La semana pasada el parlamento salvadoreño aprobó casi por unanimidad una reforma constitucional que autoriza la reelección indefinida del presidente de la república, extiende de cinco a seis años la duración de su mandato y elimina la segunda vuelta electoral. «Me tiene sin cuidado que me llamen dictador», había declarado en junio el presidente Nayib Bukele. «Democracia, institucionalidad, transparencia, derechos humanos, Estado de derecho, suenan bien […], pero son términos que solo se usan para tenernos sometidos», dijo también. No hubo, como era previsible, ni asomo de sanciones internacionales para El Salvador ni para su presidente.
Ya en 2024, Bukele había podido presentarse a la reelección, prohibida entonces por la Constitución, por una curiosa interpretación del texto realizada po...
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