El domingo pasado abrió sus puertas Guyunusa Libros,en la esquina de Mercedes y Tristán Narvaja, una librería en el corazón de la zona destinada a los libros en nuestra ciudad. Debe su nombre a la mujer charrúa que fue exhibida en el museo vivo de París, símbolo de lucha y rebelión, y bastión de los pueblos originarios.
Cuando abre una nueva librería, da la sensación de que nace un pedacito de cultura en la humanidad y se agrega un espacio donde refugiarnos, porque los libros abren mundos que multiplican los significados de la vida cotidiana. Esa sensación cobra especial sentido cuando hablamos de una librería independiente, que escapa de la lógica de las cadenas que son negocios y nada más, en las que los libros son un bien mercantil comparable a cualquier otro. Esta realidad, sumada a la feminización y precarización del trabajo asalariado, hace que la apertura de una librería encabezada por una mujer sea un estandarte de resistencia.
Hace poco, en un artículo de El País de España, un análisis de datos afirmaba que las mujeres leen mucho más que los hombres y que hay un porcentaje bastante más alto de libreras que de libreros (de oficio, no propietarias). No he encontrado datos acerca de esta realidad en Uruguay, pero es posible afirmar, recorriendo librerías, que no es habitual encontrar una mujer dueña en Montevideo, aunque sí muchas empleadas. Guyunusa Libros hace honor a su nombre.
La librera Miren Elorduy Cádiz dice que las mujeres “se piensan y se leen más que los hombres porque buscan su propia historia”. Esta librería es una buena noticia, porque busca habilitarnos para construir, en conjunto, tejidos propios que trasciendan las palabras. La lectura es transformadora, y realizarla en contacto con otras mujeres, en reflexión constante, abre nuevos espacios y modifica la manera de habitar los existentes. Por otro lado, el cuerpo de conocimiento feminista no para de sumar títulos en América Latina y en el mundo, en todas las disciplinas, y resulta fundamental contar con lugares específicos donde poder acceder a esos textos, tan urgentes y contemporáneos.
Vanessa Dubarry, propietaria de Guyunusa Libros, es librera hace dieciocho años. Su objetivo con este nuevo emprendimiento es habilitar un lugar de encuentro y de lucha. Una librería que, con enfoque de género (aunque no excluyente), busca intervenir en la cultura desde la acción. En los próximos meses se habilitará el sótano de su emblemática esquina para generar espacios de formación, de intercambio, de arte en sus diversas modalidades; un lugar abierto a propuestas, a creaciones colectivas y a la vida pública.