En bandeja - Semanario Brecha
A días de la elección alemana, la centroderecha tiende una mano a los ultras

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Aunque la CDU es la favorita para ganar los comicios alemanes del domingo, la ultraderecha de la AFD se perfila como segunda fuerza en un paisaje político en el que sus temas de debate dominan la agenda.

Alice Weidel, líder del partido nacionalista Alternativa para Alemania, el 20 de febrero Afp, Reuters, Fabrizio Bensch

Friedrich Merz, líder de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán), presentó a fines de enero una moción no vinculante en el Bundestag para endurecer los procedimientos de inmigración alemanes. Pidió una extensión de los poderes policiales para expulsar a los solicitantes de asilo rechazados y dificultar que los refugiados admitidos traigan a sus familias. Aunque la moción fue aprobada con el apoyo de Alternativa por Alemania (AFD, por sus siglas en alemán), en la votación subsecuente no logró convertirse en proyecto de ley, ya que incluso miembros del partido de Merz se abstuvieron de votarlo.

Merz, el favorito para convertirse en canciller en las elecciones del domingo 23, creyó que debilitaría la influencia de la AFD si demostraba a los votantes que él también escucha sus preocupaciones sobre la inmigración y la seguridad nacional. En cambio, lo único que consiguió hasta ahora fue dividir al establishment alemán al violar el llamado Brandmauer o «cortafuegos», un acuerdo de larga data entre los principales partidos de no cooperar con la extrema derecha. Como resultado, la CDU yace herida, mientras que la AFD, al aprovechar el caos actual, parece más fuerte que nunca.

El llamado a erguir un cortafuegos responde a que incluso el nazismo histórico llegó al poder por medios democráticos, gracias a la connivencia de fuerzas más establecidas. Sin embargo, en la Alemania actual, desde los democristianos hasta el BSW (siglas en alemán para Alianza Sahra Wagenknecht, el partido de la exportavoz de La Izquierda, quien también votó a favor de las mociones de Merz) se sienten cada vez más tentados a incorporar posturas de ultraderecha en sus programas, con la esperanza de que eso les ayude en las urnas.

Aunque estas votaciones no desembocaran en nuevas leyes, el fin de semana siguiente más de 160 mil personas marcharon por Berlín para protestar por la traición al cortafuegos cometida por Merz. Lejos de las manifestaciones, Rolf Mützenich, representante del gobernante SPD (Partido Socialdemócrata), acusó a Merz de abrir «las puertas del infierno», mientras que la democristiana Angela Merkel, en su regreso a la esfera pública tras la publicación de sus memorias en 2024, instó a su antiguo partido a «trabajar más allá de las líneas partidarias» en la lucha contra la AFD y a no recurrir a «maniobras tácticas» a cuestas de los demás partidos.

Pero Merz fue en contra del consejo de Merkel, una decisión que podría verse como un nuevo intento de congraciarse con los votantes de la AFD, que desprecian a la excanciller por su papel en la crisis migratoria de 2015 y en la integración europea. El actual líder de la CDU no solo mantuvo sus mociones antinmigración, sino que también criticó a sus potenciales socios de coalición poselectoral, los verdes y los socialdemócratas, por su negativa a plegarse a él en una postura más dura en asuntos de seguridad nacional.

A pesar de hablar en el mismo lenguaje que la AFD (aduciendo, por ejemplo, presuntas «violaciones en manada cometidas a diario por solicitantes de asilo»), Merz insiste en que él no negoció con la ultraderecha. «La AFD quiere destruir a la CDU», le dijo a la Deutsche Welle el 4 de febrero, «no es serio pensar que mantengo conversaciones con aquellos que declaran que quieren destruir mi partido».

Lo cierto es que su partido mantiene una colaboración fluida con la AFD, especialmente a nivel municipal. Un estudio del célebre Centro de Ciencias Sociales de Berlín publicado el 30 de enero encontró más de 484 casos de colaboración entre 2019 y 2024, y señala que la CDU rompió el cortafuegos más que cualquier otro partido. Los investigadores también descubrieron que la colaboración se produce con mayor frecuencia en proyectos de ley relacionados a cuestiones como la infraestructura, que pueden fácilmente tildarse de asuntos prácticos que están más allá de disputas políticas, a pesar de sus consecuencias socioeconómicas.

A nivel nacional, Merz se rige por un criterio similar. Para él, los pedidos de mayores controles migratorios no son una respuesta exagerada y racializada a las campañas de desinformación que insisten en pintar a los inmigrantes como personas violentas, sino apenas una cuestión práctica que requiere una respuesta práctica.

Pero, en lugar de aceptar la rama de olivo de Merz, el liderazgo de la AFD se ha apresurado a acusar al futuro canciller de débil, inconsistente e inadecuado para el cargo. La líder del partido nacionalista, Alice Weidel, dijo que «Merz no puede ser candidato» y acogió con agrado «la implosión del partido del establishment», mientras Merz se enfrascaba en una pelea con Merkel. «Als Tiger springen und als Bettvorleger landen» («saltó como tigre y aterrizó como felpudo»), dijo Weidel de Merz. El líder de la CDU quiso demostrar que podía lograrse un control migratorio más estricto sin la AFD, pero su torpeza terminó enviando a los alemanes el mensaje opuesto: «Solo con la AFD puede haber un cambio en la migración y un cambio político real», concluyó Weidel.

Las encuestas sugieren que ese mensaje resuena en una porción considerable del electorado. De acuerdo al Financial Times, el porcentaje de apoyos a los democristianos viene cayendo desde finales del año pasado y ronda actualmente el 30 por ciento, mientras que el de la AFD está por encima del 20 por ciento. Una encuesta de mediados de febrero situaba a los dos partidos a solo 7 puntos de distancia. Que actualmente la mayoría de los alemanes piense que el país debe aceptar menos refugiados es un mal augurio para la CDU y una buena noticia para la AFD. 

(Publicado originalmente en Jacobin. Traducción de Brecha.)

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