Tiene 21 años. Usa pañales, una sonda vesical y, cuando lo necesita, un respirador. Hana1 recuerda el momento en el que cinco hombres la rompieron. Tenía 14 años, pero su «infierno», como ella lo nombra, comenzó mucho antes.
Le gusta el deporte, juega al vóley, fútbol y hándbol. Su cuadro es el aurinegro, siempre lo fue. Le gustan los perros, bailar, cantar. Además cocina y es modelo. Combo completo. Pero no todo es color de rosas: «Cuando tenía 7 años me cambié de escuela porque me hacían bullying por mi color de piel», cuenta. En el colegio privado también sufrió; en cuarto año de escuela, una compañera comenzó a perseguirla. «Ella también era morocha, por eso nunca entendí su racismo hacia mí. Yo jugaba con los varones y a ella le molestaba, me decía “negra” y “marimacho”», recuerda.
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