Ross William Ulbricht, ciudadano estadounidense de 29 años de edad, aparenta a todas luces ser un sujeto corriente. Egresado de la Universidad de Pensilvania, algunos allegados lo definen como un “amante de la naturaleza”, una persona amable y generosa, correcta y educada. De rostro cándido, hasta puede decirse que trasmite cierta confianza; con una fisonomía que podríamos describir como cercana a la de un vendedor de enciclopedias o la de un mormón, de esas caras que uno dejaría entrar a su casa, quizá incluso ofrecerle un vaso de agua.
Pero de muy distinta manera ven a este Dorian Gray los funcionarios del Fbi, que lo identifican como el jefe de un imperio criminal digital. Es que el bueno de Ross, bajo el seudónimo de “Dread Pirate Robert”, su álter ego cibernético, fue nada menos que el fundador y aparente administrador del sitio web Silk Road, uno de los principales mercados negros de venta de drogas en la red.
Desde su apertura en 2011, Silk Road funciona como intermediario de oferentes y demandantes, y contribuyó a concretar transacciones por un valor cercano a la friolera de 200 millones de dólares en un período menor a los tres años, reportándole a su administrador, presuntamente Ulbricht, ganancias millonarias por su servicio.
Pero este “Mercado Libre” de barbitúricos, drogas de diseño y demás, no es un sitio común y corriente, y no basta con tipear frases del tipo “web de venta de drogas” en nuestro buscador predilecto para hallarlo. Silk Road se ubica en lo que se denomina como “Internet profunda” (Deep Web), el cuarto oscuro de la red, donde se encuentra todo lo que no es posible hallar con los motores de búsqueda tradicionales, sencillamente porque es contenido que jamás ha sido indexado o bien porque funciona con contraseñas, como en este caso.
Para ingresar a Silk Road es necesario utilizar el software Tor, el cual se encarga de ocultar el tráfico de los usuarios imposibilitando su identificación, haciendo las veces de un camuflaje de las direcciones IP. Utilizando esta herramienta, y a partir de allí, la persona es redireccionada al sitio en cuestión, y el pago de las transacciones se hace mediante bitcoins, moneda virtual de uso corriente para este tipo de negocios, dado lo engorroso que resulta rastrearla.
Y al final y al principio de este enmarañado imperio criminal parecería estar ubicado este Ross William Ulbricht, quien fue hallado por la Cia el pasado 13 de enero en una biblioteca pública en San Francisco, en una actitud más que sospechosa, ingresando con el usuario y la contraseña del administrador de Silk Road, “Dread Pirate Robert”, y con un diario personal con el historial del sitio.
En su defensa, Ulbricht declara que es parte de una maniobra del gobierno para usarlo como chivo expiatorio. Uno de los fiscales federales del juicio prometió probar que cobró unos 18 millones de dólares en bitcoins, lo que de comprobarse cerraría definitivamente sobre su cabeza el círculo de las sospechas. En comparación con lo que amasan muchos líderes de cárteles tradicionales, hoy 18 millones no parecería ser mucho, pero por algo se empieza…