Si para el presidente Juan María Bordaberry la firma del decreto respectivo fue la confesión adelantada que facilitaría su procesamiento penal 33 años después, para el Ejército la disolución de las cámaras, el 27 de junio de 1973, fue apenas un desfile militar nocturno de un puñado de generales y coroneles que posaron para la posteridad. Los ecos de las botas que resonaron en el Salón de los Pasos Perdidos esa madrugada no fueron registrados por los senadores y diputados que abandonaron precipitadamente el Palacio Legislativo, algunos de ellos para pasar a la clandestinidad; la mayoría ya se había recogido discretamente en sus casas desde que, poco antes de la medianoche del 26, se difundió el rumor de la última puñalada a las instituciones.
Se ha dicho que el golpe se consumó en varias et...
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