Mario Handler es uno de los cineastas más importantes de nuestro país. Ha sostenido una carrera con más de veinte películas y su trabajo ha trascendido largamente las fronteras de Uruguay. El documental humano es un libro editado por la Universidad de la República, institución a la que Handler pertenece desde hace ya muchos años. Si bien la edición es humilde, cuenta con fotografías en color y en blanco y negro que ilustran algunas de las ideas de este increíble exponente del cine político uruguayo.
El libro está a medio camino de ser un manual y un libro de memorias, o tal vez un manifiesto. Su formato es un poco desordenado, porque Handler enseña nociones básicas de óptica, cámara, registro de sonido y montaje, pero en medio se cuela un montón de opiniones. Su explicación de la técnica está mediada por una subjetividad explícita, que deja ver muy claramente cuáles son sus preferencias y recomendaciones. A veces las explicaciones concretas son demasiado extensas; el texto se inclina hacia la lógica de manual y sobrecarga con datos técnicos un libro cuya importancia mayor no es la de brindar una información a la que se accede fácilmente en muchos otros lugares. Lo más interesante son las frases, diseminadas por toda la escritura, en las que el director opina directamente sobre la técnica y deja ver de cerca sus secretos, desplegando sus obsesiones.
Es muy aliviador leer a un cineasta que en esta época sea capaz de presentarse como alguien tan realista y sencillo en algunos de sus preceptos. Handler habla de la creación solitaria, de que “es necesaria una economía de cine que evite el despilfarro de varias personas pagas, molestándose unas a otras, rompiendo la intimidad”. Si bien la afirmación es discutible, su contundencia es inspiradora y abre la puerta para pensar que hacer cine (hoy más que nunca gracias a los formatos digitales) no está supeditado a tener un gran equipo o esperar durante años a conseguir fondos. Después habría que ver qué acceso puede tener un director desconocido en el medio uruguayo para que sus películas puedan llegar a la pantalla grande, pero el punto de partida que aquí se plantea es muy útil y esperanzador.
Handler habla de ir detrás de un cine de lo real, que logre dar cuenta del mundo que se filma y sobre todo de las personas. Esa idea tan abstracta se va enmarcando a medida que el libro avanza y el cineasta va describiendo con gran generosidad los métodos que utiliza. Los apartados sobre montaje, discurso documental y ética son realmente joyas de la escritura sobre cine en nuestro país porque están escritos por un cineasta en actividad; en Uruguay hay una larga tradición crítica que deja por fuera la reflexión sobre el acto creativo, la verdad de lo que pasa cuando uno se enfrenta de lleno con la realización y tiene que dejar la teoría estética y los preceptos de calidad de lado.
Su estilo no tiene una gota de impostura: es notorio que muchas de sus reflexiones surgen de la oralidad y de años de docencia sobre el tema, lo que deviene en una gran claridad. En ese sentido, El documental humano es una oportunidad de acercamiento al cine para quienes están por fuera del lenguaje cinematográfico. Y sobre todo es una invitación a la libertad estética, al compromiso político, a enmarcar las prácticas artísticas en visiones del mundo que trasciendan la moda, el deber ser o la idea de estándar de calidad para dar paso a una valoración personal, humana, de nosotros y de los demás, haciéndonos reflexionar sobre lo que somos capaces de hacer si tenemos la voluntad y el amor suficientes.