El mundo de Internet es mucho más grande que el que habitamos. Una persona puede recurrir al completo anonimato respecto a los demás –nunca ante la empresa que brinda la plataforma– y hasta tener varias personalidades, disfrazadas bajo un nombre de usuario. La posibilidad del anonimato, entonces, produce un clima que habilita a decir y justificar lo que se quiera en plataformas, foros, blogs y –sobre todo– redes sociales. En el ideal, estas últimas serían un ágora moderna donde debatir ideas. Sin embargo, a veces parecen un coliseo y otras, un caldo de cultivo para la violencia.
Si se reparten culpas, gran parte se la llevan los filtros burbuja, algoritmos que utilizan las plataformas para definir, a través de predicciones, qué cosas le gustaría ver al usuario, basándose tanto en su inform...
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