Hay un manido aforismo que sostiene que cuando alguien señala la luna los idiotas miran el dedo. Algo de eso pasa con el video de los hechos sucedidos en el Ceprili, pero no precisamente por idiotez. Toda la discusión, la defensa y las resoluciones sindicales tomadas hasta ahora se remiten a lo que sucede en el video, a si está editado con malicia, a si el presidente del Suinau entró antes o después del desquicio de los brazos gordos en acción, a si esto es una maniobra política para minimizar los efectos del “histórico paro”, a si se trata de un encarnizamiento repentino contra la dirigencia de la central representada en Joselo López, a si es sólo uno el que pega patadas como un barrabrava que no superaría el control antidoping… Y en realidad, el video es sólo un fotograma de una película de terror mucho más larga. No se debería centrar la discusión en ese pedacito, se debería considerar toda la película.
El verdadero valor del video es que hizo insoslayable una realidad que se viene denunciando, sin inmutar a casi nadie, desde hace muchos años. Y como no se puede negar todo, como hasta ahora, porque las imágenes están ahí, son evidentes, entonces lo que se reprocha como desleal contra los trabajadores es mostrarlas; parece que lo condenable es exigir que se ventile esta infección que hasta el momento nadie ha podido curar.
Otras de las tonterías que se han dicho –como si fuera un atenuante para justificar la barbarie– es que los adolescentes presos no son nenes de pecho. Vaya novedad. Esa defensa es la que ha ensayado el Suinau todos estos años para defender a abusadores, golpeadores y torturadores: invertir la carga de la prueba (“las autoridades les creen más a estos adolescentes que son delincuentes que a los trabajadores”, “las denuncias las hacen jóvenes que son como el ‘Sapo’ y el ‘Cosita’”, etcétera). El cuento es repetido, lo preocupante es que ahora lo asuma nada menos que la plana mayor de la central de trabajadores (que acompañó y habló en la marcha que hizo el Suinau contra la actual directora del Sirpa, sólo unos minutos antes de que el video escandalizara a la sociedad entera).
Obviamente es al Estado, y por tanto al gobierno, al que le caben todas las responsabilidades para solucionar esto y hacer cumplir el mandato judicial de detener pero también reeducar a los infractores. Muchos estaban esperanzados, allá en 2005, en que los gobiernos del FA metieran el bisturí a fondo, pero no. Quizás en el primer período se intentaron cosas que fracasaron, pero en el segundo se optó por pactar: discrecionalidad y prebendas para los brazos gordos (hay que ver lo que se aumentó el presupuesto) a cambio de eliminar las fugas escandalosas y los motines. Como cambiar la cultura es trabajoso y lento, y en realidad a los infractores la gente quiere tenerlos lo más encerrados y castigados posible, se tomó por ese atajo ignominioso y resultadista de la fuga cero. Y se sacaron cartel con ese objetivo alcanzado sin calcular que lo que no se resuelve, vuelve.
Dirá la historia si la ruta iniciada por las actuales autoridades del sistema penal adolescente lleva a buen puerto. Por su parte el Suinau y Cofe ya blindaron al vicepresidente de la central, que se tomó 30 días de licencia –sólo del cargo que ocupa en el Pit-Cnt–, mientras se realiza una investigación sobre el video.
La opción tomada por la central esta semana es cuando menos tibia. Cumple de manera timorata con la responsabilidad de tomar posición, pero calculando costos y beneficios, parece que no le alcanza con toda la archiconocida historia que hay detrás. Precisan más pruebas. Es de esperar, por el bien de todos, que no sea un artilugio gatopardista. Porque, insisto, lo que se ve en el video no fue un exabrupto, esto es parte del statu quo que se quiere hacer prevalecer. No es una mentira de la derecha, ni una maniobra política para neutralizar el paro (aunque lo haya logrado), es lo que estos funcionarios están acostumbrados a hacer, con la complicidad irrestricta de un sindicato que ampara a los abusadores y expulsa a los denunciantes.
Resulta preocupante, además, que gente bien intencionada se crea este cuento de que todo el episodio es una burda operación antitrabajadores. Y resulta realmente insólito ver cómo esta central –desoyendo la tradición de compromiso con la defensa de los derechos humanos y representando a casi 400 mil trabajadores– coquetea con esta vergüenza y balbucea tecnicismos porque no puede asimilar el error ético y político que implica cerrar filas con la patota.