Pensar la diversidad sexual en términos de disidencia política no es un proceso evidente ni simultáneo. Esa asociación –que hace a la historia y al presente de la disidencia sexual– quizá sea la que habilitó la creación en tiempo real de una asamblea y una marcha antifascista y antirracista estimada en 800 mil personas en Buenos Aires. Con más de 800 organizaciones adheridas, la acción fue convocada en decenas de ciudades, como lo muestra el mapa de convocatorias.1
No hubo que esperar a Davos para ver que, a diferencia de la dictadura con la que el gobierno mileísta tiene semejanzas, el proyecto necropolítico de la Libertad Avanza es explícito y desea viralizarse como un meme. Sin embargo, es mucha la gente que, si en otro contexto se mantendría silenciosa, de ser arrinconada por el extremismo neofascista se posiciona en su vereda opuesta.
Javier Milei lanzó desde su asunción una escalada de ataques a los colectivos más vulnerados que tuvo uno de sus picos el 28 de enero, cuando reforzó sus intenciones de persecución y exterminio a comunidades y personas asociadas a la disidencia sexual y feministas. Las acusaciones apuntan a las prácticas sexuales y las formas de vida, pero también hay ataques indirectos a la materialidad de la vida de estas comunidades y de la población en general, como el cierre de hospitales orientados a la población trans, la desfinanciación de programas de salud mental, la criminalización de la homosexualidad y la demonización del colectivo LGTBIQNB+. Son medidas concretas que se suman a la guerra simbólica con la que Milei organiza su proyecto económico de exterminio de quienes no poseen o no producen riqueza. Con menos auspicio de los algoritmos pero con una enorme potencia política, emerge en Argentina e internacionalmente un frente de resistencia antifascista y antirracista liderado por los colectivos más monstruos de la disidencia sexual.
Hay mucho ensayo, saberes, prácticas y redes de la disidencia sexual para poner en juego y a disposición. Lo que comenzó a ser agitado por una Columna Mostri se va ampliando y cobrando densidad política y adhesiones, y empieza a lograr «torcer la agenda» tras meses de horror ante un fascismo de alcance global, cuya versión local ofrece vender Argentina para la instalación de un modelo ejemplar de su proyecto. La Asamblea Antifascista LGBTTIQNB2 y sus primeras protestas son un sacudón alegre, masivo y radical que interrumpe el estupor y la parálisis causados por la crueldad extrema de los líderes mundiales.
Si prestamos atención a su armado, la asamblea refuta el prejuicio de que cuestionar las formas de representación y luchar por la visibilidad es sinónimo de hacer política únicamente con o por iguales a une misme. Una asamblea que se anima a convocar a un movimiento de movimientos como paraguas para los deseos antifascistas y antirracistas de muches; una política con el cuerpo y con la fiesta como el orgullo sabe hacerlo, y porque lo que se enfrenta es un odio cuyo placer se organiza en torno a la cacería de enemigos imaginados. Se trata de una protesta sexual contra la erótica del odio y el pánico que moviliza el neofascismo para el que los cuerpos están en el centro del proyecto de explotación y exterminio de la diferencia.
La diferencia como corazón del movimiento
Pero el fascismo que puede mucho no lo puede todo. Las acciones que se despliegan en Argentina destapan la imaginación política radical de un acumulado de prácticas disidentes que, consideradas marginales o leídas como «identitarias», son hoy capaces de hospitalidad y tejido de complicidades.
Convocatorias que surgen de boca en boca y sin folleto único, asambleas de micrófono abierto que deciden por ovación como kikis de ballroom, o fiestas, abanicazos, un parque Lezama que cambia de nombre por Néstor Perlongher, la creación de consignas, la inversión de recorridos habituales de la marcha,3 un no volveremos al clóset amplificado y encabezado por trans, travas/os y trabajadoras sexuales, segundado por colectivos de los derechos humanos, del orgullo loco, disca, por el movimiento anticarcelario, por gran parte de los transfeminismos, los movimientos estudiantiles, obreros y hasta líderes de partidos políticos.
La politización de estas comunidades es peligrosa para el cis-tema de dominación global, en la medida en que genera distancias con el liberalismo para disputar y resignificar desde los cuerpos la libertad que está hoy gravemente amenazada. La convocatoria viene, además, desde una disidencia que se distancia de la estrategia de tomar el Estado para cambiarlo desde adentro. Como escribía hace ya más de una década la activista lesbiana y prosexo val flores: «La política del activismo de la disidencia sexual y genérica se ve reducida hoy a ciertas prácticas, espacios y voces, que se han instalado desde hace algún tiempo, específicamente con el kirchnerismo. Este modo predominante de hacer política, que se convierte con exclusividad en el legítimo, abona los supuestos de que, más allá de las instituciones del Estado, no hay poder –ni mundo– posible, por lo tanto, desconoce –y se ocupa de silenciar– aquellos agenciamientos y modos de organización que no tienen al Estado como principal interlocutor. De esta manera, se uniformizan los lenguajes, las acciones, los discursos, las consignas, las interlocuciones, bajo las convenciones de una lengua técnico-administrativa. Así, los pliegues de las identidades, los quiebres de la identificación sexual, las formas singulares de habitar los cuerpos, si no se inscriben en el catálogo estatal de lo reconocible, desaparecen del discurso público y se desactiva la potencialidad refractaria de sus gestos convulsivos y disruptivos de los procesos de normalización».4
Esta oposición a-normal al gobierno de Milei y a las fuerzas que encarna es convocada desde el lumpenaje sexual, desde movimientos de artistas y activistas que vienen organizando apañes, rancheos, marchas del orgullo, fiestas como forma de protesta. Una política que vienen construyendo dispersa pero contundentemente colectivos poco institucionalizados, resistiendo al aparataje de los grandes sindicatos y al abandono de la clase política en un momento clave, creando redes para cuando todas las redes oficiales y estatales se vacían, saliendo a la calle sin pedir permiso para proclamar su derecho a ser, creando sus propias organizaciones. Una comunidad que viene sufriendo atentados y ataques directos que se llevan vidas, una comunidad que no se deja amedrentar y se organiza como máquina de guerra tentacular cuyo pensamiento no se concentra en una «sola cabeza» y, por ende, es mucho más difícil de decapitar. En un post de Instagram del día siguiente a la marcha, el colectivo Yo No Fui publicaba: «Hace más de un año, junto a otros colectivos, creamos La Mostri, una columna que fue amuchándose y ocupando el espacio público para quienes no nos sentimos representadxs con los modos normalizados de ocupar las calles. Luego del discurso espantoso de exterminio a nuestras existencias por parte de Javier Milei, circulamos, preocupadxs, unos mensajes a través de un grupo donde se propuso armar un espacio para hablar y pensar juntxs cómo confrontar el plan sistemático de gobierno. Así se creó la Asamblea Antifascista y Antirracista LGTBIQNB+, así nos volvimos a encontrar entre diferentes, entre rotxs, entre marronxs, entre travas, maricas, tortas, chorras, putas, no binaries, discas, jubiladxs y una cantidad enorme de diferencias que decidimos salir a la calle a hacer una manifestación Mostri porque, además de estar hartxs y como decimos con nuestro querido Comité de Revolución Imaginaria, somos y seguiremos siendo: aguafiestas de los fascismos».5
«Aguafiestas del neofascismo»:6 creando desbordes con marco teórico, haciendo historia y también echando mano de la historia del radicalismo político de la disidencia sexual en Argentina. Frente de Liberación Homosexual, Potencia Tortillera, Ni Una Menos, AMMAR-Sindicato de Trabajadorxs Sexualxs de Argentina, Yo No Fui, Orgullo Loco Buenos Aires, Orgullo Disca Buenos Aires, Columna Mostri, Tribu Mostra, comunidades del ballroom y la noche, centros de estudiantes, trabajadores de la educación y la ciencia ocupando por primera vez universidades hace unos meses, trabajadores de la salud, personas con VIH, piketeres de la aurora, frentes de jubilades, organizaciones migrantes y afrodescendientes son, junto con cientos de autoconvocades, algunos colectivos que gestaron y activan el movimiento.
Furia trava
Les desviades y las travas como ideólogues de la protesta crean una movilización con la singularidad de sus sensibilidades, pero no para ser sus únicos integrantes, sino para que se expanda como pólvora ante un sistema que promete exterminio y expande pasiones tristes.
Las disidencias están entrenadas en desobedecer con el cuerpo; conocen la adrenalina y la potencia de dislocar en la práctica la normatividad del espacio público. El escenario es de politización: del movimiento LGTBIQ+, pero también de toda la población. Si bien los relatos dominantes hablan de derrota, emergen escenas en las que personas toman por primera vez en su vida un micrófono o las calles; se instalan asambleas, se organizan y se agrupan, aunque sea fugazmente, quienes enfrentan la homofobia y el fascismo desde la fragilidad de vidas quebradas y aisladas por el desmembramiento de lazos y redes, que es uno de los pilares del avance fascista.
Reconociendo la importancia de los afectos y los vínculos, sin caer en la trampa de actuar bajo banderas o consignas nacionales, una red transnacional se activa para decirles basta a presidentes y corporaciones, a los dueños del gran capital (la verdadera minoría) y sus seguidores de a pie, dedicades a odiar a quienes ya sufren lo peor del desmantelamiento de la salud pública, la educación pública y el ajuste económico. Cuando no hay mucho que perder, temer se transforma en hacer. Si la radicalización del fascismo es el enemigo, la resistencia siempre adopta alguna forma de lo resistido.
Hacer con lo que hay, hacer números, pensar desde la experiencia colectiva y personal, leer las urgencias, no desesperar, improvisar en los huecos de lo que aún es posible, imaginar lo improbable. Si el binarismo resiste queriendo aplanar a quienes desean vidas por fuera de él, desde la asamblea se proclama que, entonces, solo hay dos géneros: fascista y antifascista. Claves de una articulación que para movilizarse necesita de combinaciones sutiles entre fuerza
y relajación.
«Mamá, hace tiempo que no podía expresar tanto lo que siento», me dijo mi hija de 5 cuando nos íbamos de una pequeña concentración que se armó en José Ignacio (balneario de la costa este de Uruguay). Y yo pensé que para expresar hay que sentir y hace tiempo que no lograba conmoverme como con estas jornadas activadas desde la otra orilla. Juntarnos con otres para seguir sintiendo quizá sea no solo la primera parte, sino la más importante para mantener vivo el deseo de una vida no fascista y la movilización.
- Puede verse en umap.openstreetmap.fr, «Marcha LGBTIQ+ Antifacista y Antirracista». ↩︎
- Videos, fotos, convocatorias y más información de la asamblea pueden consultarse en su cuenta de Instagram @asambleaantifascistalgtbiq. ↩︎
- Anfibia (31-I-25). ↩︎
- Tomado de val flores, «Un pensamiento lumpérico», en Escritos herèticos. ↩︎
- En la cuenta de Instagram de Yo No Fui. ↩︎
- Consigna del Comité Cósmico de Crisis y bandera de la Columna Mostri, Anfibia (31-I-25). ↩︎