer entusiástica al principal referente de la tendencia mayoritaria del Suinau a los cargos de mayor jerarquía de la central sindical.
No todo el mundo corrió a sacarse la foto con Joselo. No todos los trabajadores del Inau son cómplices de los torturadores. En 2007, después de que la directiva del sindicato –actuando en defensa de tres funcionarios destituidos por diversos delitos– instalara como forma de protesta una carpa en la puerta del directorio del Inau, 200 trabajadores tomaron distancia de la mayoría del Suinau en una carta a la opinión pública: “No hablan en nuestro nombre los que detrás de posturas de supuesta defensa de los trabajadores olvidan decir que la enorme mayoría de los trabajadores del Inau no queremos ser cómplices de prácticas abusivas y violatorias de los derechos de ningún niño, niña o adolescente”.
Pero esa actitud honorable no fue la de los dirigentes del Pit-Cnt. Ellos decidieron ponerse del lado de los torturadores en 2007, y desde entonces hasta ahora han mantenido su alineamiento. “Hay que esperar a que aparezcan los datos y ver si hay pruebas contundentes”, dijo a Brecha en su momento (8 de junio de 2007) el entonces dirigente Juan Castillo. El periodista Daniel Erosa le preguntó al actual director nacional de Trabajo si con los elementos que manejaba el Departamento de Sumarios de la División Jurídica del Inau, que había confirmado la existencia de torturas no como un hecho aislado sino como una práctica sistemática, no correspondía que los dirigentes de la central sindical, históricamente defensora de los derechos (de algunos) humanos, adoptaran una actitud firme e intransigente al respecto. “La cosa es muy vidriosa…”, respondió Castillo.
“A los compañeros no se los delata, se los protege.” Esa es la bandera que ha levantado la tendencia mayoritaria del Suinau durante todos estos años (véase Brecha, 7-IX-12), y bajo la sombra de esa bandera se ha amenazado, hostigado e incluso expulsado del sindicato a quienes se han animado a denunciar los abusos y las enfermizas lógicas del encierro. La dirigencia del Pit-Cnt, por desidia, por cobardía, o por lo que fuere, ha apoyado con cierto cinismo a la tendencia mayoritaria del sindicato en esta actitud. Exactamente al revés de lo que dice la expresión popular, los hombres que hacen política son dueños de sus palabras y esclavos de sus silencios. Muchas veces callándose simplemente la boca, la cúpula de la central sindical eligió por quién tomar partido. Y no fue por las víctimas ni por los trabajadores honestos y valientes que denunciaron los abusos.
En la Colonia Berro jamás habrá un museo de la represión. En el lugar donde mataron a Fabián Tomé jamás habrá una marca de la memoria. Los actuales dirigentes del Pit-Cnt jamás exigirán juicio y castigo para los torturadores del Inau. Para ellos no habrá escraches ni condenas altisonantes.
La dirigencia de la central sindical es moral y políticamente responsable de que se perpetúe la tortura en los establecimientos de detención de adolescentes. Ellos son cómplices. Todos ellos, todos los que están en la foto con Joselo. Y también otros que no salieron en la foto porque fueron promovidos a cargos en el gobierno progresista. Todos ellos tienen las manos sucias. Han chiflado bajito y mirado para el costado cada vez que las organizaciones de derechos humanos han denunciado la situación. Los dirigentes del Pit-Cnt no votan encarcelar niños, pero se hacen los giles cuando se trata de investigar a quienes los violan y los cagan a palos. Y además promueven a quienes defienden y dan cobertura a los torturadores a las más altas jerarquías de la central sindical.
El miércoles de la semana pasada fue elegido vicepresidente del Pit-Cnt el compañero Joselo López. Compañero, sí, pero ¿de quién? Mío no.