Recitales, libros, cancioneros, discos, audiovisuales, nada parece suficiente cuando se trata de evocar a uno de los músicos más queridos y admirados de nuestro país. El primero en largar fue el Teatro Solís, el 10 de noviembre, con el recital Darno 70, bajo el impulso del incansable Víctor Cunha y la dirección artística de Ernesto Tabárez. Según contó él mismo, el año pasado Cunha lo puso entre la espada y la pared: «Es tu responsabilidad. Esto se lo debés a Eduardo»,1 le dijo, y Tabárez se lo tomó a pecho. Así, juntó una banda estable de «músicos del Darno» (Carlos da Silveira, Alejandro Ferradás, Gustavo y Francisco Echenique) y con él mismo en guitarra y voz convocó, en nuestro principal teatro, a generación tras generación de eduardianos conversos, comenzando por los contemporáneos de...
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