Hubo un tiempo en el que la izquierda –armada de sus herramientas de análisis científico– hablaba de la realidad, mientras que la derecha –atada a los lastres premodernos de la identidad, la religión y el idealismo– vivía en la ideología. Un día nos despertamos y las cosas se habían dado vuelta. La derecha, gracias a su acceso a las ciencias de la gestión, a su conocimiento sobre la naturaleza competitiva del ser humano y su certeza de que lo que hace funciona, reclutó a la realidad para su bando. La izquierda, desengañada de la mala pasada que la realidad le había jugado, abrazó a la ideología: seguir a la realidad es reaccionario, lo importante es la claridad ética para no caer en la seducción de los discursos pragmáticos.
Algunos perspicaces, al ver esta reversión de los lugares de la r...
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