El contraste, hay que decirlo, fue grande: mientras en Escocia la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, daba una nueva prueba (la enésima) de sumisión ante Estados Unidos, en Brasilia el presidente Luiz Inácio Lula da Silva se le plantaba a Donald Trump como en los últimos tiempos pocos lo han hecho. A la rendición europea no le faltó ni siquiera el decorado: la reunión en la que Von der Leyen aceptó que Washington fijara una sobretasa del 15 por ciento a los productos europeos e impusiera además a la Unión Europea compras millonarias de armas y energía –un paquete sin contrapartida alguna– tuvo lugar en un club de golf propiedad del magnate estadounidense. De caricatura. A miles de quilómetros de allí, Lula le repetía a Trump en distintos escenarios (entrevistas, discur...
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