La evasión y elusión de impuestos que las offshore facilitan –además del lavado de dinero y afines– sólo muestran una parte de la cuestión. El documento mencionado señala dos caras de la misma moneda: por una parte la gran concentración del ingreso que padece América Latina, y por otra, la escasa distribución que se genera mediante los sistemas tributarios de la región.
Analicemos por partes los ingrediente de este cóctel de ine-quidad continental.
Las multinacionales y las offshore. En América Latina se les ha dado un trato demasiado benevolente a las empresas multinacionales en materia impositiva. A través de incentivos tributarios (zonas francas, exoneraciones) y achicando la base imponible (cantidad de dinero a la cual pueden gravar) se reduce en algunos casos a la mitad la carga impositiva de estas empresas respecto de las nacionales. Esta benevolencia tributaria ha sido defendida como una herramienta clave del país en la competencia por captar inversiones. Sin embargo, según la Cepal, dichas inversiones hubieran venido de todos modos debido a las características de la región, en parte por los recursos naturales con que cuentan dichos países. Además, cuando crece desproporcionadamente la inversión extranjera directa, los países pierden el poder de captar grandes cantidades de dinero debido a la erosión de la base imponible y el traslado de utilidades de las multinacionales a sus casas matrices. Esto último se refleja, por ejemplo, en el establecimiento de precios de transferencia. Así una empresa exporta productos básicos desde América Latina a una filial situada en un paraíso fiscal a precios muy bajos, luego desde allí vuelve a vender al “verdadero” precio a los países de destino de dichas exportaciones. Al hacerlo mediante paraísos fiscales, donde se pagan niveles irrisorios de impuestos, los países en los cuales se realiza la producción pierden de recaudar.
Ricos y restantes empresas. La falta de profundidad de los sistemas tributarios hace que la concentración de la riqueza (stock) sea mayor aun que la del ingreso (flujo), ya que por un lado la imposición a la riqueza es casi nula (pocos impuestos a los bienes inmuebles y herencia, por ejemplo) y la acumulación (por ingresos corrientes, bienes heredados y otros activos) se grava en forma insuficiente.
Este proceso de concentración se ve acentuado porque una proporción de dicha riqueza se encuentra en paraísos fiscales, por lo que gran parte de esos bienes no sólo se hace a costa de los pobres y las capas medias, sino que sus beneficios no se redistribuyen. Entre 2002 y 2015 las fortunas de los “súper ricos” crecieron en promedio un 21 por ciento anual, representando un aumento seis veces superior al del Pbi de América Latina, y para 2014 el 10 por ciento más rico de América Latina había acumulado el 71 por ciento de la riqueza de la región.
La Cepal calcula que la evasión y elusión de impuestos en 2014 sobre la renta empresarial y personal le costaron al continente el 4 por ciento de su Pbi regional: unos 190.000 millones de dólares. Mejorar este guarismo es clave.
Reformas insuficientes. Los aspectos centrales de este problema –que le cuesta millones de dólares a América Latina– podrían resumirse así: estructuras tributarias basadas en impuestos al consumo (que implican un esfuerzo mayor para los más pobres); gravámenes insuficientes para los ingresos del capital (frente a los ingresos laborales); elusión y evasión fiscal.
Si bien en la última década se ha avanzado –la tasa media impositiva subió de un 16 por ciento del Pbi de la región a un 20,6 por ciento–, la recaudación con relación al Pbi sigue siendo inferior a la de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (Ocde), que ronda el 34 por ciento (cifras para el año 2013). Cabe consignar que Brasil, Argentina, Bolivia y Uruguay han ido mejorando con respecto a sí mismos y al promedio de la Ocde.
A los bajos niveles de recaudación tributaria se suma que las tasas de elusión y evasión son muy altas. Las pérdidas de recaudación de impuestos sobre la renta de las empresas se calcula que van del 27 por ciento (Brasil) al 65 por ciento (Costa Rica). Se estima que las pérdidas por evasión fiscal de la renta personal, empresarial e Iva, son mayores a toda la inversión en gasto público de la región para 2013.
Según la Cepal, otra de las deficiencias de los códigos tributarios latinoamericanos se encuentra en el impuesto a la renta de las personas físicas. Las tasas efectivas de impuestos a los ingresos altos son bajas en relación con los países de la Ocde, ya que existe un uso bastante generalizado de concesiones tributarias (entre ellas las deducciones), niveles relativamente altos de renta exenta y tasas impositivas marginales o menores (en los tramos más altos de ingresos) a las de los países de la Ocde (lo que hace que la recaudación del Estado en América Latina sea especialmente baja con este impuesto).
Como consecuencia, el decil más alto de los ingresos en el continente paga de impuesto a la renta una tasa efectiva demasiado baja (8 por ciento en Argentina y Uruguay) en comparación con Estados Unidos (14,2 por ciento) y algunos países de Europa, como Alemania, Suecia, Italia, y Reino Unido (más de un 20 por ciento). De ello se deriva que en América Latina el impuesto a la renta de las personas físicas logre en promedio una reducción muy baja de la desigualdad. Medida con el índice de Gini, representa un 2,1 por ciento, mientras que para el promedio de 27 países europeos, la reducción es del 11,6 por ciento (dato de 2011).
De acuerdo a la Cepal, el camino correcto pasaría por: disminuir la carga de los impuestos sobre el trabajo y el consumo; gravar más al capital, la riqueza y los ingresos asociados; trabajar para erradicar la evasión y la elusión fiscal. El nuevo escenario de enlentecimiento económico hace imprescindible gravar a aquellos ingresos y riquezas que permanezcan libres de impuestos. Esto podría hacerse generando tributos a las transacciones financieras, la riqueza y las herencias. Dados los niveles obscenos de desigualdad que existen en el mundo, y en la región, combatirla con determinación sería una acción imprescindible para la agenda de un nuevo “pacto social” mundial.
Este debate trasciende el contexto latinoamericano ya que abordar el problema requiere acciones globales. A nivel mundial más de 300 economistas firmaron una petición para plantear el desarme de los paraísos fiscales. El planteo se basa en los perjuicios que éstos causan a la economía mundial y a la sociedad en general, ya que sólo se benefician los ricos y las multinacionales, socavando la capacidad de cobrar lo justo a quien corresponda y aumentando así la de-sigualdad en el mundo.
* Integrante de Cooperativa Comuna
- Cepal-Oxfam (2016) “Tributación para un crecimiento inclusivo”, disponible en: http://www.cepal.org/es/publicaciones/39949-tributacion-un-crecimiento-inclusivo
- La carta se puede leer en: http://www.oxfam.org.uk/media-centre/press-releases/2016/05/300-economists-tell-world-leaders-tax-havens-serve-no-useful-economic-purpose