La anexión rusa de Crimea fue supuestamente un acto de libre expresión política, un momento decisivo en el tiempo en que una región histórica de Rusia volvía a la patria tras un golpe fascista en Ucrania. Es más, la “reunificación” (en el lenguaje del Kremlin) de Crimea con Rusia fue promovido, al menos parcialmente, como una operación humanitaria para restablecer el orden, asegurar los intereses estratégicos rusos y proteger los derechos de los rusos que viven en Crimea.
Aunque es innegable que Rusia protegió sus intereses estratégicos (por ejemplo, su flota naval en el mar Negro), en el mejor de los casos la afirmación de que la reconquista rusa de Crimea trajo libertades políticas es endeble. Rusia podrá describir Crimea como una región tranquila y políticamente libre de la Federación de Rusia, pero en verdad se desarrolla allí una preocupante represión política de militantes de izquierda. Y sobre este asunto apenas se oyen susurros en los medios internacionales, incluso dentro de la izquierda radical.
DETENCIONES Y VIOLENCIA. En la mañana del 14 de noviembre pasado, Valery Bolsha-kov, dirigente del Sindicato de Trabajadores de Sebastopol y miembro del partido Frente Ruso Unido del Trabajo, se despertó cuando miembros de las autoridades rusas le derribaron la puerta de su casa. Llevaban la inscripción “Berkut” [N del E: un cuerpo policial en Crimea] estampada en una manga y la insignia militar de la “Rosguardia” [N del E: la Guardia Nacional de Rusia], en la otra. […] Fue golpeado antes de ser detenido, incluso fue examinado por un médico que recomendó que fuera hospitalizado por sus lesiones […]. Durante su detención, los oficiales se incautaron del teléfono y la computadora de Valery y, además, de un montón de documentos sobre actividades políticas en las que participaron él, su organización y conocidos de ambos.
Por supuesto que si se tratase de un incidente aislado sería de menor importancia. Sin embargo, lo que ha ocurrido desde entonces representa un esfuerzo significativo de las autoridades rusas para reprimir, si no destruir completamente, comunidades activas de izquierda, especialmente de anarquistas […].
Alexei Shestakovich, un anarquista de Sebastopol, fue detenido por las autoridades rusas el pasado 1 de marzo por haber publicado en la red social rusa Vkontakte (VK) dos canciones de la banda de rock Ensemble of Christ the Savior. Shestakovich sufrió un tratamiento que se podría describir como tortura: fue sofocado reiteradas veces con una bolsa de plástico sobre su cabeza, humillado al ser forzado a gritar “soy un animal” y luego golpeado mientras se encontraba en custodia policial.
Tal como explicó Shestakovich al sitio web Mediazone, oficiales de la unidad especial del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (Fsb), conocida como Grupo Alfa, irrumpieron en su apartamento a las 7.45 de la mañana, golpeándolo y lastimando su nariz, su pecho y su cuello. Cuando encontraron su bandera anarcosindicalista roja y negra, le preguntaron si no era en realidad la bandera del grupo paramilitar fascista Sector Derecho (Pravy Sektor) (ambas son rojas y negras, pero en lugar de tener una línea diagonal, el límite entre los colores de la bandera de Sector Derecho es horizontal). Cuando Shestakovich les explicó la diferencia y señaló que “el negro representa la liberación y el rojo el comunismo”, recibió otra golpiza. Relató que, luego de haber sido llevado a la fuerza a un ómnibus que lo esperaba, fue sofocado con una bolsa de plástico y golpeado en todo el cuerpo. Fue sentenciado a 11 días de prisión por “difusión de material extremista”.
Ivan Markov, un militante marxista en Sebastopol, también fue detenido el 1 de marzo pasado por difusión de material extremista. Pese a no tener ninguna relación con el grupo Anarquistas de Sebastopol, que presuntamente publicó contenido “extremista” en la web, Markov y el grupo Levoradikal (Radical de Izquierda) fueron detenidos e intimidados. Con la detención, fueron confiscados el teléfono y la laptop de Markov, y se intervinieron sus cuentas de redes sociales.
PANCARTAS Y VIDEOS. Según pudo averiguar CounterPunch, tanto Markov como Shestakovich fueron condenados bajo el artículo 20.29 del Código de Infracciones administrativas (de difundir material extremista). Además, al menos otros cuatro simpatizantes de izquierda fueron registrados por las autoridades rusas: Igor Panuta (un marxista, ex integrante del Partido Socialista de Ucrania) y los anarquistas de Sebastopol Alexey Prisyazhnyuk, Alyona Vorobyova y Atryom Borobyov.
En casos similares pero muy alejados de Crimea, militantes asociados con el Bloque de Izquierda, en Moscú, fueron perseguidos y detenidos por las autoridades el 14 de marzo pasado.
Policías acompañados por representantes del llamado “Centro E” (Centro para la Lucha Contra el Extremismo) irrumpieron en el apartamento del militante Vladimir Zhuravlev, y confiscaron su laptop, su teléfono y “literatura prohibida”. Las autoridades alegaban que Zhuravlev era un “testigo” en la causa contra la anarquista Elena Gorban, quien fue detenida en febrero acusada de vandalismo durante la acción del grupo Anarquistas de Moscú, el 31 de enero pasado, en que fue rota una ventana de las oficinas del partido oficialista Rusia Unida. Mientras estuvo detenida, se interrogó a Gorban sobre el apoyo a acciones anarquistas y antifascistas […].
Además de Zhuravlev, otros tres militantes del Bloque de Izquierda fueron detenidos: Vadim Timergalin, Grigory Sineglazov y Denis Avdeev. Todos fueron liberados luego de que los funcionarios del Centro E y la Policía violaron una caja fuerte y robaron información sobre militantes del Bloque de Izquierda.
Una fuente con conocimiento íntimo de la situación explicó a CounterPunch que, además de compartir una ideología de izquierda radical, estos detenidos en Crimea tienen otro aspecto en común: han respaldado de distintas maneras al anarquista Yevgeny Karakashev, que está radicado en la ciudad de Eupatoria, por ejemplo, al participar en una manifestación por su liberación. Karakashev fue detenido el 1 de febrero de 2018 bajo el cargo de incitación al odio y a la enemistad (el famoso artículo 282 del Código Penal ruso) y por instigación al terrorismo en Internet (artículo 205.2).
¿Cuál fue su crimen? Supuestamente publicó dos videos en un grupo de chat. Uno muestra declaraciones de los Partisanos de Primorie, un grupo radical de jóvenes del extremo oriente de Rusia que, en 2010, lanzó ataques de tipo guerrillero hacia la Policía local; el otro video es sobre ataques con granadas hacia oficinas estatales. Las autoridades rusas usaron esto para describir a Karakashev como un radical violento obsesionado con instigar violencia contra el Estado. Sus compañeros afirman que estaba haciendo justamente lo contrario, usando los videos como ejemplos para mostrar el tipo de acciones que los anarquistas no deben realizar por ser contraproducentes y resultar en represión.
Karakashev permanece detenido, CounterPunch no ha podido confirmar en qué condiciones.
Al analizar los puntos de contacto de estas detenciones queda claro que se trata de una campaña coordinada por las autoridades rusas para intimidar y, sobre todo, recabar información para los servicios de inteligencia sobre la izquierda radical en el país. Una motivación evidente sería intentar reprimir cualquier disidencia a la izquierda de cara a las elecciones presidenciales que se celebraron el pasado domingo 18 de marzo.
[…] sin embargo, fuentes de grupos marxistas y anarquistas se mostraron escépticos hacia esta hipótesis. […]
Según un militante marxista: “Por supuesto pensamos que los allanamientos tienen como fin recabar datos sobre simpatizantes de izquierda en general en Crimea […] Pero también tengo mi propia teoría. La semana pasada vi muchos textos sobre detenciones políticas y allanamientos en Rusia y noto una campaña coordinada contra anarquistas en todo el país. Ataques recientes en Moscú y en otras cuatro grandes ciudades muestran que alguien ordenó que se llevaran a cabo tareas de seguridad estatal para destruir el movimiento ruso anarquista”.
LA AMENAZA IZQUIERDISTA. ¿Pero qué amenaza representan los anarquistas y marxistas? Para responder esta pregunta es necesario contemplar ejemplos del material que esos anarquistas y marxistas están acusados de difundir. Según un informe de noticias que citó a su abogado, Valery Bolshakov fue acusado de sostener una pancarta que pedía “la revocación de los poderes existentes”, el “derrocamiento del régimen de Putin” y la introducción de una “dictadura del proletariado”. Según las autoridades rusas, esos eslóganes representan una “actitud persistentemente hostil, intolerante hacia las autoridades estatales”. Pero ¿todo esto fue por unas pancartas sueltas?
Markov, por su parte, fue llevado ante el tribunal por cargos fabricados de violar el código penal por presuntamente haber publicado en VK la frase “ortodoxia o muerte”, un eslogan religioso fundamentalista que fue considerado extremista por la justicia rusa en 2010. Obviamente, el ateo y marxista Markov explicó que lo había publicado para burlarse y rechazar la naturaleza fundamentalista del eslogan, no para justificarlo o propagarlo. Se desestimaron los cargos y fue liberado, no sin que primero haya sido golpeado y torturado. Mientras tanto, las autoridades rusas pudieron tener acceso a todo el contenido guardado en todos los dispositivos electrónicos de varios miembros de estos grupos.
Fuentes de CounterPunch señalan que parece ser la primera salva en un esfuerzo más general para socavar, si no destruir completamente, la izquierda radical en Rusia. […]
SIN ALTERNATIVAS. Este fenómeno ha sufrido de una terrible falta de interés tanto de parte de la izquierda ucraniana como rusa. Varias organizaciones de izquierda ucranianas pro Maidan [N d E: a favor del movimiento nacionalista ucraniano y europeísta que derrocó al presidente ucraniano Víktor Yanukóvich en 2014] fueron informadas de la represión, pero eligieron guardar silencio […]. La organización anti Maidan en la Cuenca del Donets [al este de Ucrania, limítrofe con Rusia] Borotba fue informada sobre las detenciones y decidió no publicar nada. De parte de la izquierda rusa también ha habido un silencio casi total. ¿Por qué?
¿Es posible que sea el miedo lo que explique lo que parece ser una falta de interés de parte de sectores que normalmente se definirían como camaradas? Puede que el efecto apaciguador buscado haya dado fruto y que estas organizaciones no hayan querido chocar con las autoridades en vísperas de la elección presidencial.
También es probable que el Kremlin busque controlar la izquierda en su totalidad, del mismo modo que lo ha logrado con la derecha. Mientras que en un momento crecían las fuerzas supremacistas y fascistas en Rusia, muchos de esos partidos y organizaciones han sido prohibidos; sus líderes encarcelados, exiliados o matados, sus militantes de base, diseminados. Hoy el Kremlin ha logrado mantener un ala derecha fascista dócil que le es favorable y útil para defender sus posicionamientos en cuestiones tan diversas como Ucrania, Siria, etcétera.
Del mismo modo, el Kremlin puede buscar marginalizar a la extrema izquierda que, al contrario del oficial Partido Comunista de la Federación Rusa (Pcfr) –una organización comunista profundamente reaccionaria que defiende políticas sociales chauvinistas y la adoración de Stalin y obediencia a Putin–, no esté bajo el control total de Putin y su círculo.
Putin sigue contando con un aplastante respaldo popular en Rusia, sobre todo gracias a su política exterior y su imagen minuciosamente esculpida. El hecho de que haya logrado mantener ese apoyo en medio de sanciones y una economía que flaquea es una muestra tanto de su sagacidad política como de la falta de alternativas políticas viables en Rusia. Y tal vez sea justamente esa alternativa viable lo que Putin y sus amigotes oligarcas temen.
La amenaza del opositor ruso Alexéi Navalni (un desagradable chauvinista social) [que fue inhabilitado para participar en las elecciones] es fácil de resolver. Las Pussy Riot y el mundo artístico progresista están divididos e impotentes y, además, son acusados de ser marionetas de Washington. La ultraderecha fascista anti Putin ha sido marginada y prácticamente destruida. […]
(Tomado del sitio CounterPunch, por convenio.) Brecha reproduce fragmentos. El título y el copete son nuestros.