Hablar de Jorge Luis Borges después del bombardeo hermenéutico que nos dejaron las postrimerías del siglo XX es constatar aquello que establecía uno de sus personajes en el cuento “Utopía de un hombre cansado”: “Ya no nos quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas”. Aun así, volver a sus libros, y en particular a su obra poética, es encontrarse con una veta quizás no tan explorada por parte de los lectores de esta orilla. El relanzamiento en un solo tomo de El otro, el mismo, Para las seis cuerdas y Elogio de la sombra por parte de Sudamericana es una buena muestra diacrónica de cómo el yo se fue convirtiendo en mito, de cómo el yo plural y anónimo jugó a ser Borges y éste a ser otro.
El autor transformó su literatura en una biblioteca infinita, hizo de su yo un palimpsesto. De...
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