Al son de una única campana – Semanario Brecha
Libros. Montevideo o la Nueva Troya, de Alejandro Dumas

Al son de una única campana

Montevideo o la Nueva Troya. La guerra privada de Dumas contra Rosas, de Alejandro Dumas. Traducción de Alejandro Waksman. Marea Editorial, Buenos Aires, 2023. 208 págs.

Aquellos escritores que remolonean ante la hoja o la pantalla en blanco, que no encuentran tema ni sustancia, que se vuelcan a pernoctar por las redes sociales, las tertulias, las camarillas y los eventos literarios antes de sentarse a escribir su siguiente obra deberían asomarse al espejo asombroso y deformante de Alejandro Dumas, que en 68 años de existencia (menos, en realidad, si se descuentan los pocos años de escolaridad y su tiempo como mensajero, vendedor de tabaco, pinche de escribanía y escribiente del duque de Orleans) publicó decenas y decenas de libros, estableciendo un ritmo de trabajo frenético, que solo puede provocar asombro (y, por qué no, envidia) en este descafeinado presente que habitamos.

Además de escribir un puñado de títulos que le valieron por sí mismos la entrada al acotado panteón de los grandes autores –El conde de Montecristo (1844-1845), Los tres mosqueteros (1844-1845), Veinte años después (1845), El vizconde de Bragelonne (1847-1850) y El tulipán negro (1850)–, Dumas agotó plumas y más plumas redactando relatos de temática infantil y juvenil, como El rey de los topos y su hija (1858), San Juan Nepomuceno y el zapatero (1858) y El rey de los bolos (1860); ficciones basadas en impresiones de viaje, como Quince días en el Sinaí (1839), De París a Cádiz (1847) y El camino de Varennes (1860); novelas históricas, como Isabel de Baviera (1835), El hombre de la máscara de hierro (1867) y Los blancos y los azules (1867). También novelas biográficas, caso de Napoleón (1840), Juana de Arco (1842) y Carlos el temerario (1857), o libros de corte autobiográfico –Mis memorias (1852-1855), Historias de mis animales (1868) e Historia de un lagarto (1867)– y novelas de asunto terrorífico como Fontenay de las rosas (1849) o La mujer del collar de terciopelo (1851), entre otras. Entre todo ese berenjenal de títulos, en el año 1850 Dumas publicó uno de sus libros más atípicos, basado en un episodio de estricta contemporaneidad, que se seguía desarrollando mientras él lo escribía y luego lo daba a imprenta: Montevideo o la Nueva Troya.

La editorial argentina Marea ha rescatado este pequeño volumen dumasiano, que permaneció fuera del ámbito librero en español por varias décadas, lo que lo convirtió en un motivo incansable de búsqueda no solo para lectores completistas del creador de D’Artagnan, sino para estudiosos e interesados en la historia de Uruguay y Argentina en el siglo XIX. Esta edición de Montevideo o la Nueva Troya, que tiene como subtítulo La guerra privada de Dumas contra Rosas, ubica de nuevo en librerías esta obra pintoresca –por definirla de alguna manera–, redactada por su autor en París, a partir de lo que le contara de primera mano Melchor Pacheco y Obes (1809-1855) en pleno desarrollo de la Guerra Grande. Dos centros de interés ocupan el opúsculo de Dumas: la figura de Juan Manuel de Rosas y el Gobierno de la Defensa en la sitiada Montevideo.

Prosista desatado y estilista de fuste, que no dudó en poner su pluma al servicio de uno de los bandos en disputa, Dumas glosa en su libro varios años de historia uruguaya, al son de una única campana y desplegando ante el lector sus dotes de folletinista, desparramando sobre el papel personajes, situaciones y modos de vida en pocos y estridentes pincelazos.

Es un acierto de los editores mantener no solo el fraseo de Dumas, sino las propias inconsistencias y los errores evidentes que volcó en el volumen, a partir de lo que escuchó e interpretó por voz de su amigo Pacheco y Obes. Ofrezco al lector de esta reseña un ejemplo de lo anterior. Cuando Dumas se refiere a la temida Mazorca, la Sociedad Popular Restauradora que respondía a Rosas y que le debe su nombre a la espiga de maíz (un símbolo de fuerza debido a la apretada unión de los granos), escribe: «Entonces, para poner en práctica las teorías de Rosas, se organizó, bajo sus auspicios, la famosa sociedad de Mas-Horca, es decir: más horcas».

Alejandro Dumas retratado por Nadar

De Artigas, refiere que «actualmente cuenta noventa y tres, y, aun cuando se ha anunciado su muerte, lo cierto es que vive todavía, hallándose en una pequeña quinta del presidente del Paraguay»; del gaucho, que es «el bohemio del Nuevo Mundo», y de la población montevideana, que «ocupa una hermosa región, regada por arroyos que cortan los valles». De Oribe nos dice que, «como general, su incapacidad es completa», y Garibaldi es un hombre «de cabellos rubios, ojos azules y nariz, frente y mentón griegos». Son apenas algunos de los caracteres que cruzan las páginas de esta Montevideo o la Nueva Troya, en ocasiones en un tono ditirámbico y en otras, caricaturesco o, justamente, caricaturesco en su propio afán ditirámbico.

El volumen se cierra con el post scriptum «La búsqueda de Montevideo o la Nueva Troya en Buenos Aires, o la Atenas del Plata», que firma el traductor Alejandro Waksman y que funciona como otro libro dentro del libro. Se trata de un apasionante relato sobre la búsqueda de un ejemplar de Montevideo o la Nueva Troya en librerías (de nuevo y de viejo), bibliotecas, anticuarios y casas de remates de Buenos Aires, que Waksman emprendió durante mucho tiempo. Las pesquisas truncas, el celo de algunos libreros, las horas de vigilia siguiendo de forma virtual un dato en la deep web, el incansable trajinar por mesas de ferias vecinales tras el santo grial y el hallazgo de un dato aislado que, ubicado en el contexto, permite avanzar en la investigación, se leen con la misma premura de un buen relato policial, al tiempo que funcionan como un personalísimo homenaje (más allá de la traducción de este texto menor) a la obra y la memoria de Alexandre Dumas.

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