El episodio había comenzado en agosto pasado, cuando el primer ministro Biniamin Netaniahu anunció en las redes sociales la designación de Dani Dayan en el puesto de embajador israelita en Brasil, antes de haber presentado la solicitud correspondiente a Brasilia. El gobierno de Rousseff nunca respondió.
La versión “oficial”, aunque ninguna autoridad brasileña se pronunció al respecto, es que el gobierno de Netaniahu pasó por encima de las normas diplomáticas al anunciar el nombramiento antes de que la solicitud fuera aceptada.
Pero hay una segunda cuestión que parece estar detrás del malestar brasileño: Dayan presidió entre 2007 y 2013 el Consejo Yesha, que controla los territorios ilegalmente ocupados por colonos israelíes en Cisjordania.
Dayan es contrario a la creación del Estado palestino, una posición que choca con la postura del gobierno brasileño, que condena las colonias en los territorios ocupados y defiende la creación de dicho Estado.
Según Página 12, el primer ministro de Israel intentó varias veces hablar por teléfono con Dilma y no fue atendido. “Propuso, además, reunirse con ella en la cumbre sobre ambiente realizada en París en diciembre, para tratar específicamente el tema, y su consulta obtuvo como respuesta que no había ningún horario disponible en la agenda de la presidenta brasileña”, destaca el periódico.
El manifiesto de los 40 embajadores es extremadamente duro y anticipa que no habrá marcha atrás de Brasil. Por curioso que parezca, es una de las pocas cuestiones en las que coinciden partidarios y críticos del gobierno en Itamaraty. No son pocos los observadores que consideran que la actitud de Netaniahu fue una provocación innecesaria, cuyos resultados aún son inciertos.