Jonathan Lethem pertenece a esa generación de escritores estadounidenses nacidos a principios de
los sesenta (David Foster Wallace, Michael Chabon, Jonathan Franzen),
imposibles de encasillar dentro de un estilo o un género, pero que, para ubicar
más o menos lo que escriben, cabría decir que descienden de la tenue línea que
une a Vonnegut con Pynchon. Talentosos y prolíficos, derrochan ingenio y gracia
en unas narraciones que tienen la virtud de conjurar lo erudito y lo banal, lo
cómico y lo grave de tal manera que, a veces, uno tiene la impresión de estar
leyendo una literatura mortalmente seria en versión dibujitos animados.
Lethem
nació en 1964 y a los 15 años ya había perdido a su madre, a causa de un tumor
cerebral, y mecanografiado su primera novela en la máquina de escribir que ella...
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