En 1988, cuando Rodney Arismendi anunció su decisión de abandonar la secretaría general del Partido Comunista de Uruguay (Pcu), el puñado de espías infiltrados por la inteligencia militar recolectaba informaciones, conversaciones y opiniones sobre quién sería el sucesor. Los agentes 86, 02-E y 35, entre otros, coincidían en sus reportes (ya fuera desde el propio local central de la calle Río Negro, donde hacían guardias nocturnas, desde el sindicato de Cutcsa, el seccional Mendiola o desde Aute) en que Jaime Pérez sería seguramente elegido secretario, por más que Esteban Valenti y León Lev parecían tener más peso político. En una conversación durante el acto del aniversario del Pcu, en octubre de 1988, el agente 86 informaba que Javier Tassino le comentó sobre “purgas en el partido, por la...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate