Diputados de los cuatro partidos de la oposición coincidieron en la “responsabilidad política” del ministro por desconocer durante seis meses el robo de 18 mil municiones de la Base Aérea II de Santa Bernardina (Durazno) y resquebrajarse así la cadena de mando. Huidobro admitió que la situación es “gravísima”, pero apeló a la “lealtad” de sus subordinados y a las consecuencias que vendrán con las investigaciones en curso. Las explicaciones fueron suficientes para los 50 diputados del Frente Amplio y para un legislador colorado. Por el momento el ministro sigue blindado políticamente.
Postergó su operación de cadera al enterarse de que hubo militares que le ocultaron durante meses el robo de municiones en Durazno, por eso ingresó al Parlamento en silla de ruedas. Como quien carga un cilicio, Fernández Huidobro no parece dispuesto a pisar un quirófano mientras no decante esta delicada interna militar que le explotó al comenzar su segundo mandato al frente del Ministerio de Defensa.
Acompañado por el subsecretario, Jorge Menéndez, y por el director general de Secretaría, Hernán Planchón, el ministro alternó datos con sarcasmo, críticas a medios de prensa con ironías sobre Amodio Pérez, así como pedidos de “lealtad” a los uniformados con insinuaciones de “complicidad”. Ubicado al fondo de uno de los pasillos de la Cámara de diputados, desplegó papeles que solamente garabateó durante las seis largas horas que duró la interpelación que promovió el diputado herrerista Jaime Trobo.
EL DUELO. Al comenzar la interpelación, Trobo se apuró a aclarar que no pretendía “disminuir” ni “atacar” la labor “patriótica” de las Fuerzas Armadas, sino “perseguir a los corruptos”. Con la carta que le hizo llegar el militar anónimo que le advirtió del robo de las municiones en Durazno, acusó a los jerarcas de la Fuerza Aérea de estar más preocupados por encontrar al “traidor” que por aclarar el hurto, y al ministro por “cortar por el lado más fino”.
Luego especuló con que las balas habrían sido vendidas al Comando Vermelho (dedicado al narcotráfico en las favelas de Rio de Janeiro), aunque también fantaseó con otros escenarios: “Imaginen las 20 mil balas robadas del cuartel en manos de la mafia, los narcos, el terrorismo o el grupo Geo”, lo que provocó un levante de cejas de la diputada blanca Graciela Bianchi.
Sin embargo, el grueso de sus intervenciones fue para criticar la “falta de mando” y de respuesta (“la callada”, ironizó) del Ministerio de Defensa. Durante seis meses el jefe de la base aérea de Durazno, el coronel aviador Daniel Méndez, ocultó el faltante de los 18 mil proyectiles a Huidobro y al comandante en jefe de la Fuerza Aérea,
Washington Martínez. Por esa omisión fue procesado con prisión por la justicia militar. “¿Dónde están las balas? ¿Dónde estaba usted (Huidobro)? ¿Qué hacía el comandante en jefe de la Fuerza Aérea ese día?”, preguntó Trobo.
En las barras laterales de la Cámara escuchaban con atención el vicepresidente Raúl Sendic y los senadores frenteamplistas Leonardo de León (711) e Ivonne Passada (Mpp), así como el nacionalista Javier García (Todos). El ministro explicó que en diciembre de 2014 una oficial técnica de la Fuerza Aérea detectó, en un control de rutina, el faltante de 18 mil proyectiles calibre 7.62 milímetros y se lo informó al jefe de la base, Daniel Méndez, pero que éste no lo comunicó a sus superiores. Y admitió que se enteró del hurto seis meses después, por el pedido de informes que recibió de Trobo.
A pesar de ello, afirmó que “todos los generales y los comandantes en jefe son leales y cuentan con mi lealtad y extiendo esa lealtad a todos los oficiales. Si creyera lo contrario de cualquier oficial, general o comandante, tengo que ir a pedirle la renuncia. Mientras tanto gozo de la lealtad de todos los que trabajan en el Ministerio de Defensa”.
Concedió la palabra al subsecretario Menéndez, quien leyó un cronograma con las fechas de cada medida tomada desde que se enteraron del robo, así como un detalle pormenorizado de los sistemas de inventario, las inspecciones y los controles de armamento en las Fuerzas Armadas (“son letra, verso, no sirvieron para nada”, le respondería Trobo).
Huidobro pidió que no se confundiera el robo de armas con la falta de pertrechos, porque “no es lo mismo la caña de bajar higos que el amor”. Con más seriedad admitió que la “deslealtad (…) es peor que el faltante de las municiones (porque) si se generaliza pasa cualquier cosa, faltar municiones y mucho más. Esto no es una tontería que agrava lo que pasó. Es gravísimo”. Y sobre el final de la interpelación deslizó la sospecha que pesa sobre otros militares: “debió haber una gran complicidad durante varios meses para mantener el silencio”.
LA BATALLA. En la primera hora de la interpelación quedó claro que no habría novedades. Por eso hubo tiempo para debatir sobre el estado de los aviones de la Fuerza Aérea, el papel de la prensa e incluso sobre Amodio Pérez, que fue citado por el legislador blanco Federico Casaretto. “Los traidores –comentó Huidobro– pertenecen a todas las ideologías, y ese sujeto (Amodio) está en el último de los círculos, en la cuarta zona, según Dante. Esa persona representa a todos los traidores que todos los partidos tuvieron alguna vez. Los blancos y colorados saben de esto. Está muerto en vida y yo jamás haría leña de ningún partido en base a un traidor”, se despachó sobre el ex guerrillero tupamaro.
Antes había descargado una catarata de adjetivos contra el diario El País, al que calificó de “pasquín”, “vendido” y “alcahuete de la dictadura”. Y estimó como “media haragana” la versión del matutino –citada por Trobo– de que las balas robadas fueron contrabandeadas al Comando Vermelho. Insistió también en que la investigación que encomendó a la Fuerza Aérea, así como la denuncia policial, no fueron consecuencia de lo que publicó El País, sino del pedido de informes que, una semana antes, realizó el diputado herrerista. Y sin mencionarlo explícitamente, increpó también al semanario Búsqueda por publicar, la semana pasada, “datos viejos” acerca de irregularidades en la compra de luces para el aeropuerto de Durazno. “No es vinculante para mí ninguna prensa, ni siquiera la de mi propio partido. ¡Y soy periodista! Cuando me tenga que ir, y no preciso que me recule nadie, me voy a ganar la vida honestamente escribiendo”, anunció. No sólo la diputada Bianchi se mordía los labios.
Tibia fue la defensa que realizaron algunos legisladores del FA. Deslizaron sospechas sobre los “amigos” que le pasan información a Trobo y cuestionaron que el legislador haya entorpecido la investigación al denunciar el robo de las municiones en la prensa y no en la justicia. “Hay militares que son leales al diputado Jaime Trobo y eso me preocupa. Trobo corrió a la prensa y no a la justicia para informar sobre este tema”, señaló la diputada frenteamplista Susana Pereyra. Este argumento desató una ola de cuestionamientos de la oposición por invertir los términos, al acusar a Trobo y no a Huidobro por el resquebrajamiento de la cadena de mando. “No hay cadena de mando consolidada, ni siquiera en el tema de los desaparecidos”, terció el diputado de Unidad Popular, Eduardo Rubio.
Si bien algunos legisladores de la oposición pidieron la renuncia de Huidobro y de Martínez durante la interpelación, en la moción que promovieron blancos, colorados e independientes no fue reivindicada. De todas formas fue aprobada por 51 votos (en 93 diputados) la moción de respaldo a Huidobro que promovió el FA, y que acompañó el diputado colorado Horacio de Brum. Con esta votación se frustró la esperanza de Trobo de que los sectores oficialistas que habían pedido la renuncia de Huidobro por su enfrentamiento con las organizaciones de derechos humanos aprovecharan la oportunidad. La Vertiente Artiguista no tiene representación parlamentaria, mientras que los diputados Luis Puig (Pvp) y Macarena Gelman (Ir) –críticos con Huidobro– no asistieron a la sesión y sus suplentes respaldaron la actuación del ministro. Es que la lealtad no es exclusiva de los militares.