Como tantos músicos que actuaron en el último medio siglo, Sergio Fernández Cabrera (nacido en 1962) no le presta demasiada atención a la dicotomía entre músicas erudita y popular. Se formó en la Escuela Universitaria de Música (donde actualmente es docente), estudió dirección de orquesta, tiene técnica y actitud de guitarrista clásico, publicó algunas de sus composiciones en partituras y suele encararlas como “obras” (indicando la fecha, a veces numerándolas como parte de una serie). Sus composiciones suelen ser breves, remiten en ocasiones a ritmos populares o folclóricos uruguayos, no implican ruptura con formas de oír tradicionales (aunque distan de limitarse a ellas). En algunos de sus proyectos se rodea de instrumentistas populares. Sin confinarse en la especialización a rajatabla usual en la música erudita, a veces se presenta también al piano.
Este nuevo disco1 con obras suyas es el primero de la formación llamada Ástara, un cuarteto de guitarristas integrado por él, Óscar Redon, Ignacio Correa y Guillermo Echevarría. El repertorio consiste esencialmente en ocho composiciones de Fernández Cabrera para esa formación.
La sensación general de esta música es de limpidez, tranquilidad, pureza. Pese a que son cuatro guitarristas, nunca nos acercamos al barullo de, por ejemplo, un conjunto de flamenco. No hay explosiones de volumen ni de velocidad, las armonías tienden a lo luminoso. Predominan células repetitivas armadas sobre un micropulso constante, y que se van superponiendo a otras, o transformando, o cortan hacia algo distinto pero relativamente cercano. No hay propiamente melodías, ni otras formas de “discurso”, en el sentido de un proceso que parezca conducir en forma inexorable de un punto a otro. Aun si los ritmos suelen ser asimétricos, se suelen armar llevadas rítmicas levemente swingueadas. No hay direccionalidades armónicas que duren mucho tiempo, y raramente son unívocas, aunque las muchas disonancias que hay nunca son hirientes –el contexto en que se les crea nos lleva más bien a poner de relieve lo bello y lo agradable que pueden tener esas disonancias–, como en Debussy.
Es una música que admite una escucha distraída, ya que no impone la atención del oyente ni perturbaría su eventual desatención: sirve como decoración sonora, para relajar o hacer otra cosa. Si uno elige concentrarse en ella, hay muchas recompensas en sus múltiples detalles, su leve ondulación de tensiones y de dinámicas, la imprevisibilidad de sus formas, la encantadora delicadeza de sus texturas, la manera como todos tocan dentro de la grilla casi maquinal, y de pronto algún elemento se pone a enturbiar esa base con alguna figura desencajada pero que, de alguna manera, terminamos asimilando. Hay varios planteos estructurales interesantes. “Creación de los dioses”, por ejemplo, empieza trabajando sobre células rítmicas de tamaño desigual que, si observamos, configuran un ciclo en el que la duración de cinco micropulsos se infla y se desinfla en forma regular (cinco, cuatro, cinco, seis). Hacia el final el ritmo se achata en un cinco liso. Me llama especialmente la atención “Imagen móvil de la eternidad en la memoria de una milonga” (la mayoría de las composiciones tiene títulos así, largos y poéticos). Al inicio de ésta, una o más guitarras hacen unas sonoridades preciosas, como de campanitas. Pronto se definen dos líneas superpuestas, de una armonía ambigua, sinuosa, y ese material se trabaja en todo lo que sigue de la pieza.
Aparte de los ocho cuartetos de Fernández Cabrera, el disco incluye dos excepciones: “Casi como un coral” se presenta en forma de dueto para guitarra y piano. Y el disco se cierra con una versión muy interesante, “sergiofernandizada”, de “La mama vieja”, de Mateo.
Sergio Fernández será el protagonista del concierto de esta noche (viernes 30 a las 21 horas) de la serie “Guitarreros”, de la Universidad Católica, en la Sala Zitarrosa y con entrada libre. Además de tocar algunas piezas solo, habrá participaciones de su grupo con bajo y batería (con Roberto de Bellis y Martín Muguerza), de la cantante Sara Sabah, y también del Ástara Cuarteto.