La conferencia de prensa diaria en Presidencia –para propiciar la relación más directa entre los gobernantes y los ciudadanos que la televisión pueda ofrecer en estos tiempos de pandemia– a veces es indiscreta. La afirmación del presidente, Luis Lacalle: “Si me lo pedís así…”, a unaperiodista que pedía la palabra, generó reacciones virales en las redes sociales, que llegaron incluso a establecer ciertos patrones comunes con el escándalo del intendente de Colonia. Los espectadores no podíamos saber que la periodista había juntado las palmas de sus manos en una actitud de ruego, de modo que la expresión del presidente no tenía ninguna otra connotación o tufillo que no fuera paternal, acaso eclesiástica. La propia periodista se encargó de aclarar el supuesto equívoco, o, lo que es lo mismo, la malintencionada interpretación. Eso sí, hay que dejar constancia de que la respuesta presidencial a la pregunta de la colega no sólo eludió el tema, sino que introdujo una sorprendente afirmación: los últimos casos de femicidio y de violencia contra la mujer son “daños colaterales” de la epidemia del coronavirus.
La indiscreta cámara, en esa misma conferencia de prensa, registró otro gesto, que no fue aclarado: un colega formuló una pregunta para el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, que ese día se había sentado en la punta de la mesa, y el presidente, Lacalle, hizo un gesto indicando que él formularía la respuesta; después se entreveró, y terminó cediendo la palabra al ministro. Todo hizo suponer que no quería que el ministro hablara.
Si descartamos una exagerada propensión al protagonismo, entonces el gesto del presidente podría interpretarse como expresión espontánea de desconfianza política. Ciertos indicios convergen en señalar las diferencias entre Cabildo Abierto y los restantes miembros de la coalición, por un lado, y la determinación del general Manini, personalmente, de dar señales de “independencia”, por otro. El video que el líder de Cabildo Abierto difundió por Youtube, con apreciaciones sobre la forma de encarar la actual crisis sanitaria, fue recibido con disgusto en la coalición. Diversas fuentes coincidieron en señalar que en el gobierno se habían planteado diferencias con el ministro de Salud por la forma en que encaraba la epidemia. Consultado sobre si el ministro Salinas estaba “firme en su puesto”, el senador Manini respondió: “El ministro de Salud es un médico, es un técnico. Desde su punto de vista él hace un planteo. Pero, vuelvo a repetir, los gobernantes tienen que ver el conjunto del tablero, tienen que ver todo, no solamente lo técnico-sanitario”.
Sin embargo, las contradicciones siguieron surgiendo. La explicación de Salinas de que la gente podía darse una vuelta por el barrio para respirar aire puro desencadenó críticas en la medida en que esa indicación contravenía la fuerte recomendación sanitaria de extremar el aislamiento social. Tan evidente era la contradicción que el presidente, Lacalle, se vio forzado a reiterar que la recomendación es quedarse en casa. A su vez, Salinas aclaró: “La recomendación en general es quedarse en casa. Me ponen en una contradicción que no es tal, ni con el gobierno, ni con el presidente, ni con los otros ministros. Este es un gobierno armónico”. Pero, no aclares que oscurece, después agregó: “No se descarta ninguna medida, hay un tema de indicación y de oportunidad, esas cosas son las que tiene que valorar el gobierno en su conjunto”. Entonces, ¿salimos a dar una vueltecita o no?
Otro tanto ocurrió con la disposición del Ministerio de Salud de considerar como casos positivos aquellos que, sin haber sido confirmados por el test, exhiben los síntomas según una opinión clínica. Sin embargo, los informes de Presidencia siguen refiriéndose a los casos confirmados y eluden cualquier referencia a los casos “sumergidos” considerados como “sospechosos”. La contradicción está ahí, pendiente de aclaración.
En definitiva no se sabe si el general Manini tiene diferencias con la política del gobierno o si trata de generar perfil adelantándose a los anuncios oficiales. Por ejemplo, su propuesta de suspender el aumento de las tarifas de los servicios públicos, después de que el presidente la había descartado cuando fue reclamada por el Pit-Cnt, sugiere una postura de presión y una obvia intención de generar perfil propio. Obligado para no causar un nuevo incidente, el presidente se limitó a decir que eran todas medidas que se analizaban. Pero el ministro de Trabajo, y líder del Partido Independiente, Pablo Mieres, consideró que esa propuesta de Manini era “demagógica”, en una entrevista concedida a Océano FM.
En un punto, las propuestas de Manini no revelan contradicción. Aunque el gobierno no se ha expresado públicamente al respecto, parecería que no ve con malos ojos la fórmula del general para enfrentar las consecuencias económicas de la crisis sanitaria: topear los sueldos mayores de 100 mil. Otra iniciativa llegó de parte del senador José Mujica, quien propuso que aquellas personas con sueldos mayores a 50 mil pesos hagan “un aportecito” durante un año.
La medida descarga la solución sobre los asalariados, que en la propuesta de Manini contempla cierto nivel de desahogo económico. Pero a nadie se le ocurre plantear una reducción de los ingresos de aquellos que viven de rentas, aquellos para los que un salario eventualmente es un complemento de sus ingresos, aquellos que viven de dividendos de acciones o de sus colocaciones financieras. Son los ricos, los verdaderamente ricos, los que siguen acumulando riquezas, ya sea en crisis o en bonanzas. En las cúpulas políticas de cualquier color hay una resistencia inquebrantable a meter mano en la verdadera riqueza. Alguien debería seguir el ejemplo del presidente de El Salvador: “¿Qué les hace a los ricos ganar un 20 por ciento menos?”.