Curtido desde el batallador Sunca, integró hasta hace pocas semanas la dirección del Pit-Cnt. Como diputado del Frente Amplio (FA) apuesta ahora a generar un ámbito de debate entre el Ejecutivo y la bancada oficialista para evitar la “política de los hechos consumados”, respetar los consensos internos y cortar con el “maltrato” por la prensa.
—Nin Novoa volvió a hablar de “excesos” en Venezuela y de “gran preocupación” por la violación a los derechos humanos. ¿Cómo interpretó esas declaraciones?
—¿Cómo se entiende que el FA convoque una movilización junto con el Pit-Cnt en respaldo al proceso bolivariano agredido y contra la intervención estadounidense y a los pocos días tengamos una declaración que compara la situación de Venezuela con el terrorismo de Estado en Uruguay? Es de esquizofrénico, ¿no? Coloca a todas las fuerzas populares en una situación muy compleja. Yo tengo claro que esa opinión no refleja ni de cerca la opinión de la militancia ni del pueblo frenteamplista.
—El canciller cuestionó la prisión de opositores políticos y cómo se detuvo al alcalde de Caracas…
—A ver… una cosa es un preso político y otra un político preso. No está preso por ser alcalde. Cualquiera que conozca la situación del alcalde procesado (Antonio Ledezma) sabe que es un hombre que viene de la época del Pacto de Punto Fijo, que participó del golpe de Estado a Chávez, del sabotaje petrolero, de las guarimbas que asesinaron a 43 venezolanos. Dejemos entonces un espacio mínimo a la posibilidad de que efectivamente existan pruebas de lo que está acusado este señor. Porque si aparecen las pruebas (en el proceso judicial) ¿dónde te metés lo que dijiste de que está preso por ser alcalde?
—¿Le pareció inadecuada entonces la declaración del canciller?
—Es imposible de defender. Me imagino a los compañeros militantes de Venezuela cuando escuchan del canciller que la situación de ese país es similar a la del terrorismo de Estado que vivió Uruguay. No escuché a exponentes de la derecha nacional salir tan duro. Creo que fue un error profundo. Pero es un error de un compañero ¿eh? No deja de ser un compañero. Hay que discutirlo entre compañeros para ordenar la forma en la que nos decimos las cosas.
—¿Y cómo cree que se debe encauzar la discusión sobre la política exterior de Uruguay?
—Hay dos temas ahí: uno de forma y otro de fondo. De forma, por cómo nos decimos las cosas, porque cuesta más debatir las diferencias cuando recibís esas declaraciones por la prensa. De fondo, porque tenemos una discusión profunda para dar y parece claro que con Venezuela tenemos diferencias. Lo mismo pasaría con Brasil. Si tengo un proceso político amigo agredido, la primera reacción es de solidaridad, por más que pueda tener matices con ese proceso. Hay que construir una síntesis, pero no nos maltratemos por la prensa, porque si arrancamos a debatir desde la provocación de que Venezuela se parece a la dictadura fascista en Uruguay, bueno… El proceso bolivariano ha sido de enorme significación para América Latina, ha sido muy solidario, con perspectiva. No es perfecto, porque no hay procesos perfectos. El nuestro tampoco lo es. Hay temas de política exterior que son muy caros y hay que defender. El de la solidaridad internacional y latinoamericana es central, no es un tema accesorio.
—¿Advierte un giro en la política exterior con respecto a la solidaridad latinoamericana?
—En el caso de Venezuela tenemos diferencias profundas. Pero bueno, tenemos que admitir que las tenemos y generar un ámbito de debate para laudarlas. No es sobre el único tema en el que podemos tener diferencias. La riqueza de la izquierda está muchas veces en sus diferencias. Lo que sí hay que cuidar es la forma en que las laudamos. Porque si venimos de un consenso en el FA y salimos tan drásticamente con esa declaración, parece el peor camino. A mí me hubiera gustado que la declaración del FA fuera más agresiva con las políticas del imperialismo estadounidense, pero construyó una opinión de consenso que nos ampara a todos en un tema muy sensible. No parece sensato salirse de ese consenso sin antes debatirlo internamente. Todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión, pero parece sensato crear espacios de discusión internos. Hoy (martes) planteé eso en la bancada del FA.
—¿Qué planteó?
—Hubo preocupación de varios compañeros en la misma dirección y acordamos tener con el Ejecutivo un ámbito de discusión sobre temas complejos. Se lo planteamos a la coordinadora y se lo vamos a plantear a Raúl (Sendic) para que no tengamos que maltratarnos por la prensa. Si colocás el tema en la prensa después no hay derecho a pedir que nos callen. Tienen que existir criterios que no generen esta lógica de política de hechos consumados en la relación entre el Ejecutivo y la bancada. Uno puede no tener la misma orientación sobre lo que pasa en América Latina. Eso está bien. Somos una fuerza plural. Pero estamos en la misma fuerza y tenemos que respetar que en temas que son de mucha sensibilidad merecemos tener una discusión más serena. En mi opinión el tema central es la solidaridad con un pueblo agredido, como han sido agredidos los pueblos latinoamericanos durante más de cien años. La historia larga de América Latina ha sido la intervención y el saqueo de Estados Unidos. Eso nos ha perseguido como la sombra al cuerpo.