El 1 de abril de 1874 William Henry Hudson, de 32 años, se apronta a subir al Ebro en el puerto de Buenos Aires, con destino a Inglaterra. Su objetivo es convertirse en un reconocido naturalista. Y aunque no lo sabe en ese momento, al zarpar el barco estará contemplando por última vez esta zona del mundo, a la que, sin embargo, reiteradamente volverá por arte y magia de la escritura.
Hijo de un matrimonio estadounidense que por una serie de contingencias recaló en la convulsionada Argentina del siglo XIX, William Hudson nació en el entonces partido de Quilmes, el 4 de agosto de 1841, en una suerte de pequeña estancia llamada Los 25 Ombúes. Poco más de la tercera parte de su vida, que transcurrió en esta zona del hemisferio sur, se convirtió en sustento vital de su posterior labor literaria...
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