«La guerra unió a la población de Irán en la defensa del país» - Semanario Brecha
Con la experta en política iraní Narges Bajoghli

«La guerra unió a la población de Irán en la defensa del país»

Las consecuencias que el ataque israelí-estadounidense tuvo tanto sobre el gobierno como sobre la oposición de Irán son los ejes de esta entrevista, en la que se aborda, además, la centralidad que Palestina ha vuelto a tener en la opinión pública de Oriente Medio y la influencia del lobby proisraelí en la Casa Blanca.

Sección de un edificio residencial destruido durante los ataques israelíes, expuesta frente al Teatro de la Ciudad como una instalación antibélica en el centro de Teherán, Irán, el 5 de agosto AFP, NurPhoto, Morteza Nikoubazl

Narges Bajoghli es profesora adjunta y coordinadora del área de Estudios sobre Oriente Medio en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos. Es también codirectora de la Iniciativa Repensar Irán de esa casa de estudios. Autora de los libros Iran Reframed: Anxieties of Power in the Islamic Republic («Irán recontextualizado: ansiedades de poder en la república islámica») y How Sanctions Work: Iran and the Impact of Economic Warfare («Cómo funcionan las sanciones: Irán y el impacto de la guerra económica»), su próximo trabajo, Workshop of War («Taller de guerra»), examina el legado de la guerra química en Oriente Medio, un tema que también ha abordado como documentalista con la película The Skin That Burns («La piel que arde»), sobre sobrevivientes de la guerra química. Sus análisis suelen aparecer en medios como Foreign Affairs, The New York Times y Vanity Fair.

En su último artículo para Foreign Policy usted señala cómo, hasta hace poco, la élite iraní se dividía entre un bando más proclive a la diplomacia y otro más inclinado a la confrontación con Occidente, y que ahora, tras la guerra, esa división ya no es tan marcada. ¿Puede decirse que el liderazgo iraní sale de la guerra unido en una posición de confrontación con Occidente?

—No es que se haya unido. Hay mucho faccionalismo en la política iraní. Rara vez se ve a la élite unida, y durante décadas ha existido esta división entre confrontación y diplomacia respecto a Occidente. La élite política actual, ni bien llegó al poder en 1979, se enfrentó a una larga y cruenta guerra de ocho años con Irak, que fue, en realidad, una guerra indirecta con Occidente. Entiende muy bien qué significa la guerra y no quiere involucrarse en una, especialmente porque sabe que una nueva guerra en Oriente Medio no se limitará a un enfrentamiento entre Irán e Israel. En los hechos, y ahora está más claro que nunca, va a ser una guerra contra Estados Unidos.

Lo que sucede ahora es que todos han llegado a la conclusión de que Israel está decidido a mantener un escenario de guerra perpetua en la región. Uno de los bandos de la dirigencia en Irán proponía llegar a un entendimiento con Estados Unidos. Ahora se ha dado cuenta de que la diplomacia por sí sola, sin una postura defensiva, no significa nada: al fin y al cabo, estaban en plena negociación con Estados Unidos cuando Israel dio comienzo a la guerra.

Hay una aceptación de una realidad geopolítica: Estados Unidos y Occidente, al menos con el actual liderazgo israelí a bordo, no buscan precisamente calma en la región. Y no podés recurrir solo a la diplomacia cuando enfrentás adversarios que apuestan a la provocación. Eso es lo que por décadas han venido sosteniendo [el ayatolá Alí] Jamenei y la élite militar iraní, pero los iraníes de a pie y una gran parte de la élite seguían diciendo «exagerás», «no es así, simplemente no te estás esforzando lo suficiente». Ahora se está gestando un consenso: «Necesitamos nuestras defensas, necesitamos ser proactivos en la región». Es un cambio enorme en la sociedad y en la política iraníes.

Tras la guerra, hubo una ola de arrestos en Irán. Teniendo en cuenta el aumento de la represión y el hecho de que muchas personas que no simpatizaban con el régimen han empezado a compartir con él sus opiniones, al menos en política exterior, ¿cuál es hoy la situación de la oposición, que era muy fuerte antes de la guerra?

—Es importante distinguir entre la oposición de dentro y de fuera. La oposición en el exterior en su mayoría apoyó los ataques israelíes. Ese sector, dentro de Irán, ha perdido mucho apoyo por esa razón. Ahora bien, la oposición dentro del país representa una amenaza mucho mayor para la república islámica. Mientras ocurría la guerra, esta oposición local –incluso los presos políticos– emitió declaraciones en contra de los ataques israelíes. Hubo una crítica muy fuerte a la idea, sostenida por Israel, de que los ataques traerían la liberación al pueblo iraní.

Es importante detenerse a recordar esto: en los años setenta y ochenta hubo muchos grupos en Irán que querían que la revolución sucediera, con una enorme diversidad de ideologías, muchos de ellos seculares y muchos otros no. Pero una vez que comenzó la guerra con Irak, los clérigos y quienes los apoyaban usaron esa guerra como excusa para reprimir a todos los demás grupos. Es lo mismo que está sucediendo hoy: la oposición ha ganado mucha fuerza en los últimos años, especialmente con los levantamientos de mujeres. Ha habido también muchos levantamientos obreros. Pero todos estos sectores de la oposición en Irán lo dijeron claramente durante la guerra y después: «Esto es lo peor que nos puede pasar, porque le da al Estado la excusa para reprimir cualquier tipo de crítica y decir que nuestras protestas están lideradas desde el extranjero». Otro aspecto difícil para la oposición interna es que, debido a la forma en que Israel llevó a cabo sus operaciones, echó mano a iraníes que ayudaron a sabotear o asesinar a líderes militares. Y ahora el Estado iraní usa esto para decir que hay muchos espías israelíes infiltrados, lo cual es cierto, pero también le da la excusa perfecta para atrapar a quien quiera. Iraníes comunes que antes hacían campaña contra la pena capital y el autoritarismo ahora se unen al régimen en torno a un sentimiento nacionalista: «Tenemos que asegurarnos de que no haya más traidores dentro del país que quieran convertirnos en Afganistán». Así también se ha creado un sentimiento popular y populista en torno a la represión, que por supuesto perjudica a la oposición dentro de Irán.

Poco antes de la guerra, el movimiento de mujeres logró una victoria al trancar la aplicación de una nueva «ley de castidad» que impondría penas más duras contra las que no usen el hiyab. Al mismo tiempo, durante la guerra Estados Unidos e Israel volvieron a hablar de los derechos de las mujeres para justificar sus ataques. ¿Cuál es la situación actual del movimiento de mujeres?

—Que durante los primeros días de la guerra Benjamin Netanyahu usara el lema «Mujer, vida, libertad» [el eslogan feminista iraní popularizado por la revuelta de 2022-2023] permitió a los elementos más a la derecha y de línea dura decirle a la población: «¿Vieron cómo teníamos razón? Les dijimos que todo esto estaba liderado por extranjeros e israelíes». Pero la realidad es que el tema del hiyab obligatorio, y en general el tema de la autonomía y la soberanía de las mujeres, son discusiones muy arraigadas en la sociedad. El movimiento de mujeres es una de las revoluciones sociales y culturales más importantes en la historia de Irán, porque transformó radicalmente la comprensión de la gente común sobre el patriarcado y los derechos de la mujer. Muchas mujeres se niegan a volver a ponerse el velo y han continuado con sus acciones cotidianas de desobediencia. Es algo que impide al Estado dar marcha atrás. La ley está en los libros, pero no hay cómo hacerla cumplir porque demasiadas personas la desobedecen.

Otra cosa interesante son las palabras del propio Jamenei al respecto. Después del levantamiento de las mujeres hace unos años, dijo que «los enemigos de Irán comprenden una de nuestras debilidades y la han aprovechado muy bien». Y si durante esta guerra prestabas atención a lo que el régimen publicaba, podías ver muchos videos de mujeres sin hiyab diciendo: «Estamos aquí para proteger a Irán. Queremos que Jamenei nos dé la orden de luchar contra Israel. Estamos listas». Al parecer, el sistema empezó a comprender que tener de su lado mujeres sin hiyab, que hace dos años se le oponían, es un factor de poder. En muchos sentidos, el sistema parece estar superando la cuestión del velo. Su obligatoriedad todavía es importante para algunos clérigos, pero para la mayoría de la élite política ya no es tan relevante.

Los ataques de Estados Unidos e Israel mostraron la debilidad del gobierno en lo militar: revelaron lo fácil que es infiltrarlo y su incapacidad de controlar su propio espacio aéreo. Pero al mismo tiempo, en lo político, parece salir fortalecido.

—En muchos sentidos, sí. Esto es parte del debate que se está dando en Irán ahora mismo y es que mucha gente dice, y tanto Jamenei como la propia élite lo admiten, que la razón por la que Israel y Estados Unidos no tuvieron éxito es que el pueblo se unió en la defensa de la patria. Ahora el sistema tiene una deuda con el pueblo. Por eso, la sociedad civil iraní está reclamando concesiones al Estado: «Nosotros te apoyamos, ahora tenés que liberar a algunos presos políticos, tenés que dar más libertades». Ahora mismo hay una negociación. Los líderes políticos de la república islámica reconocen este apoyo popular, a pesar del enojo que saben que existe por la multitud de protestas de los últimos años. Hay sectores interesados en llegar a alguna clase de consenso nacional, porque todos entienden que la guerra no ha terminado. Israel ha dado sobradas muestras en la región de que no se siente para nada obligado por un alto el fuego. Tampoco hay indicio alguno de que haya un cambio en la perspectiva israelí y estadounidense sobre Oriente Medio. En este contexto, en Irán el sistema sabe que, para sobrevivir, para que el país no se convierta en una nueva Siria o en un nuevo Irak, la población necesita mantenerse unida.

Usted decía que hay una clara distinción entre la oposición dentro y fuera de Irán. ¿Hasta qué punto la guerra profundizó esa división?

—Especialmente con los levantamientos por la libertad de las mujeres de 2022-2023 hubo un acercamiento muy importante entre los dos sectores. Pero esta alianza se está rompiendo. El proceso de distanciamiento lleva muchos años y, aunque los levantamientos permitieron compensarlo temporalmente, la guerra ha provocado una gran división. La forma en que Reza Pahlaví, el hijo del sah depuesto, se puso completamente del lado de Israel hizo que tanto él como sus partidarios hayan perdido cualquier tipo de apoyo moral y popular que pudieran haber tenido dentro de Irán.

Irán venía basando buena parte de su política exterior en mantener una red regional de grupos armados aliados. Pero la guerra de Israel contra Hamás, Hezbolá y los hutíes, y la caída de la dictadura siria han debilitado considerablemente esa estrategia. ¿Cómo ve la política exterior iraní tras el debilitamiento de sus aliados? Por otro lado, ¿por qué ni China ni Rusia intervinieron para apoyar a Irán?

—Todos los informes al respecto coinciden –y yo no tengo acceso a información clasificada– en que Irán no pidió ayuda en esos 12 días. Hay otro elemento a tener en cuenta: Rusia e Irán compartieron fronteras por más de 200 años, compartieron áreas de influencia por varios siglos y, aunque actualmente mantienen una relación estrecha, Rusia no siempre ha sido el mejor amigo de Irán ni tampoco un socio confiable. Hay por detrás un asunto más amplio entre potencias.

Quiero, sin embargo, detenerme en la situación regional. Es totalmente cierto que todos los aliados de Irán en la zona se han visto debilitados. Pero hasta hace unos meses, ya sea en el mundo árabe o en el ámbito internacional, e incluso dentro de Irán, había un esfuerzo por presentar a estos grupos como «los proxies de Irán», sus secuaces, sus títeres incluso. Se hicieron muchos esfuerzos para debilitar la legitimidad de esos grupos entre las poblaciones donde operan, ya sea en Irak, en Líbano o en Siria. Y es parte de algo que es importante comprender: esta es una guerra más amplia, que incluye una pata mediática con la que se intenta que estos grupos y sus poblaciones desconfíen el uno del otro, y también que árabes e iraníes se mantengan separados y se odien. Eso venía teniendo mucho éxito hasta 2023. Pero algo está cambiando, especialmente tras los últimos dos meses, con la confrontación entre Israel e Irán. Ahora estamos ante un Oriente Medio cuyas poblaciones ven a Palestina como el problema central de toda la región. Es un fenómeno similar al de las décadas del 60 y el 70. Después de los setenta esa narrativa había empezado a mutar y a convertirse en «Tenemos que hacer la paz con Israel, a Israel ya no le interesa expandirse más». Ahora la gente en Oriente Medio empieza a percibir que Israel busca la sumisión de toda la región.

Entonces, si bien esos grupos armados están debilitados, existe un potencial enorme para su causa. Irán intentará capitalizar el aumento del apoyo popular a Palestina y a la resistencia contra Israel. Antes, el llamado Eje de la Resistencia, apadrinado por Irán, solo seducía a los grupos chiitas de la región. Ahora, son las poblaciones más amplias de la zona las que ven que estos grupos son los únicos que ofrecen resistencia a Israel. Los israelíes inteligentes están diciendo, básicamente, que no entienden la estrategia de Netanyahu, porque sus acciones están exacerbando todos los problemas que durante estos años Israel venía gestionando en la zona.

El actual gobierno de Israel ha convencido a toda la región, así como a una gran proporción de la población mundial, de que el problema en Oriente Medio ya no es Irán, y quizás nunca lo fue. Que el problema quizás siempre haya sido un Israel expansionista. Ese cambio de narrativa –ese cambio de comprensión– tendrá consecuencias materiales muy concretas. Es un cambio enorme que se está gestando.

¿Tiene algún sentido para Estados Unidos implicarse en un enfrentamiento directo con Irán?

—Desde una perspectiva de seguridad nacional, no tiene sentido. El Pentágono y la CIA han llegado a esa conclusión varias veces durante los últimos 20 años, desde que comenzó la llamada guerra contra el terror. El Pentágono ha repetido que necesita desviar su atención hacia el Pacífico, hacia China. Así que involucrarse en otra guerra eterna en Oriente Medio es todo lo contrario a sus necesidades. Entonces, ¿por qué Estados Unidos atacó a Irán? La realidad es que la política estadounidense en Oriente Medio durante las últimas dos o tres décadas ha sido impulsada casi exclusivamente por una élite proisraelí con mucha incidencia en política exterior. Muchas de las cosas que se han hecho en las últimas dos décadas no han tenido sentido alguno para la seguridad nacional de Estados Unidos, pero sí para la seguridad nacional de Israel.

En Estados Unidos se está dando un cambio inaudito. El hecho de que en el Congreso llegara a discutirse un proyecto para no enviar más ayuda militar a Israel, con el voto de 27 senadores, es algo que pensé que jamás escucharía. Comienza a haber una percepción muy extendida entre la población de que organizaciones como AIPAC [sigla en inglés de Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos] y otros grupos de lobby proisraelíes están detrás de un gran consenso partidario en lo que respecta a la política de Estados Unidos hacia Oriente Medio. El ataque a Irán aceleró enormemente ese debate porque estuvimos al borde de entrar en otra guerra eterna.

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