—Una parte importante de tu libro tiene que ver con las actividades del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC) en el Uruguay. ¿Qué fue el CLC?
—El CLC se funda en la inmediata posguerra, en 1950, en París, por una serie de intelectuales anticomunistas quienes todos o casi todos se definían a sí mismos como liberales o progresistas. El CLC tiene una actividad pública definida en el campo de las izquierdas. Pero a los 20 años de fundado, empieza a traslucirse de dónde viene la financiación –de la CIA–, y qué otros objetivos políticos tiene, que están más vinculados al campo de las derechas. Entonces, es una situación compleja. La acción cultural del CLC es real, tiene efectos constatables y es enorme. En el campo de la música contemporánea, por ejemplo, de la renovación del mundo music...
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