Cada tanto le preguntan a Milita Alfaro por su profunda afición hacia el Carnaval. Desde hace varias décadas, y acumulada ya una excelente y sostenida producción bibliográfica, la historiadora ha dedicado gran parte de su ejercicio intelectual a investigar sobre una de las mayores fiestas populares de Uruguay, si no la mayor. De un modo simple y sobrio, la obra de Milita ha dado respuesta, para empezar, a un montón de asuntos interesantes.
Lo primero es la curiosidad y el amor por los hechos artísticos (y por supuesto también políticos y sociales) que han ido pautando el Carnaval de Montevideo por más de 100 años. Uno de los carnavales, a su juicio, con la impronta más teatral del mundo –como recuerda con frecuencia–. Ese amor es secundado por otro, el que siente por esta ciudad, la capital uruguaya, y uno de sus marcos.
Allí, la herencia paterna, la del periodista Hugo Alfaro, se hace espíritu y carne: «Mi particular amor por Montevideo se lo debo a él», ha destacado siempre. Por otra parte, en algún momento de su camino de estudiante y luego, metida de lleno ya en el trabajo de campo, notó que faltaba contar esa historia desde abajo, desde la gente corriente, desde las mujeres y las infancias, por dar dos ejemplos, durante las carnestolendas del país. Así fue como Milita se erigió en una pionera en el abordaje académico del Carnaval, reparando esa ausencia en nuestra historiografía; lo hizo, además, convencida del valor que algunas formas de vivir y de sentir aportan a la recreación del pasado. Milita Alfaro, para decirlo sin más, ha hecho un aporte importantísimo a la construcción de una visión historiográfica más democrática, diversa e inclusiva. Hasta hace muy pocos años, las investigaciones sobre el Carnaval se contaban con pocos dedos y en casi todas figuraba el nombre de Milita, en la primera referencia bibliográfica o en la segunda. Y si bien no era que no hubiera abordajes antropológicos, sociológicos y de estudios culturales sobre el Carnaval, en general estos provenían de inquietos investigadores extranjeros.
En 1987, Milita publicó su primer libro, Jaime Roos: el sonido de la calle, un extenso diálogo con el cantor popular y un libro que de alguna forma tendría su lado B –un trabajo más definitivo y más decididamente biográfico– con Jaime Roos: el montevideano, publicado 30 años después. Si bien en ninguno de los dos, por principio, se refería al Carnaval (ni se repasaba la vida de un integrante activo de algún conjunto carnavalero), la murga y la murga canción, como géneros, surcan todas las páginas: es que hablamos nada menos que de la vida de su mayor exponente.
En 1992, poco después de haberse publicado los dos tomos de Historia de la sensibilidad en el Uruguay, de José Pedro Barrán, Milita se vuelca en profundidad sobre uno de los temas que Barrán amparó temprano en aquel trabajo y publica Carnaval: una historia social de Montevideo desde la perspectiva de la fiesta, primera parte: El carnaval heroico (1800-1872), y seis años después sale a la calle un segundo volumen: Carnaval y modernización: impulso y freno del disciplinamiento (1873-1905). Ambos libros, editados por la entrañable Trilce, fueron determinantes para que las investigaciones académicas dedicadas a las fiestas populares empezaran a conseguir cada vez más interesados. Lamentablemente, ya no se encuentran en librerías –urge su reedición– y ahora más bien integran las bibliotecas de perspicaces o afortunados lectores. Son libros que han mostrado la puerta de ingreso a tantos jóvenes que, ahora sí, observan con naturalidad el interés que el Carnaval –los carnavales– tiene para las ciencias sociales.
En el mundillo de quienes investigan el Carnaval desde hace no tanto, existe una máxima muy socorrida: «Cualquier cosa, le preguntan a Milita». Y así, nuestra mayor carnavalóloga recibe consultas permanentes sobre asuntos y dilemas de la fiesta de Momo no solo por parte de estudiantes y académicos, sino también de la prensa, principalmente cuando estalla alguna polémica por tal o cual libreto.
En 2008, esta vez por medio de Ediciones de la Banda Oriental, Milita publica Memorias de la bacanal: vida y milagros del Carnaval montevideano (1850-1950), con un tono menos académico y a partir de historias mínimas de la fiesta. Ese mismo año se adentra, junto con José Cozzo, en los recovecos de la historia de la cultura afrouruguaya y publica Mediomundo: sur, conventillo y después. Casi enseguida, retorna al género murga y se suma a una publicación colectiva sobre Agarrate Catalina, por esos tiempos una suerte de bomba cultural dentro del Carnaval montevideano.
Otra murga, Curtidores de Hongos, cumplió 100 años en 2012, y desde su dirección se le encomendó a Milita la escritura de un libro que recorriera su centenaria historia. En paralelo, pero no tanto, la reciente ciudadana ilustre de Montevideo iba generando su propio acumulado. Es así que en 2013 se crea la Cátedra Unesco de Carnaval y Patrimonio, a partir de un convenio que firman la Universidad de la República (Udelar), la IM y la Unesco, con el propósito de fomentar actividades tendientes a la formación, la reflexión, la investigación y la salvaguarda del patrimonio del Carnaval uruguayo. Desde su inicio, Milita es su coordinadora.
Entre tantas actividades y proyectos, a comienzos de esta década la cátedra recibió una invitación por parte de la lingüista Lisa Block de Behar para disponer, dentro del repositorio digital Anáforas (de la Facultad de Información y Comunicación de la Udelar), un espacio donde dar a conocer repertorios de conjuntos, documentos oficiales y demás materiales sobre el Carnaval montevideano. Nace entonces Carnaval en Anáforas, bajo la coordinación de Milita y la clasificación y la edición de Florencia Bai, Belén Pafundi, Karina Acosta y Gabriela Rivera. Todas investigadoras mujeres, para la historia de una fiesta en la que el lugar de la mujer siempre acarreó disputas y polémicas.
Precisamente, con la exhaustiva colaboración de Pafundi y Acosta (quienes, además, integran el Archivo Murga Joven, también disponible en Anáforas), Milita acaba de publicar Teatro a cielo abierto II: 80 años del Teatro de Verano Ramón Collazo, editado por la IM y presentado el miércoles 22 de enero en el Templo de Momo. Fue efectivamente ahí, además –no podía ser de otra manera–, donde fue declarada ciudadana ilustre.
Ya está corriendo febrero y todos queremos saber. La pregunta es: ¿dónde está Milita ahora y cuál será su próximo tablado?