«Esperamos que Uruguay use su buen vínculo con Israel para pedirle que respete lo resuelto por la ONU» - Semanario Brecha
Con el embajador de Líbano en Uruguay, Ali al Ghazzawi

«Esperamos que Uruguay use su buen vínculo con Israel para pedirle que respete lo resuelto por la ONU»

Marcha por Palestina a un año del genocidio en Gaza, en la explanada de la Intendencia de Montevideo Héctor Piastri

«Tengo esperanza en Uruguay», sostuvo a Brecha el embajador libanés en Montevideo, Ali al Ghazzawi. «Es un país con un largo historial de apuesta a la paz, el respeto del derecho a la autodeterminación y la defensa del derecho internacional.» Por eso espera que las autoridades uruguayas, «junto con el resto de los países latinoamericanos», presionen a Israel para que acepte un alto el fuego y detenga su invasión y bombardeo a Líbano, que al cierre de esta edición ya había dejado 1,2 millones de desplazados, 2.500 muertos y 11.800 heridos, en su gran mayoría civiles. Las operaciones israelíes han incluido, además, ataques a la fuerza de paz de la ONU en Líbano (Unifil, por sus siglas en inglés). Ataques que, de acuerdo con un reciente informe del periódico británico Financial Times, han alcanzado ya la docena y han incluido la destrucción de partes de bases de la Unifil, la invasión de estas por tanques israelíes y hasta el uso de fósforo blanco contra personal de las misiones de paz.

«La historia hablará de esto», dice el embajador libanés, que entiende que lo que sucede hoy en su país es que «Israel quiere hacer allí lo mismo que ha hecho en Gaza», el territorio palestino donde, según la ONU, Tel Aviv lleva destruido en el último año cerca de 70 por ciento de los edificios y ha desplazado por la fuerza a más de 90 por ciento
de la población. Israel comenzó el 1 de octubre su sexta invasión a Líbano desde 1978 y su gobierno ha afirmado públicamente que su guerra no es contra el pueblo libanés, sino contra la organización armada Hezbolá, y que su meta es pacificar la zona sur del país vecino y detener los ataques con misiles que han desplazado a 300 mil israelíes y matado a más de 70 en el último año. «Eso es mentira», dispara Al Ghazzawi, que sostiene que la operación israelí es «un ataque contra todo Líbano» y se pregunta por qué, si el objetivo es la organización chiita Hezbolá, Israel ha atacado pueblos católicos maronitas como Aitou, en el norte del país, donde el 14 de octubre mató a más de 20 civiles.

Además, Al Ghazzawi insiste en que Hezbolá, una organización creada para resistir la invasión y la ocupación israelíes de 1982 y que participa en las elecciones libanesas, «es parte de Líbano». «Necesitamos ya un alto el fuego basado en la resolución 1.701 del Consejo de Seguridad de la ONU», afirmó el diplomático, y recordó que una propuesta en ese sentido presentada por Estados Unidos y Francia el 21 de setiembre fue rechazada por Israel. Según el canciller libanés, Abdallah Bou Habib, en declaraciones a CNN a comienzos de octubre, el líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, había aceptado esa propuesta antes de ser asesinado por Israel con un bombardeo masivo en una zona residencial de Beirut.

Para el embajador, «buena parte de los problemas en Oriente Medio es que Israel se niega a aceptar cualquiera de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU». Al respecto recordó las resoluciones del Consejo de Seguridad 242 (adoptada tras la guerra de 1967 y que Israel viola hasta hoy al mantener su ocupación de los territorios de Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán) y la 1.701. Aprobada por unanimidad en 2006, al final de la anterior invasión israelí a Líbano, esa resolución llama a un cese total de las hostilidades entre Israel y Hezbolá, el desarme de ese grupo armado, la retirada de la franja al sur del río Litani (que corre 29 quilómetros al norte del límite entre Líbano e Israel) de Hezbolá y de cualquier otro grupo armado, excepto el Ejército libanés y la Unifil, y la partida completa de las fuerzas israelíes de Líbano.

«La única solución a lo que está sucediendo hoy es implementar esa resolución, con el despliegue del Ejército libanés en todo el sur del país y la cooperación de la Unifil», insistió Al Ghazzawi a Brecha. Precisamente es el incumplimiento de esta resolución lo que Israel denuncia como una de las causas de la violencia actual: Hezbolá nunca fue desarmado y no se ha retirado de la franja al sur del Litani, lo que le ha permitido lanzar miles de misiles y drones hacia Israel desde que declaró, el 8 de octubre, su solidaridad con la lucha de Hamás en Gaza. Si Líbano hubiera cumplido su parte, afirman las autoridades israelíes, Tel Aviv no estaría operando ahora en territorio libanés. Para Al Ghazzawi, las afirmaciones de Israel son hipócritas; el embajador reiteró a este semanario lo afirmado en febrero por el primer ministro interino de Líbano, Najib Mikati. Según Mikati, Israel ha cometido «35 mil violaciones» de la resolución 1.701 desde el día mismo de su adopción, incluidas «constantes violaciones de la soberanía aérea, terrestre y marítima de Líbano». Es un hecho reconocido a nivel internacional que las fuerzas israelíes nunca se retiraron plenamente del territorio libanés y que hasta la actualidad ocupan la aldea libanesa Ghayar y las colinas que rodean a la localidad Kfar Shuba. Además, también mantienen bajo su control las llamadas Granjas de Shebaa, un territorio reclamado tanto por Líbano como por Siria.

En Líbano, según su embajador, «Israel apuesta a una estrategia de tierra arrasada, usando fósforo blanco» y cometiendo «crímenes de lesa humanidad» como el ataque de los bíperes del 18 de setiembre. Según Israel, este fue un ataque de precisión contra los líderes de Hezbolá y un hito de sus servicios de inteligencia, pero para Al Ghazzawi es «un muy peligroso antecedente a nivel internacional», con un Estado interviniendo dispositivos electrónicos de otro país y dejando más de 3 mil heridos.

El diplomático dijo que pudo transmitirle estas preocupaciones al gobierno uruguayo en la reunión que mantuvieron el 10 de octubre los seis embajadores de los países de la Organización para la Cooperación Islámica con representación en Uruguay con el canciller Omar Paganini. «Dado que Uruguay juega un rol importante en misiones de paz de la ONU y mantiene un buen vínculo con Israel, esperamos que use su influencia para pedirle que implemente la resolución 1.701.» Consultado sobre la respuesta de Paganini, Al Ghazzawi remarcó «la disposición a escuchar» del ministro. Según él, las declaraciones del canciller siguieron la misma línea del comunicado de la cancillería del 10 de octubre (véase «Tibia reacción del gobierno uruguayo», Brecha, 18-X-24), que, con motivo de los ataques israelíes a las bases de la ONU, se limita a hacer «un llamado encarecido a las partes en conflicto a que adopten las medidas necesarias para respetar la seguridad del personal y los locales de la Unifil», sin mencionar al responsable de los ataques. 

«Siempre preferimos que se condenen las agresiones, de cualquier país», afirmó al semanario el embajador, «y que se diga claramente y con fuerza quién hace estas cosas». «Leí los comunicados de Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, España… le piden a Israel que pare las agresiones contra la Unifil», contrastó además el enviado libanés, que cree que «Israel quiere expulsar a la Unifil de Líbano». Cuando se le pregunta sobre por qué cree que el gobierno uruguayo ha preferido no condenar ninguno de los ataques de Israel contra Líbano, ni los cometidos contra la misión de la ONU, el diplomático manifestó que no le corresponde hacer esas valoraciones. «Pero podemos comprender que el gobierno uruguayo, al igual que el estadounidense, está en este momento yendo a elecciones», agregó. 

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