La nota reciente de Gonzalo Palermo “Laboratorios a la vista” (Brecha, 16-II-18) me ahorra mucho comentario sobre la tarea de publicar inéditos luego de la muerte del escritor.
Roberto Bolaño (1953-2003) dejó, el día de su muerte temprana, un conjunto de textos publicados, otros preparados y autorizados, prontos para ser conocidos, y un volumen importante en distinto grado de elaboración como parte de un gran archivo-laboratorio literario. Los tres libros casi listos para salir en el momento de la muerte: El gaucho insufrible (cuentos), 2666 (novela) y Entre paréntesis (notas periodísticas y ensayos) se conocieron entre 2003 y 2004. El lío vino después. No hubo, como en caso de Juan José Saer, una línea clara que dividiera lo publicado en vida de los Borradores inéditos seleccionados en el...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate