Entre 1918 y 1934 se la conoció como “Viena la Roja”, cuando fue gobernada en conjunto por socialdemócratas y comunistas, y se convirtió en un crisol cultural y de experimentación social. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la capital es uno de los feudos del Spo, el partido socialdemócrata austríaco, pero la semana pasada estuvo a punto de caer en manos de la extrema derecha. Los sondeos previos a la elección municipal del domingo vaticinaban un cabeza a cabeza entre el Spo y el Fpo, el partido de “derecha populista” liderado por Heinz Christian Strache. Finalmente no fue así, y el Spo conservó su bastión, pero tuvo en la ciudad su segundo peor resultado en siete décadas: 39,4 por ciento, y la extrema derecha el mejor: 32,3. Los socialdemócratas seguirán gobernando esta ciudad no mucho más grande que Montevideo (1,8 millones de habitantes), en alianza con los verdes, que alcanzaron el 11,6 por ciento. Pero los ultras se vienen. No sólo en Viena sino en toda Austria. Los sondeos los colocan como la primera fuerza política en intención de voto, con 33 por ciento, seguidos del Spo y de los democristianos del Ovp, ambos con 22. En setiembre, en las elecciones regionales de Alta Austria, en el norte del país, la ultraderecha superó el 30 por ciento.
Frenz Fallend, docente de historia en la Universidad de Salzburgo y especialista en cuestiones electorales, dijo al portal francés Médiapar, que el crecimiento del Fpo se explica porque logró atraer a una buena parte del electorado tradicional de la izquierda, obrero y de capas medias bajas, e incluso a un sector de la fuerte inmigración que ha llegado al país. Es aparentemente paradójico que un partido que ha hecho de la lucha contra la inmigración su principal bandera, que preconiza la expulsión masiva de los inmigrantes y el cierre a cal y canto de las fronteras, sea apoyado por inmigrantes, “pero así es”, dice. La estrategia del Fpo “consiste en dividir a los grupos de inmigrantes. Se congracia con los ‘buenos’ inmigrantes, aquellos que llegaron al país hace muchos años provenientes del este y que son fundamentalmente cristianos ortodoxos, y por otro lado estigmatiza a los recién llegados de Oriente Medio, que son mayoritariamente musulmanes. El primer grupo se siente amenazado por el segundo y el partido se aprovecha de la crisis de los refugiados sirios para enfrentar a los dos grupos”, apunta Fallend.
Austria es uno de los países a los que más refugiados sirios y de otros países en guerra de la misma región han llegado en las últimas semanas: alrededor de 200 mil (12 mil sólo el fin de semana pasado). El Fpo propugna un tratamiento de “esta plaga” similar al que aplica en la vecina Hungría el primer ministro Víktor Orban y al que defienden sus correligionarios franceses del Frente Nacional y los británicos del Ukip: frenarlos con muros y alambradas, y si entran, internarlos en campos y abandonarlos a su suerte.
El ascenso del Fpo ha derechizado además el discurso del resto de las fuerzas políticas, fundamentalmente de Ovp, que ya no descarta aliarse con la ultraderecha para formar gobierno.