Qué fichas los Damned. Y qué notable conjunción astral hace que Dave Vanian, Captain Sensible y Rat Scabies toquen en Montevideo a pocos días de la muerte de Brian James. Si una banda punk no es tan punk, ¿eso la vuelve automáticamente la más punk? Anarquía. Adiós a las reglas. Muerte a la autoridad. Lo cierto es que los Damned siempre hicieron lo que quisieron y más. Y es que, para mí, son los Kinks del punk.
Para difundir su llegada a Montevideo se los ha descrito fundamentalmente como pioneros: los primeros en sacar un single punk en Reino Unido, los primeros en hacer una gira por Estados Unidos, los primeros en sacar un álbum punk en las islas británicas (los primeros en separarse, los primeros en volver a juntarse, los primeros en sacar un segundo álbum, los primeros en tocar en el Royal Albert Hall). Pero si la importancia de una banda se mide no por ser los primeros, sino por su obra y su influencia, pues los Damned tienen los mejores discos, fueron la chispa que encendió la escena punk en la costa oeste estadounidense y dieron origen al goth. Y, encima, son divertidos.
El concierto que darán el próximo lunes en Montevideo Music Box –el excine Trafalgar, que ahora hace posible que podamos escribir una oración de apariencia surrealista que diga: «The Damned tocó en el mismo lugar en el que fue el acto de cierre de campaña de Ojeda»– junta a la alineación más estable, sin el mítico Brian James, pero con el siempre listo Paul Gray. Prometen tocar, sobre todo, sus primeros discos –aunque ojalá no dejen fuera el más venerado por estos lares, es decir, el darkie Phantasmagoria–.
Visto en retrospectiva, hoy, tras casi medio siglo de carrera, es claro que había que ser valiente para juntar una banda como esa. Porque los Pistols y los Clash rezumaban actitud, enojo –y, en el caso de los primeros, cantidades industriales de marketing–, pero fueron los Damned los que tuvieron lo que había que tener para animarse a meter en escena a un Elvis vampiro, a un tipo vestido de nurse –o incluso con un traje peludo que lo hacía parecer casi un furry primigenio–, a un mod que tocaba la batería tan enloquecidamente como Keith Moon y, bueno, a un chico que había tenido una banda de blues y que escuchaba a Howlin’ Wolf, pero que lucía como un punk ramonero. Los Damned no le caían bien a nadie y, aun siendo una banda fundacional del punk rock, realmente hay que buscarlos con lupa en algunas historias del movimiento. Tan mal caían que los Pistols los echaron del Anarchy Tour por nabos, y al final el nabo fue McLaren, ya que The Damned terminó desembarcando primero en Estados Unidos.
La historia de la banda es caótica, desopilante y excesiva. Sin ir más lejos, a Captain Sensible fue Lemmy el que le advirtió seriamente sobre su problemática relación con el alcohol, algo que debe ser igual de preocupante que si viene Keith Richards a decirte que tenés un tema con las drogas. Lo cierto es que no solo el Captain sobrevivió, sino la banda entera, que siguió sacando discos, cambiando un poco (o a veces mucho) en cada uno de ellos, evolucionando como músicos y manteniendo un nivel más que destacable en sus recitales en vivo, a pesar de los años transcurridos.
Lo cierto es que si hay algo de maldito en The Damned es ser una banda malditamente buena. Toma su nombre de una película de Visconti, pone en la coctelera todas las influencias musicales de sus integrantes sin prejuicio alguno –psicodelia, prog rock, incluso toques de blues, es decir, los supuestos antagonismos del punk–, instala referencias que emergen aquí y allá para quien quiera captarlas y se convierte en una banda de referencia para muchas otras, tan distintas entre sí que lo único que puede unirlas es haberlos escuchado a ellos.
¿Qué podemos esperar del toque del lunes? Creo que todos saldremos de Montevideo Music Box diciendo neat, neat, neat. Y seguro que mi último pensamiento antes de dormirme esa noche será: «Increíble. Tocó The Damned a cuatro cuadras de mi escuela».